Una vela sobre el pastel de almendras y la melodía de una canción de cumpleaños era todo lo que papá necesitaba para sonreír ampliamente y hacerme sentir mejor.
Su absurdos juegos de palabras y sus malos chistes eran ahora mi distracción más valiosa y cuando él notó que comencé a sonreír por sus ocurrencias, supo que las cosas no andaban bien conmigo. Lo entendí porque su mirada cambió.
—Feliz cumpleaños, querido —mamá se acercó y le dio un abrazo, acto que papá aprovechó para demostrarle su cariño.
Me les quedé mirando con una diminuta sonrisa en los labios; mamá no era muy afectuosa con papá, al menos no frente a mí, pero mi padre era todo lo contrario a ella y casi siempre estaba abrazándola y dándole su amor.
Deseé alguna vez poder vivir algo parecido.
—¿Qué pasa con mi doctora favorita? ¿No vas a darle un abrazo a papá?
Desperté de mi sueño y sacudí mi cabeza, me había perdido por instantes imaginando escenas que estaba segura que jamás ocurrirían.
—Claro que sí.
Caminé hacia papá y le di un abrazo, él me correspondió con ternura y cuando apoyé mi barbilla sobre su hombro volví a esa melancólica sensación de mi infancia cuando todos mis miedos y problemas se solucionaban con un abrazo de papá. Extrañaba estar bajo su cuidado, no preocuparme de nada más ni de las responsabilidades e injusticias que la vida real te obligan a experimentar.
Sentir la caricia de su mano sobre mi cabeza era todo lo que necesitaba.
—Feliz cumpleaños, papá.
Sus ojos azules me observaron y sus cejas se elevaron en una mezcla de alegría y preocupación. ¿Era eso posible? Sí, papá estaba preocupado por mí y me sentí mal por ello.
—Estás más delgada, Sakura ¿has estado comiendo bien?
—Sabes que trabajo mucho, es lógico que haya perdido uno o dos kilos —excusé.
—Bueno, vamos a partir el pastel —dijo mamá logrando cambiar el tema, mas la mirada de mi padre no se apartó del todo de mí.
Tras una tarde en familia celebrando el cumpleaños de papá, sentí que recuperaba un poco de aliento de vida después de unos días pesados y tristes.
Terminé de ponerme los zapatos mientras estaba sentada en la orilla del piso frente a la puerta. Se había llegado el momento de ir a mi departamento a preparar mis cosas para el día siguiente.
Tenía poco de haberme independizado por completo de mis padres, aunque eso era en lo económico pues en ese momento papá me hizo caer en la cuenta de que aún dependía de su apoyo moral.
Su presencia tras mi espalda fue lo suficientemente fuerte para hacerme voltear a verlo y sin dar tiempo a que yo me pusiera de pie, él se sentó a mi lado.
Sus cansados ojos marcados por la edad, veían hacia la puerta y casi pude adivinar de lo que iba a hablarme.
—Estás pasando una mala temporada ¿no?
Mis labios se removieron una y otra vez, no sabía si era buena idea decirle la situación. Pero estaba segura que él no se atrevería a traicionarme.
—Estoy preocupada, es todo.
—Es todo me suena a cierto Uchiha.
Di un respingo y él comenzó a reírse.
—Te conozco bien, siempre has estado enamorada de ese chico y ahora que él está...
Su ánimo de desvaneció y dejó su frase inconclusa. Yo bajé la mirada y abracé mis piernas.
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Hito de Esperanza
Mystery / ThrillerLa Cuarta Guerra Mundial Shinobi terminó, el mundo recuperó la paz y las personas comenzaron a reconstruir sus vidas. Pero la libertad y la felicidad son privilegios que Sasuke no posee. Condenado a vivir en prisión sin la posibilidad de redención...