cap 6

259 15 6
                                    

Fue un entrenamiento duro y agotador. Puede que incluso fuera peor que el de la noche anterior, pero el cansancio no era la peor parte. Ya nos habían advertido de esto, pero, no me gustaba nada tener que hacerme a la idea. Querían entrenarnos para descubrir cuando nos estaban mintiendo.

Y yo soy una falsa que algún día tendrá que traicionarles.

La tarea consistía en interrogarnos los unos a los otros. Cada uno tenía que interrogar a una persona cuyo nombre los demás no tenían que conocer. El nombre estaba dentro de un dossier, muy elegante, con mi nombre escrito con grandes y vistosas letras en la portada. Me preguntaba nerviosa quien sería la persona que tenía que interrogarme a mi, porque iba a tener que mentirle muy bien. Bueno, o no. No tenía que mentir del todo, solo en las preguntas comprometedoras. Mas tranquila, aguardé a que me llamaran para ir a recoger mi dossier, y me fui agotada a mi habitación. Ordenada y solitaria, hizo que me sintiera protegida y desprotegida al mismo tiempo. Ahí se supone que nadie iba a molestarme. Por otra parte, tendría que defenderme sola si alguien intentase entrar por la ventana y atacarme.

Y no sería la primera vez que alguien entra por la ventana

Cerré la puerta al entrar, y, antes de averiguar qué nombre se escondía dentro de aquel curioso dossier, cerré también la ventana. Me senté en mi cama y lo abrí. Con mucha sorpresa, leí su contenido.

Allie Sheridan.

Seguro que Nathaniel andaba detrás de esto. No cabía duda, él tenía algo que ver. Él lo controlaba todo, así que eso tenía que ser cosa suya.

Después de conocer el nombre y de leer las instrucciones que venían dentro del dossier, apagué las luces y me acosté. Cerrando los ojos, ya tendida en mi cama, repasé ese día en mi cabeza. Intenté pegar ojo pero no podía, no conseguía sacarme de la cabeza ese encuentro con Gabe. Su agresividad, su gélida mirada, sus amenazantes manos contra mi garganta... No era capaz de conciliar el sueño, pero tenía que, al menos, pensar en otra cosa y tranquilizarme. Traté de meditar como podía hablar con Sheridan sobre la tarea de la Night School.

Mira, Sheridan... No, mejor le digo Allie. Eso es, le diré Allie. Mira, Allie, tenemos que hablar...

Las horas avanzaban y no se me ocurría nada. Al fin me dormí, pero apenas puede descansar dos escasas horas. El despertador sonó, y no había amanecido aún. Yo no podía conmigo misma. Mi cabeza daba las órdenes de que me levantara pero mi cuerpo no se movía de la cama, no me sentía capaz de hacer nada, y llegué tarde a desayunar. Me sentía sin ganas de nada (excepto dormir, claro), no prestaba atención a lo que ocurría a mi alrededor, mi cerebro parecía apagado o fuera de cobertura.

-Hola... -saludé de cualquier manera al llegar a la mesa de siempre-

-Y aquí está el zombi que nos faltaba... -bromeó Lucas-

- ja-ja, muy gracioso...

-Era broma... -respondió encogiéndose de hombros- pero tienes cara de no haber dormido...

Yo no solía tomar café, y menos aún si tenía cafeína, pero esa mañana no tenía opción. El resto del día lo pasé sin ganas de nada, pero tenia que sacar fuerzas para darle la noticia a Sheridan, y no sabia ni como se lo iba a decir. Volví a ensayar el "discurso" cuando casi tropiezo con Dylan.

-¡Stella! ¡Ten cuidado!

-¡Oh! Lo siento mucho. Iba pensando mis cosas, no presté atención y...

-No pasa nada. De todos modos te estaba buscando, Stell, tenemos que hablar... -algo en su tono de voz no me gustó nada-

-Bueno, pues habla...

Aquella era la primera vez que veía nervioso a Dylan.

-Aqui no -dijo casi en susurros- tenemos que buscar un sitio más privado

Acto seguido me cogió de la mano y me llevó con él. Yo solo me dejaba llevar. Dylan tenía una mano muy cálida, que se aferraba a la mía con suavidad. No sabía por qué, pero me dio pena que me soltara al llegar a donde quería hablar. Estábamos en la gran biblioteca, en una zona poco transitada y sombría. Era el escondite perfecto. Nos sentamos los dos en el suelo y empezamos a hablar en voz muy queda.

-Turner, ¿que es todo esto? Me estas asustando un poco...

-Stell -empezó a responder con tranquilidad, pero se le veía muy incómodo- tengo que decirte algo, y no te va a gustar...

Tragué saliva, eso me daba muy mala espina. Dylan me miró directamente a los ojos.

-Debo interrogarte, para... Bueno, tu me entiendes...

-No, Dylan, no te entiendo -respondí nerviosa y asustada-

Entonces se acercó a mi oído para hablarme en susurros.

-Digo que debo interrogarte para lo que nos dijeron en la Night School...

Me quedé de piedra.

-¿Qué? ¿Tu? Pero... Pero... Pero...

Sin embargo, no había discusión. Dylan tendría que hacerme un montón de preguntas, y yo tendría que contestarlas. Tenía miedo de hacer algo mal y de que me descubrieran, pero debía mantener la calma y aparentar normalidad.

Toda la normalidad que puedes aparentar cuando están a punto invadir tu intimidad...

Salimos de la biblioteca y fuimos juntos a la sala común. Yo iba a ver si encontraba a Sheridan, y Turner había quedado con el francés para jugar al ajedrez (les encantaba, lo hacían muy a menudo). Ambos mirábamos hacia abajo durante el camino. Era un momento extraño después de un momento incómodo.

-Lo siento mucho, Stella -dijo de repente-

-¿Por qué lo sientes? -pregunté mirándolo extrañada-

-Ya sabes por qué, acabamos de hablarlo, y yo... -hablaba en un tono bajo y apenado- ...lo lamento mucho. Quiero que sepas que yo nunca te haría algo así por propia voluntad y...

-¡Dylan! -interrumpí- deja de preocuparte. Esto no es culpa tuya, y ambos lo sabemos -le hablé tranquila y amablemente, tal y como él me trata siempre a mí- No pasa nada, no te sientas mal. Yo debo hacerle lo mismo a otra persona, y esa persona tiene que hacer esto a otra persona... Y alguien tiene que hacerlo contigo, es inevitable.

-Ya lo sé, Stella. Es solo que... No me gusta nada esto.

A nadie le gustaba aquella tarea, porque consistía en escarbar en los secretos de otras personas, secretos que podían ser muy incómodos. Teníamos que destapar el pasado haciendo resurgir los recuerdos más dolorosos.

Cuando llegamos a la sala común, Dylan se reunió con su amigo y yo me despedí de ellos.

-¿No quieres quedarte? -dijo Dylan-

-Me encantaría, Turner, pero tengo cosas que hacer

-¡Qué lástima! -intervino el chico francés- deberías venir con nosotros algún día y... No sé, jugar al ajedrez, por ejemplo

Aquel chico sonreía burlón a su amigo, como si con eso que dijo quisiera hacerle rabiar, como si le estuviera buscando las cosquillas a Dylan.

-¡Cállate, Cassel! Stella es una chica muy ocupada... Y... No creo que...

¡Un momento! ¿Dylan está nervioso? ¿Otra vez?

El amigo de Dylan le interrumpió riéndose.

-Dylan, Stella está tan ocupada como todos nosotros, no creo que que pasar unos minutos jugando con nosotros le retrase mucho en sus tareas, y menos si es en durante el descanso... ¿Verdad Stella? -dijo Cassel al mirarme con una ceja levantada-

-Bueno... -respondí- es verdad, pero hoy no. Tengo... cosas que hacer... Quizá me quede otro dia. Hasta luego.

Dicho esto, me fui de ahí. Recorrí los pasillos en busca de Sheridan, y pensando donde debía de estar. Y luego recordé que a lo mejor estaba en la biblioteca. Toqué el pomo de la puerta, nerviosa, aún no tenía ni idea de como se lo iba a decir. Después de un rato, inmóvil ante aquella puerta, giré el pomo y entré. Ahí la vi, sentada con Rachel y estudiando tranquilamente.

¡Vamos Stella! Ahora o nunca...

Stella en CimmeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora