SU FAMILIA

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CAPÍTULO VI

Al abrir mis ojos y recobrar el conocimiento me encuentro a una enfermera revisando mis signos vitales y cosas de esas que solo ellos entienden.

Mi primer pensamiento como típica niña es hacer lo que se supone no debo hacer —mover la pierna— lo bueno es que recapacito y no muevo ni un músculo de pelvis para abajo. 

—Hola... —mira su tableta, imagino para buscar mi nombre porque después de unos segundos añade—. Reichell que bueno que despertaste, descuida, no te muevas por nada, en un momento viene el doctor a verte.

—Ok gracias, ¿sabe cuánto tiempo duró la operación? 

—Unas tres horas aproximadamente, descuida no hay nada que temer, estas operaciones son rápidas y sencillas.

Media hora después de que el doctor ha revisado y verificado que todo salió en perfectas condiciones permite el acceso de mi familia y amigos.

Salimos de la clínica unas dos o tres horas después, lo cierto es que entre tanto amor he perdido la noción del tiempo, por ello una vez que los abrazos han terminado y la alegría se ha dejado para después me despedido de mis amigos de la oficina. Ellos seguían aquí a la espera de mí alta médica como me habían prometido. 

Salimos del hospital con indicaciones para el cuidado de mi pierna; desde la limpieza e higiene que debo tener en esa área hasta los medicamentos para el dolor que tendré a futuro, también me suscriben aquellos que me ayudaran a cicatrizar.

Todo un cóctel de drogas cortesía del médico.

[...]

Al día siguiente por la mañana mi padre me propone llevarme a comer, aunque aún me duele un poco el área de la operación creo que sería lindo borrar de mi mente lo vivido.

Soy convencida por completo cuando me dice que el lugar es nuevo y lindo. Lo único que no me gusta es que iremos solo nosotros,  me siento un poco mal por no invitar a mis amigos ya que ayer estuvieron conmigo todo el día, pero es mi padre quien me aconseja una comida familiar prometiendo me que después podremos hacer algo para agradecerles su incondicional apoyo.

Cuando voy en el carro me viene a la mente Alejandro, no sé porque no se quedó a la operación el día de ayer, recuerdo que dijo que lo haría, pero bueno imagino que tenía cosas más importantes que hacer antes que estar conmigo, algo de su empresa o cosas de ese tipo.

A mi familia no le he preguntado por él, no le quiero dar la importancia que en mi mente le estoy dando y que ellos se den cuenta de mi interés. 

Dejo de pensar en la falta de palabra de Alejandro y me centro en mí alrededor.

No sé a dónde comeremos, estamos entrando a una área muy linda aquí en Mérida llamada paseo Montejo, es conocida por tener las casas más grandes, bonitas y con una arquitectura de época.

-¿Sabes a dónde vamos? —le preguntó a Pablo.

—Deja de estar de curiosa, recuerda que es sorpresa y las sorpresas, al menos a mí, no me gusta arruinarlas. Quédate tranquila te gustara mucho, según maps ya casi llegamos.

—¿Qué? ¿Ustedes tampoco conocen el lugar? —menea su cabeza en señal de negación—. ¿Quien recomendó ese misterioso lugar? ¿Y si resulta una porquería?

—Reichell deja en paz a tu hermanito ya se te dijo que es sorpresa, no insistas —con un poco de mal genio decido guardar silencio, a los pocos minutos papá para la camioneta—. Familia ya llegamos, creo que es este el lugar —busco un cartel o algo que me diga en qué consistirá la comida, lo único que veo es una casa enorme, bueno, no una, sino dos casas idénticas de gran tamaño.

GRUÑÓN PARTICULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora