DÍA DE LA OPERACIÓN

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CAPÍTULO V

—Hola, no llores por favor. Vengo a pedirte que hagas o actúes como si esto nunca hubiese pasado porque como bien dijiste fue un error —ahora resulta que yo lo dije. Pero no le llevaré la contraria, no tengo fuerzas para hacerlo—. Y no quiero que ese beso se interponga en nuestra amistad, o lo que sea que tengamos porque lo cierto es que me gusta tu compañía y la de tu familia.

—Claro aquí no pasó nada, seguimos en las mismas, solo te recuerdo que no somos amigos, nuestra relación se limita a ser asistente y jefe. Como te dije no estás obligado a venir o a quedarte, te puedes ir cuando quieras. Por mi familia despreocúpate, les inventare una excusa para que no quedes mal.

—¿Vas con lo mismo? ¿No te das cuenta? Entre nosotros hay algo más que una relación jefe asistente, sabes que somos más que eso, somos amigos y como amigo tuyo te seguiré visitando lo quieras o no. Además tengo la responsabilidad de que sanes pronto porque yo te ocasione esto —sin poder evitarlo señala mis piernas—. Ten por seguro que cumpliré mi palabra.

Antes de que pueda añadir algo suena el timbre. Él sale de mi habitación en silencio para abrir la puerta. A como escucho mi familia ha llegado, pero Alejandro ya no regresa. Escucho como se despide de todos menos de mí. 

Es obvio que no le importo, solo viene porque su conciencia no lo deja tranquilo. 

El beso que me dio, aunque para mí significó algo para él solo fue un medio para callarme. Pero ya me recuperaré, le regresaré su libertad y su conciencia, de eso puede estar seguro.

El pomo de la puerta gira, es tiempo de dejar las lágrimas y esto a un lado, mi familia no debe verme así.

—Hola hermana ¿cómo sigues?

—Que hay Pablo, me encuentro mejor que los otros días ¿cómo te fue? ¿Encontraste algo bonito?

—Desde luego hermana, lo bonito sigue lo bonito ya lo verás cuando vayas a los hoteles. Compre unas fuentes talladas a mano ¡están muy padres! —guiña un ojo en señal de orgullo.

—Muero por verlas. ¿Papá y mamá?

—Me dejaron acá y salieron de nuevo, fueron a la clínica para ver todo lo de tu operación. Oye que detalle de Alejandro al pagar toda tu recuperación.

—¡Como! ¿Papá lo permitió? —creo que mi cara y mi voz al gritar hablan de lo sorprendida que estoy. 

—Desde luego que no, me acaban de llamar para decirme tan sorprendidos como nosotros que al llegar a saldar la deuda les dijeron que todo estaba pagado, incluso la operación ya fue liquidada, es más hasta las terapias. Cuando vengan nos platicaran a detalle, ¿tienes alguna relación con él?

—¿Con quién? —me hago la desentendida.

—Con Alejandro, de quien más puedo hablar.

—Desde luego que no, apenas lo conozco ¿por qué piensas eso?

—Bueno, la actitud de él da pie para pensar que si, por tu reacción veo que no, por lo visto solo es un buen jefe que siente culpa —aunque suene feo me da gusto que Pablo no me conozca como Joaquín, porque el sabría que por lo menos de mi parte estoy un poco inquieta por Alejandro.

Alto, inquieta no es la palabra, más bien sería, interesada.

Más tarde como a las cinco y media Marta pasa para saludarme, estoy sentada en la cama cuando la escucho llegar.

—Hola nena ¿cómo sigues?

—Marta que gusto verte, pasa, toma asiento. Estoy bien, mejor que ayer y los días que le anteceden. Tú ¿cómo vas?

GRUÑÓN PARTICULARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora