Cap.12

90 8 2
                                    

Me senté al lado de mi hermano en el despacho del abuelo. Él nos miraba con sus ojillos grisaceos a través de sus gafas. Yo no podía tener las pupilas quietas. En cambio Javier le devolvía, de brazos cruzados, la mirada, mientras se encontraba desgarbado en el asiento.
- Bien...Empezaremos por lo sencillo. ¿Por qué mentisteís?
- Yo solo quería ayudar a mi amiga Toddy... Sus padres no quisieron esperar a recogerla...así qué...- me quedé callada.
- Comprendo. Pero ¿No crees que si me lo hubieras dicho yo lo hubiera solucionado?
- Esque...tú no quieres que vayan amigos a La Cena Familiar.- me abracé a mi misma.
- Eso es verdad, pero yo puedo ser flexible. ¿No? La vida no es esto y solo esto.
-Sí...
- ¿Y tú por qué, Javier?
- Quería ayudar a Joy a conquistar a Freddy.- Se encogió de hombros.
- Umm...¿Tan estricto me veís?
- Sí. ¡Te recuerdo que haces trabajar a Golden, sin descanso!- me levanté un momento del asiento.- ¡Casi no puede dormir!
- Joy, tienes que entender que eso lo hago por su bien. Le estoy promocionando y mejorandole el talento. Además, contigo hice una excepción. Con este pensaba hacer lo mismo, pero ni al instituto va.- Señala a Javier que el no hace más que sonreír.- Es toda una pérdida de tiempo.
- ¡Pero Golden quiere vivir!
- ¡No me levantes la voz! Es una falta grave de respeto. Y tú, eres todavía muy pequeña para entender este mundo. ¡Ahora, siéntate!- Obedecí con el ceño fruncido.
- Bien...Como Javier no tiene escrúpulos, le pondré un castigo especial.- Me miró a mí.- A ti igual.- Sonríe.- Tu profesor me ha llamado para explicarme lo que hiciste y también el castigo. Y reconozco que es muy buena idea. Ingeniosa si se me permite decirlo.
-¿Cuál será el mío?...- mi cabeza estaba gacha y mi voz parecía lejana. Quizá quería huir de la realidad.
- Pues, te encerraré a ti, a Freddy y a Fred en la habitación de castigo. Esa que tiene cámara de vigilancia.- sonrió.
- ¿¡Por qué?! ¿¡Qué pintan ellos?!- exclamé.
- ¿No es obvio?- me mira arqueando la ceja.- Ellos son compinches de vuestra trola. A Toddy también la voy a castigar. ¡Por supuesto los castigos de los compinches serán más leves que los vuestros!- rió.- El castigo será divertido.
- ¿Por qué?...
- Por qué tendrás que coquetear con él. Y dudo que a Fred le guste eso...a sabiendas de que le gusta el chico del cuál estás enamorada. También estoy seguro de que a Freddy no le agradará tus coqueteos. Porque el amor de Fred es recíproco. ¿Verdad?- En cuánto oí eso me giré como reflejo, para ver a Javier que tenía una gran y estúpida sonrisa en el rostro. Yo le miraba con los ojos ardiendo en llamas.- Y Fred no debe de saber que como castigo tienes que coquetearle a Freddy.- continuó hablando el abuelo.
- Abuelo...
- ¿Si, Joy?
- ¿Cómo supiste que mentiamos?...
- De la misma manera en la que tú y yo sabemos que a Fred le gusta Freddy y viceversa.- sonrió.- Es demasiado palpable.
- ¿Cómo sabes que yo sé de sus sentimientos?...
- Les miras mucho.  Más de lo normal.- sonrió.
- Bueno, volvamos al tema. Freddy tampoco  sabrá sobre tu castigo. Y el castigo de los tortolitos será; Freddy,  la incomodidad de tus coqueteos y el de Fred, los celos.- volvió a sonreir.
- ¿Y el castigo de Toddy?
- Llamé a sus padres. Y ellos me dijeron que la llevara a su casa. Imagino que  por dejarla tirada ella odia a sus padres. Así que volver a casa, será el castigo ideal.
- ¿Y yo qué?- Una voz  profunda a nuestro lado metió baza. 
La expresión del abuelo cambió.
- Tendrás el castigo de siempre.  El que más efecto te hace, poco,  pero el que más.- Javier bajo la mirada y sonrió mientras sus cabellos se extendían como una cortina negra tapándole los ojos,  impidiéndome ver lo que ocultan aquellas ventanas. Su sonrisa era fría.
- No tienes ni idea...de lo que es...ni la más  mínima idea de que a que clase de ser me enfrento...- silencio.  Eso era todo lo que rodeaba la habitación.  Eran palabras suaves pero heladas y cortantes.
Los dos nos levantamos y seguimos al abuelo hasta la zona de las habitaciones de castigo.
-Abuelo...¿De qué ser hablaba Javier?- le susurré.
- Ni idea, lo más seguro esque sea una de esas frases sin sentido suyas.
Atravesamos ese pasillo de puertas metálicas, que parecían encerrar gritos de auxilio y  suspiros vacíos.
El abuelo sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta chirriante. Tal vez fuera por el escalofrío que me recorrió la espalda al abrirla pero siento que va a pasar algo horrible adentro.
- Entra Joy.  Luego vendrán Fred y Freddy.- dijo el abuelo.
-Ok...- entré abrazada a mi misma.
Antes de que la puerta se cerrara pude ver la sonrisa de mi hermano.
La habitación estaba muy poco iluminada pero se podía ver que tanto las paredes como el suelo eran de metal. Era como una celda, pero mi corazón eran las rejas y mi alma las cadenas.  Me senté en el suelo, apoyada en la fría pared,  ya que no había muebles solo un vacío,  aunque  más  denso fuera el de mi pecho,  este era real, y no podía distraerme de lo que se ve, de lo que congela el brillo y oprime el corazón.
Un haz de luz me iluminó el rostro cusndo abrieron la metálica puerta.
- Entrad.
- ¿Por qué ?- preguntó el chico cuyos iris parecian refulgurar en la penumbra.
- ¿Y por qué  está  Joy?- Freddy me dirgió la mirada.
- Estaís castigados.- dicho esto cerró la puerta de un portazo.
- Amargado.- masculló Fred.
Me levanté con cuidado y caminé con una sonrisa hacia Freddy.
- Hola osito.- mi voz era susurrante.
- ¿Osito?
- ¿Por qué  le llamas osito?- Fred me miraba con el ceño fruncido.
- Osito, tienes unos ojos muy lindos.- le empecé a acariciar el brazo.
Él  me quita la mano.
- Emm...gracias...supongo. Y no me toques.  Ahora estas muy rara.- se aleja un poco.
- ¿Rara? ¿¡Yo?!  Si solo digo lo que pienso, guapo.- solté una risita.
- ¡Ya está  bien Joy!- Gritó Fred.
Después de ese grito me quedé callada,  su voz tiene tal resonancia que te amansa.

Él y Yo (FREDEDDY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora