Un mes más había pasado, una mañana de mayo cuando iba hacia la clínica la llovizna se convirtió en una terrible lluvia torrencial. Los transeúntes corrían buscando un techo dónde cubrirse del agua para evitar estropear sus ropas; yo también lo hice por al menos dos cuadras hasta que mis pies dejaron de moverse y se quedaron quietos sobre un charco donde me reflejaba.
Giré la mano para ver mi palma y percibir el momento exacto cuando las gotas de lluvia caían y estallaban sobre mi piel. Esa sensación tan fría y estremecedora me hizo viajar a una dimensión distinta, poco a poco comencé a empaparme completamente pero no me importó. No me molestó que mi peinado se arruinara ni que el maquillaje se corriera, alcé mi rostro para sentir el impacto del agua y cerré los ojos.
Una parte de mí quiso hacer cálculos exactos de cuánto tiempo había pasado desde la última vez que Sasuke estuvo en medio de una tormenta. O por lo menos saber, ¿cuándo había sido la fecha más reciente desde que miró la lluvia? Por desgracia, sus ojos quienes nacieron privilegiados por poseer una técnica única estaban siendo castigados dándoles a cambio oscuridad.
Aprendí a amar a Sasuke cuando entendí su dolor. Cuando vi más allá de un físico y me adentré a su historia y su forma de ser; cuando dejó de importarme el juego de niñas de conseguir su amor y lo cambié por su propia felicidad.
—¡Sakura!
Mis párpados vibraron y mis ojos se levantaron cuando el agua dejó de caer sobre mi cuerpo, miré la oscura tela impermeable cubriéndome y después la mano que sostenía el paraguas. Sus pobladas cejas se elevaron y en sus labios casi se formó una sonrisa que murió en la última instancia cuando vio algo en mi rostro que seguramente le pareció triste.
—Lee. Tanto tiempo sin verte, has vuelto de tus misiones en Suna.
Sus labios temblaron antes de abrirse mas al final soltó un ruido parecido a una risa, de esas que surgen como para aminorar la tensión en el ambiente.
—Sí, justo he regresado anoche y hoy voy a entregar unos reportes al Hokage. Disculpa que te lo diga, pero no deberías estar mojándote con la lluvia, te puedes enfermar.
Miré el resto de mi ropa, en ese momento tener un paraguas protegiéndome de la lluvia era inútil pues estaba completamente mojada.
—Lo siento —contesté apenada y con mis manos exprimí el borde de mi blusa—. Tenía mucho tiempo sin mojarme con la lluvia, por alguna razón me pareció divertido. Pero ya estoy algo mayor para hacer tales cosas ¿no?
Lee arrugó sus cejas y sus labios se apretaron, por momentos imaginé que iba a regañarme por ser tan imprudente.
—Es verdad, Guy sensei siempre me lo dice: la juventud es una llama que no debe apagarse ni con la más mínima gota de agua. Así que está bien que hagas lo que te gusta, Sakura.
No pude evitar sonreír, sus ocurrencias a veces eran un oasis en el desierto. Lee se ofreció a llevarme hasta la clínica pero nuestros caminos estaban en lados opuestos y no le vi sentido en retrasarlo más tiempo si de todos modos ya me había humedecido la ropa.
La intensidad de la lluvia bajó de un momento a otro y fue entonces que decidí marcharme.
—Creo que aquí nos despedimos, tengo que llegar pronto a mi trabajo —dije. Él movió su cabeza como un gesto de aceptación.
—Te veré luego, Sakura.
Corrió con su paraguas y lo perdí de vista. Giré sobre mis pies y emprendí camino a la clínica de salud donde me esperaba un largo día.
(...)
Mis dedos recorrían el borde de mi taza con café humeante y mis pupilas se entretenían viendo cómo el vapor se perdía al ascender. La puerta del consultorio se abrió y vi a Ino quitarse la bata para colgarla en el perchero sobre la pared, su expresión no era la más alegre y supuse que estaba teniendo un mal día.
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Hito de Esperanza
Tajemnica / ThrillerLa Cuarta Guerra Mundial Shinobi terminó, el mundo recuperó la paz y las personas comenzaron a reconstruir sus vidas. Pero la libertad y la felicidad son privilegios que Sasuke no posee. Condenado a vivir en prisión sin la posibilidad de redención...