! HOGAR, DULCE HOGAR!

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-¡Llegamos!...hogar, dulce hogar. ¡Mamá, mamá! ¿Dónde estás?. Empezó a gritar Sam a la espera de una respuesta.

La madre de Sam, la bella Ana, siempre estaba cocinando. Su casa siempre olía a diferentes y deliciosos guisados. Amaba ese lugar, amaba a esa familia. Hubo un tiempo en el que desea con todas mis fuerzas pertenecer a los Fuenmayor, sin embargo, yo pertenecía a los Quintana. En la casa de mis padres, nunca me sentí como en mi casa, odiaba ese lugar. Mis padres estaban juntos solo por aparentar ser un matrimonio ejemplar, mi madre adoraba a mi hermana, pues ella siempre le hacía segunda, eran tal para cual y yo nunca encajaba en su mundo.

Los recuerdos se apoderaron de mí, uno tras otro fueron pasando por mi cabeza. Por fin me sentía en casa.

-¡Por fin llegan chicos!, creo la fiesta sí estuvo buena, ¿ya vieron que hora es?- dijo Ana mientras salía de la cocina y se quitaba los guates para cocinar.

-Disculpa mí, es que las cosas se pusieron algo interesante y ya no nos dimos cuenta de la hora. A todo esto ¿Qué haces levantada a las...seis de la mañana? ¿Por qué estas cocinando?- respondió Sam mirando el reloj de su muñeca, para después estirarse poniendo sus brazos sobre su cabeza.

-Tu padre no me ha dejado dormir, esos ronquidos empeoran cuando tiene catarro.- de repente Ana se percató de mi presencia. Se quedó pasmada, para después apresurarse a donde me encontraba y estrujarme en sus brazos.

-Hola.- Solo pude salir esa palabra, pues las lágrimas trataban de salirse de mis ojos, jamás pensé que me recibiría de esa manera.

-Hola pequeña, ¿Cómo has estado?, ¿Qué has hecho?...disculpa, es que hace tanto que no te veo que me muero por saber que ha pasado con mi pequeña. – una día, en su cumpleaños número 42, Ana me dijo, un poco ebria, que yo era la hija que nunca pudo tener, dijo que Dios obra de maneras misteriosas y que me había mandado en otro "frasco", pero que había encontrado el camino de regreso a casa.

-Descuida, tendrán todo el fin de semana para ponerse de acuerdo. –dijo Sam algo irritado, pero por dentro sabía que él amaba la escena.

-Espero que los tres días, pues recuerda que el lunes será día de la independencia. Entonces es un fin de semana largo. Prepare el menú de los tres días y espero que los pruebes todos, encontré un recetario buenísimo y quiero hacer algunas recetas....- Ana no paraba de hablar, se veía feliz e ilusionada de que estuviera aquí. Sam me miro y sonrió, y me hizo señas de que iría arriba. Sabía que estaba feliz de no ser él el centro de atención.

-Disculpa Ana, pero creo que me iré a descansar un rato, que te parece si le seguimos más tarde.- dije mientras bostezaba, de repente la falta de sueño se hizo presente en mí.

-Claro pequeña, yo seguiré aquí, creo que me falta picar las zanahorias o era el brócoli...-dijo mientras se alejaba, pero antes de meterse a la cocina volteo a mirarme y señalo - Puedes alojarte en la habitación de Max, el no vendrá. Estoy tan contenta de que allás regresado.

-Gracias por dejarme regresar.- fue lo último que le dije a Ana antes de subir las escaleras.

Al entrar en la habitación de Max, me encontré con que casi nada había cambiado. La cabaña la utilizaban como casa de campo y cada uno de los muchachos Fuenmayor tenían su propia habitación. Mientras la de Sam era personalizada, la de Max siempre había sido sobria, parecía una habitación de huéspedes cualquiera. No había fotos, ni nada conmemorativo a su persona.

Me recosté en la cama después de rebuscar en mi maleta la pijama y ponérmela. Amaba dormir con un pequeño short y con una camisa de resaque. Al tocar mi cabeza la almohada, de inmediato gire buscando su aroma. No había nada. Imagine que hacía mucho tiempo que él no venía a la cabaña. Un remolino de emociones me ataco, no sabía si estaba feliz o triste por qué el no hubiera estado hacía mucho tiempo en esta cama.

Cerré los ojos tratando con todas mis fuerzas de no pensar ni recordar nada. No supe en que momento me quede dormida, creo que al final, el cansancio fue más fuerte que la nostalgia y me venció. 

Sentimientos bajo el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora