REENCUENTROS

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Tengo sentada en mi auto cerca de una hora. No puedo encontrar el valor suficiente para poder salir y encaminarme al maldito reencuentro de mi generación. Hace aproximadamente dos meses recibí una invitación por Facebook al evento, la cual decline en un principio, pues la verdad no me interesaba remover esas aguas. Lo ocurrido hace varios años había quedado en el pasado como buenos recuerdos, pero hasta ahí.

Sin embargo, tome la decisión partiendo de la necesidad de recordar a la vieja yo, la fuerte e independiente, que no se dejaba vencer por nada. Pues, recientemente había cancelado mi boda, al encontrar a mi dama de honor con mi futuro marido en nuestra futura cama.

Quería volver a reencontrarme, pero sin pasar por enfrente de los hermanos Fuenmayor. Antes de irme, las cosas no quedaron en los mejores términos con uno, y con el otro, creo que ni siquiera habíamos terminado nada, jamás lo hacíamos. Solíamos retomar las cosas en donde las habíamos dejado, sin preguntas ni suposiciones. Sin embargo, ya no quería regresar a eso, no era bueno para ambos. Pero tener a los dos frente a mí, eso sería un caos.

Vamos Yulisa, tu puedes. Me dije por última vez y Salí del autor. Era hora de enfrentar a mis demonios.

Camine un par de cuadras, pues esperaba que nadie me viera lamentándome en mi auto. Al llegar a la puerta, un tipo estaba fumando en la entrada de lugar.

-Buenas noches, disculpa aquí es la reunión de la prepa.

-Sí, así que tú también eras del B !Genial!. Pasa, todos están a dentro.- Me dijo el tipo ofrecerme que jamás había visto, para después ofrecerme la mano como saludo, no antes de cambiar su cigarrillo de mano. –Disculpa, soy Francisco, esposo de Lucia.-

-Muchos gusto, mi nombre es Yulisa, y tu esposa se sentaba dos bancas a tras de mí. Disculpa voy a pasar.

No deje que siguiera la conversación, pues no podía decir nada bueno de su esposa. Este hombre tiene que tener carácter para aguantar a Lucia. Esa chica era una perra. Era lo único que podía decir de ella.

Al entra, me encontré con algunas personas en el camino, algunas las recordaba con claridad, pero otras me costaba acordarme de ellas. Fue bueno conversar con ellos. Estaba fascinado con mi trabajo, periodista deportiva. Sin embrago, no les conté de mi rompimiento, solo decía estar soltera.

-¿Yuli? ¿Eres tú?-

La pregunta interrumpió la conversación que tenía con algunos compañeros. Al voltear me encontré con Samuel Fuenmayor. Mi amigo incondicional Sam. Me congele en el momento. No había cambiado mucho, solo habían madurado sus facciones. En un momento de nuestra separación me gustaba ver las fotos que publicaba en Facebook, pero también me dolía no ser ya más parte de su vida. Así que solo lo deje de seguir.

-No has cambiado nada Yuli. Sigues igual de sexy.

-Mientras tú, sigues pareciendo un adolescente lujurioso.

Por una fracción de segundos solo nos miramos, algo dentro de mí se encendió al percatarse que él no me odiaba. Pues en su mirada solo había nostalgia, prefiero mil veces eso a que el me observara con rabia.

-Hola renacuajo.- Me dijo mi apodo, eso era jodida mente bueno.

-Hola, Pato. – Las cosas eran mejor de lo que me podía imaginar.

-¿Renacuajo y pato? Que alguien me explique- Dijo una voz femenina tras de Sam.

-Cierto, disculpa.- dijo Sam, mientras se hacía a un lado para dejar el paso a una chica morena con ojos grandes. –Yuli, te presento a Sofía.

Sentimientos bajo el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora