Capítulo 27

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Al salir del restaurante Alexander me pidió las llaves de mi auto –pero trátalo con cuidado-

Tomo las llaves, me abrió la puerta y se fue al otro lado, una vez adentro se abrocho el cinturón y me dijo con un tono voz algo gracioso -por lo general son los chicos los que se enamoran de su auto-

Rodé los ojos -este es el último auto de mi padre-

Sonrió de lado -tenía buen gusto-

Le sonreí amablemente -¿me llevarás a casa?-

En un tono ofendido me pregunto -¡¿ya te aburriste de mí?!- prendió el auto después de eso empezó a sacarlo del estacionamiento.

-no lo digo porque esté aburrida de ti, si soy sincera creí que me la pasaría peor-

El sonrió –la comida une a todos, pero no te llevare a tu casa aún es muy temprano y también me la estoy pasando bien contigo... Pensé que te la pasarías quejándote, pero ya vi que no; así que creo poder soportarte un rato más-

-¿Cómo quieres que no haga caras si me estás diciendo que "crees" poder soportarme? a nadie le gusta que le digan que es insoportable ¿adónde vamos?-

-a jugar-

-¿a jugar?-

-Si... ¿nunca has ido a un Recorcholis?-

-obviamente si-

El sonrió -iremos a uno que me gusta mucho... tienen buenos juegos y también buenos premios-

No tardó mucho manejando, cuando llegamos me abrió la puerta pero no me regreso las llaves, después fuimos a la plaza, recargo su tarjeta que por cierto es exclusiva, yo creo que él ha de venir a jugar muy frecuentemente.

Empezamos a jugar con juegos fáciles; de esos en donde tienes que encestar y terminamos jugando con esos en donde tienes que conducir, disparar y escapar. Pero lo irónico fue que mi parte favorita de todo eso fue el conteo de los boletos que obtuvimos 782 boletos, dijo que le traje buena suerte porque nunca había juntado esa cantidad en una sola vez. No sé si fue verdad o no pero por lo menos yo me sentía muy satisfecha con ese resultado

Después de eso me invitó al boliche que tenía ese Recorcholis, descubrí que no tenía puntería; por lo menos para el boliche y él no ayudaba festejando cada chuza que hacía, trató de enseñarme y aunque había mejorado no era perfecto, me hacía falta practicar bastante. Por último antes de irnos fuimos a cambiar nuestros boletos, había desde dulces muy variados, peluches pequeños y grandes, también podiamos cambiar nuestros boletos por palomitas, lápices calculadoras y un montón de cosas más.

El escogió unas palomitas y un helado, yo estaba mirando -¿Por qué no escoges un peluche?-

Le eche un vistazo a algunos que tenía enfrente de mi -¿un peluche?-

El alzo los hombros –todas las chicas quieren uno- y justo en ese momento vi cómo le entregaban una chica un conejo blanco, se vea muy tierno y no costaba muchos boletos

Lo mire y le señala a la chica -¿Por qué no uno de esos?-

El llamo al encargado y le pido uno, este me lo entregó, espere a que cobrarán los boletos que costaba y nos fuimos, de camino a casa hablamos de lo bien que salió este día. Creo que ninguno de los dos espero que saliera así de bien, cuando llegamos a casa él insistió en estacionar mi auto, pero le dije que no se preocupara, yo me encargaria de meterlo; asi que ya cuando estábamos enfrente de la reja salí para pedir que me abrieran la puerta, él también bajó y me dijo -desde aquí se ve un lindo jardín-

-Fernanda es fan de la jardinería, ella lo cuida bien...- aclaré la garganta -no creí que me la pasaría tan bien, gracias ¿me das mis llaves?-

-¡claro!- él buscó en sus bolsillos –toma- me disponía a entrar en el auto, apenas le había dado la espalda.

-¡oye!-

Me voltee para verlo -¿sí?-

Metió sus manos en sus bolsillos -¿ya no te volveré a ver?-

Sonreí amablemente –yo creo que si... somos vecinos, no creo que el no vernos sea posible-

El me miro y sonrió –hasta mañana vecina-

Sonreí –hasta mañana vecino-    

Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora