(5) tristeza

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Michael odiaba la hora del almuerzo. No, no la odiaba, la aborrecía. Era la peor hora del día, según él. Siempre se sentaba solo en una de las mesas del fondo, cuyas sillas estaban rotas, excepto por una. No solo porque estaba solo, sino que para esa hora del día su celular no tenía tanta batería como para seguir escuchando música, y no había enchufes en el comedor, entonces tenía que quedarse ahí, sentado sin hacer nada, viendo a la gente comer y socializar. Algo odioso, repugnante.

Él sabía el nombre de la mayoría del colegio, a su derecha, unas tres mesas, estaban sus examigos, los cuales habían dejado de hablarle de un día para el otro sin ninguna explicación. Antes solía sentarse con ellos, hasta que no se sintió más bienvenido y decidió cambiarse de mesa.

Está bien, quizá no estaba solo en la mesa, había otros chicos, dos en su mayoría sentados a sus costados, en sillas sin respaldo o balanceantes. Solía hablar muy poco con estos chicos, porque él los consideraba unos raros, pero con el tiempo se dio cuenta que él podría ser parte del grupo de los raros ya que se sentaba en esta mesa asquerosa y no en otra. Por Dios, hasta Mocos Melanie tenía una mesa donde sentarse y sentirse bienvenida.

Vio pasar a Brad Ducken y Courtney Blair y se sentaron en la mesa que siempre se sientan con sus amigos de toda la vida, o por lo menos de toda la secundaria. Se quedó mirando a la chica, ella estaba en su división y era bastante inteligente, no se llevaba ninguna materia desde el primer año que entro al colegio y después no la veía en todo el verano, pero eso no era porque ella no estaba en el país o algo por el estilo, sino porque Michael era el que no salía de su casa ni siquiera para ir a hacer las compras.

-La estas mirando mucho – Dijo Jules a su lado, mientras no paraba de mover su cubo mágico y su cara mostraba frustración– Te va a descubrir.

-Coudtney Blaid es linda, pedo no me gusta su nombde, me padece muy difícil de pdonunciad – Justin era un chico que nunca había podido pronunciar bien la letra R, tenía anteojos y había sufrido un problema de columna, el cual lo había dejado en silla de ruedas, y creo que se podrían decir muchas más razones por las cuales nadie quería estar con él.

-Cállense ustedes dos – Fue lo único que pudo pronunciar Michaelmientras seguía mirando a Courtney. Ella se dio vuelta a mirarlo, haciendo queel chico desvíe su mirada a su comida y se llevase un gran bocado de fideos,haciéndolo toser como nunca. Pudo sentir las risas de todo el mundo en sucabeza, aunque nadie se estaba riendo en realidad, porque nadie lo había visto,porque a nadie le importaba lo que él hacía o no.    

feelings; 5sosWhere stories live. Discover now