Capitulo 31

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Mi hijo esto.

Mi hijo aquello.

Mi hijo fue aquí.

Mi hijo estuvo acá.

Creo que la señora Alarcón no podía pedir el salero sin sacar a luz una anécdota de su hijo.

Apenas había cerrado la puerta de mi casa él me dijo -eso fue interesante-

Lo mire suplicando su perdón -¡interesante! ¡Eso fue bochornoso!, lo lamento tanto; no creí que ella fuera capaz de hacer eso-

Él se rió un poco bajo –creí que exagerabas cuando me dijiste que te quería para nuera; pero veo que te falto entrar en detalles-

-mira, cuando no están ellos la casa es mucho mejor. Te prometo que si nos das otra oportunidad te invitaremos a una cena en la que ni siquiera los mencionaremos-

-no debes preocuparte tanto; es más que obvio que no lo esperabas y por supuesto que no podías detenerlos, creo que ya hiciste bastante con invitarme y sobre todo llevarme a mi casa, que no está nada cerca de aquí-

-vamos, sube antes de que se haga más tarde-

Metimos nuestras cosas en la cajuela del auto y nos estábamos preparando para salir cuando salió su Abigail; dijo que nos acompañaría pero "amablemente" le grite que ya habían hecho suficiente por esa noche, estaba segura que lo habían escuchado adentro pero estaba tan ofendida en ese momento que no podía ser más cortes, ella se sorprendió mucho; quería decirme algo pero no pudo articular nada así que solo se metió sin decir nada.

-tranquila, entiendo perfectamente-

Mire en su dirección -lo siento, estoy tan furiosa que ya te me habías olvidado-

Me miro con media sonrisa y una mirada compasiva, estaba tan enojada que me habían comenzado a temblar las manos -me gustaría volver a cenar con ustedes. Creo que si son muy buena compañía; pero tengo una condición- al decir eso último me miro muy serio.

-lose, te prometo que no estarán nuevamente-

-eso suena bien, pero no era a lo que me refería- hizo una pausa que sentí demasiado larga y luego sonrió ampliamente –promete que tu madre cocinara de nuevo ¡lo hace genial!-

-¡¿no estas ofendido?!-

Él se rio sonoramente –en este punto de la noche estoy muy agradecido de haber salido ileso de ahí-

Nos metimos al auto, me puse el cinturón y el hizo lo mismo, lo encendí –no sabes cómo te agradezco que te lo tomes también, creo que eres una persona que se ha ganado el cielo solo por haber soportado toda la cena sin hacer ni un solo gesto, cambiando de tema ¿estarás ocupado estas vacaciones?-

-gracias por decir eso de mí, me preocupaba manchar mi historial de buenas obras esta noche y no ganarme el cielo- tomo aire y rio un poco más -pues sí estaré ocupado, pero por el trabajo no te preocupes; puedo organizarme para que lo hagamos, mi casa no es tan genial como la tuya pero créeme que podemos hacerlo ahí o hay una cafetería cerca de mi trabajo, también podríamos vernos ahí, ya sabes; si quieres-

-a estas alturas me quiero ir y no regresar- comencé la marcha asía la salida. Prendí el GPS, él de todas formas me iba indicando las calles por las que tenía que meterme, debo admitir que me sorprendió, ya que se supone que él no conduce, o eso me había dicho.

-¿seguro que no manejas?-

-totalmente seguro... bueno, nada de más de 2 ruedas... para ser exactos solo moto, ya que tampoco puedo andar en bici- rio mucho al decirlo

-¡¿en serio no pues andar en bici?!- sin embargo justo al terminar la frase tuve ganas de morderme la lengua, lo había dicho de inmediato, no lo medite pero igual y eso no era el problema, el problema fue mi tono me dio burlón –yo... lo siento, no quiero que lo tomes...-

-¿a mal? Tranquila, es broma; si ando en bici- se rio –aun que conozco personas que a nuestra edad no pueden-

Me sonroje –Yo... bueno la verdad es que... yo no puedo-

-¡¿estás jugando conmigo?!-

Me hubiese gustado reírme sonoramente en ese instante y decirle "por supuesto, ¿qué crees? ¿que no tuve infancia?", pero la verdad es que sentía que no la tuve, regreso cuando tenía 8 años, casi no salía al jardín porque Cecilia odiaba que me ensuciara, mucho menos me compraron una bicicleta –no, es verdad que nunca aprendí-

-¡¿En serio?! No es que dude de ti, pero tus padres se ven geniales, ciento que si les hubieras pedido un dinosaurio de niña ellos lo habrían conseguido-

-pues supongo que sí, yo también estoy segura de eso pero fue complicada mi infancia, así que; pues nunca aprendí-

Hubo un silencio por un momento, él se encontraba meditando, no sé si mis palabras o alguna idea por que movía ligeramente los labios -¿te gustaría aprender?-

Entonces recordé cuando Fernanda me enseñó a manejar, al principio le había dicho que ya era tarde para aprender y que con un chofer y los taxis yo siempre me las había arreglado; ella me dijo que si yo no quería aprender estaba bien, pero que si era porque tenía miedo entonces estaba más que mal. Al principio tenía ambos, no quería pero también me daba miedo, después de varios intentos al fin le encontré el gusto; me dije que no me volvería a pasar, me dije que no me cohibiría nuca más. –Pues no lo sé- sonreí pero esta vez por nerviosismo -¿tendrás paciencia conmigo?-

-sí, soy experto en eso, tengo 2 hermanos menores y una hermana... Paciencia es mi segundo nombre-

-supongo que debió ser muy divertido tener hermanos con quien jugar-

-por supuesto que lo fue, oye en la siguiente esquina, teníamos todos los días una fiesta, es más difícil ser el hermano mayor pero aun así no lo cambiaría por nada... ¿iras a la fiesta?-

-aun lo estoy pensando... ¿tu iras?

-tampoco lo sé... se supone que deberíamos llevar a alguien- se empezó a sonrojar –yo... aun no le he dicho a nadie... ni siquiera sé cómo decirte... digo... decirle a alguien- volteo la mirada- la tercera casa, la blanca- Ese "decirte" no pasó desapercibido para mí, me estacione justo en frente, era una calle de clase media, habíamos pasados algunos grafitis y eso no me daba mucha confianza pero no creía que fuera peligroso. Estaba observando atentamente cuando me interrumpió –descuida, no es peligroso por aquí-

Me sonroje –mm... no es eso, es que es muy diferente a todo lo que he visto, creo que es alegre-

-pues sí, es bastante alegre, por lo general hay niños jugando todo el tiempo, a veces hasta estas horas-

Saque mi teléfono – ¿hay niños jugando a las 12:35 de la mañana?-

El me miro incrédulo -¿tan tarde es? Pues no a esta hora no pero a las 10 si- hubo un pequeño silencio –Tamara... yo quería decirte...- expulso aire -gracias, no tenías que venir hasta aquí... adiós- y empezó a bajarse, me baje con él por qué teníamos que sacar cosas de la cajuela, él ya se estaba dirigiendo a su casa, así que le grite que si no quería sus cosas y se regresó muy rojo, ya lo estaba desde hace rato pero ahora más.

Tenía la mirada baja -perdón-

-descuida, ya es tarde y debes estar cansado además no te culpo por querer huir de nosotros y en especial de mi porque te sometí a nosotros así que...-

-¿quieres ir mañana conmigo?- me lo dijo un poco más alto de lo necesario y con los puños apretados

Sonreí, no sabía por qué me salía tan natural a su lado sin embargo tenía una duda -¿a la fiesta?-

Él sonrió y se relajó bastante –si, a la fiesta-

Sonreí un poco más -si-

Ella o YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora