• VII •

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Solté aire desde mis pulmones, intentando tomar un poco más de este, acalorada, sudorosa y cansada mientras miraba a JungKook cuando se hecho a mi lado. Y aunque él parecía un poco más tranquilo que yo, pude divisar algunas gotas de sudor formándose en los costados de su cara para rodar por su mandíbula.

Su mirada cayó sobre mí y soltó un suspiro cansado dejando que su pecho se inflara y luego dejarlo descansar. Después rodó sus ojos levemente para cerrarlos mientras echaba su cabeza atrás.

—Demonios, eres demasiado exigente. No sé cómo ese cuerpecito tuyo contiene tanta energía y fuerza.— habló volteandome a ver después, con ojos cansados. —¿Haces esto seguido?— pude escuchar la curiosidad y la flojera en su voz.

Reí ante ello y negué cerrando los ojos también hechando la cabeza atrás, dejándola recargada en el respaldo del sofá.

—No, tu alma puede descansar por ello. Aparte, no sé de qué te quejas, si en realidad todo esto había empezado por tu culpa.— hablé frunciendo el ceño. —Los muebles podían esperar en la habitación y ya.—

—¿Mi culpa? Mierda, solo estaré unos pocos días, no toda la vida.— le escuché quejarse y luego sentí movimiento a mi lado, sabiendo que se había reacomodado para tal vez mirarme. Y en efecto, eso hacía cuando pude mirarlo con los ojos semi abiertos. —De todas formas, ¿de dónde sacaste esos muebles de anciana? Son horribles y pesan una tonelada. Que bueno que se los llevarán, porque no pienso dormir con esos muebles observándome, aparte, huelen a gato gordo de casa.—

Llevaba quejándose desde que habíamos comenzado a mover los muebles fuera del cuarto de huéspedes – por petición de él – que mi madre que había traído hace al menos dos meses. Los tenía en cuarto de huéspedes a sabiendas que yo no haría uso de ellos, ya que en efecto, son los típicos muebles que tendría una abuela, sin embargo, no iba a tirarlos, iba a conseguirles un dueño que pudiera remodelarlos y utilizarlos. Y hoy era el día. Unos señores habían visto los muebles gracias a algunas fotos que les había tomado TaeHyung, y ellos querían comprarlos, pero se los regalaríamos ya que eran muebles antiguos.

Solté un suspiro cansada de explicarle que no tenían ni un puto olor a nada, y que se callara para que me ayudara a sacarlos. Pero esta vez lo dejé pasar, palmeando su muslo con mi mano para levantarme de mi lugar indicándole que era suficiente descanso.

—Vamos, hay que sacar los otros que están ahí a un lado, feos y sin forma. Ya están viejos también y con suerte podrían ayudarnos a llevarlos a alguna tienda de muebles antiguos.— hablé caminando de regreso a la habitación donde solían dormir SangJun y TaeHyung.

Comencé a sacar las pocas ropas que había de TaeHyung en la mesita de noche, justo en los cajones, dejándola doblada sobre la cama.

Pude percibir a JungKook caminando cansado para tomar asiento en la cama, dejándose caer un poco hacia atrás sosteniéndose sobre sus manos en la colcha.

—¿Por qué no hiciste eso desde el principio con los muebles de viejos?— volteé a verlo, tenía una ceja encurvada curioso.

—Esos muebles tienen un valor sentimental para mí y para TaeHyung, queríamos asegurarnos que iban a estar en buenas manos y no fueran a destruirlos para hacer nuevos, o que sé yo, hacer fogatas.— me encogí de hombros volviendo a dejar otro par de ropa.

—Ya veo.— soltó ronco y volteé a verlo. —¿Pero entonces dónde voy a poner mi ropa? Quiero decir, ocupo ropa estos días, y no pienso dejarla en el suelo.— su espalda cayó sobre la cama, mirándome desde ahí.

Me reí en forma de burla mientras negaba con mi cabeza terminando de quitar la ropa, para revisar los otros cajones.

—No me voy a deshacer de todos, solo de estos dos que no combinan con los negros. Después conseguiré el juego o algún intento del juego.—

• LOBO NEGRO • 》Jeon JungKook y Tú《 *EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora