Epilogo.

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Hacia mucho tiempo desde la última vez que había dormido con mucha calma y sin nada de estrés o bueno, el tener alguna que otra preocupación.

Sumire había empezado a abrir ambos ojos lentamente, mientras iba identificando con su campo visual lo que tenía al frente; entonces vio un techo blanco y limpio, nada de suciedad o algo de que limpiar, era lo primero que se preocupaba al momento en despertar una mañana en su apartamento y comenzar a limpiar, pero ese techo no era de donde vivía, era diferente.

—Oh, veo que ya despertaste.

Sus pensamientos habían sido interrumpidos por una voz masculina a su izquierda, en dirección a una puerta de dicha habitación y allí podía ver parado a un chico con cola de caballo puntiagudo y azabache, su buen compañero Shikadai había entrado a la habitación extraña en la que se encontraba.

—¿Dónde…?

Fue lo único que pudo preguntar sin alcanzar a decir de más.

—¿Te refieres a dónde estamos? —le fue reinterpretando la pregunta con otra, mientras veía como su compañera había asentido— Bueno, para ponerlo más sencillo y sin rodeos estamos en el hospital de Konoha. Tuvimos la suerte que unos ninjas nos hayan encontrado por las alcantarillas.

—Ya veo…

—Sarada se puso como loca cuando te vio en el suelo inconsiente y muy herida de los brazos. Es bueno que ya pudiste recuperar la conciencia. —declaró Shikadai en un pequeño suspiro aunque algo liviano lleno de alivio.

—Entiendo… Lo siento por qué se hayan preocupado por mi…

Dicho eso se había empezado a levantar un poco de su cama con mucha dificultad, aún estaba un poco adolorida y entumecida de los brazos, los podía ver y ambos estaban vendados del codo a la muñeca. Le pesaban sus ojos al empezar a abrirlos de más, pero en unos cuantos segundos había empezado a reaccionar con un click en su cerebro, volteando nuevamente a ver a Shikadai pero está vez más preocupada.

—¿Dónde… Dónde están?

—Tranquila, delegada. —dijo— Los demás están en la otra habitación de a lado y despiertos. Chouchou fue la primera en tener hambre y así que ya no tardó en empezar a comer.

—Ya veo… —Sumire se había levantado un poco lenta y aunque se le dificultaba mucho en pararse, fue comenzando acostumbrarse a ello y rápidamente había llegado hasta donde se encontraba Shikadai mientras pasaba a su lado y con unos ojos súplicantes lo miró a los ojos llenos de inseguridad— …¿Dónde está?

En otra habitación un chico de pelo rubio se había presionado la cabeza con ambas manos, sintiendo un gran ardor que le quemaba por dentro como si alguien habría encendido un cerillo en su cerebro.

—Y-Ya recuerdo... —Boruto había mantenido su vista hacia abajo en sus piernas extendidas en la cama que solo se veían debajo de las sabanas. Él había empezado a darle un escalofrío por su espalda hasta su cabeza, un sentimiento que había experimentado por la anoche— Ayer... yo estaba... Ayer todo se salió de control…

¿Cuánto tiempo habrá pasado?

Lo más sorprendente y que ahora volvía a recapacitar era en cómo los rayos del sol pasaban por la ventana y alumbraban todo su cuerpo por el reflejo del vidrio en eso le había dado el reflejo de taparse los ojos con una de sus manos. Parece que a juzgar por el ángulo del sol ya debe debe de estar cerca del medio día, tal vez.

En ese momento el sonido de la puerta abriéndose había hecho eco por todo el cuarto lo que fue llamando la atención de Boruto girando hacia la dirección de donde estaba la puerta. En ello vio a una sola persona quien había entrado y sola. La veía bien y con el color de su cabello violeta ya podía saber de quién se trataba, su expresión preocupada de siempre la delataba aún más. No sabía muy bien en cómo sentirse ahora en tener a Sumire presente allí mismo, por un lado estaba contento de verla sana y salva, pero por otro lado…

~Una Experiencia de Halloween~ [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora