Capítulo 11

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N/A: Antes de nada, dar las gracias a quienes seguís leyendo mi fic y tenéis la paciencia de aguantar la espera, y más a quienes además os tomáis la molestia de comentarlo :)

Espero que el capítulo siga en la línea, como la mayoría de las veces, no sé si voy bien o tengo una impresión equivocada jaja así que vuestras opiniones siempre son bienvenidas.

Espero que os guste, felices fiestas y a acabar el 2018 como se merece!
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Suspira, tirada en el sofá, donde después de varios minutos por fin ha encontrado una postura cómoda, y agarra el mando a distancia, cambiando el canal que estaba mirando sin prestarle demasiada atención. Hace algunas muecas ante varios anuncios publicitarios, para su gusto, demasiado exagerados. Gente con una amplia sonrisa en la cara mientras prueban no se qué tipo de detergente para la ropa, ese que les hará cambiar sus vidas, según el anuncio; o ese otro donde un coche, uno como cualquier otro para ella que entendía poco o nada de coches, se transforma de pronto en una especie de robot que destruye la ciudad, dejando maravillados a todos sus habitantes.

Vuelve a suspirar, pero esta vez el mando a distancia resbala de su mano hasta caer sobre sus piernas. En el televisor, un hombre sentado en la barra de algún lugar elegante, sonríe mientras el camarero le sirve una copa de aquella marca de Whisky que ella tan bien conoce. Cierra sus párpados ante el dolor que le produce el recuerdo. Aquel tipo de bebida alcohólica, de esa marca en concreto, había estado presente en todas las últimas discusiones con su padre.

No pudo evitar pensar en él, qué estaría haciendo en ese momento, o más bien, qué sería de su vida ahora. Ya habían pasado unos meses desde que él la trató de esa manera, echándola de casa, dedicándose a la bebida como única opción. Se había prometido a ella misma intentar no volver a pensar en él, ya que el recuerdo y el anhelo tanto de su padre como de su madre solo le producían dolor, sin embargo, era algo imposible. Era su padre y en el fondo sabía que lo ocurrido con él era consecuencia de la tragedia de la que los dos habían sido víctimas. La muerte de Johanna Beckett les había hundido en un mísero pozo sin fondo a los dos, sin embargo ella tenía a Rick, que tiraba de ella hacia la luz. Su padre no tenía a nadie.

Observó el reloj situado junto al televisor, todavía quedaban bastantes horas para que Rick volviese del trabajo, y, puesto que era el día de Navidad, todo el mundo estaba reunido en sus casas con sus familias, tal y como ella solía hacer desde que era una niña. Lanie les había invitado, a ella y a Rick, a cenar con su familia, sin embargo ella le había dicho que preferían cenar los dos solos, pasando una noche como otra cualquiera. Lo cual no era cierto, porque sabía que Rick tendría que trabajar hasta bien entrada la noche.

Se levantó del sofá, sintiendo la pesadez y el cansancio que el embarazo provocaba en su cuerpo, se puso sus botas, se enrolló una bufanda al cuello, que Martha le había regalado, y se colocó su abrigo antes de salir al frío que Nueva York le ofrecía en esos momentos.

Sus nudillos, todavía fríos, golpeaban contra la puerta una y otra vez. Había estado llamando al timbre y golpeando la puerta de su antigua casa durante varios minutos, pero no pensaba rendirse. No había ido hasta ahí ni cambiado su opinión sobre perdonar a su padre, para que ahora él se negase a abrirle la puerta. No había escuchado ningún ruido en el interior de la vivienda, sin embargo, tenía que estar allí, ¿dónde más podría estar? La otra opción era que estuviese bebiendo en algún bar cercano, y si ese era el caso, esperaría hasta que volviese.

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