Solitario

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Katsuki estaba en la sala de su casa, sin saber que hacer, era una bella noche de noviembre y el rubio no tenia ganas de hacer nada.

—¿No vas a salir de nuevo?— preguntó Kaminari curioso.

Katsuki no había salido desde que Izuku estaba saliendo con Todoroki, al parecer su energía ahora era parte de una cabellera verde, que ni siquiera podía pensar en algo divertido.

El rubio ignoró a su amigo y este volvió a hablar.

—Tal vez eres dependiente de otra persona— se burló.

—¿Eso crees?— preguntó Katsuki como retando.

—No lo creo, lo aseguro— Kaminari atacó.

—Ya verás— dijo Katsuki levantándose.

Eso haría, saldría, tendría diversión y demostraría que no depende de nadie como el idiota de Kaminari lo cree.

Izuku por otro lado estaba en un restaurante demasiado elegante, pero estaba bien, ya se había acostumbrado un poco a esos lugares, había estado hablando con Todoroki todos esos días y al parecer habría una fiesta-cena elegante en los primeros días de diciembre, antes de las fiestas navideñas, para celebrar.

—Entonces..¿me acompañarás?— preguntó Todoroki sonando nervioso.

—Si, claro que si, seria un honor para mi— respondió Izuku sonando extraño.

Su forma de actuar le recordaba a veces a otra persona en específico, Izuku no lo había visto desde hace días, se preguntaba como estaría.

—Me alegro— dijo Todoroki sonriendo.

Y si, Todoroki no había intentado nada fuera de lugar, así que todo estaba bien, no había necesidad de besarse, estaban comenzando con citas y eso hacia sentir bien al peliverde.

Katsuki estaba rodeado de tantas personas, alcohol, y otras sustancias eran parte de lo que había, y él se sentía como en el pasado, había estado bebiendo demasiado aunque supiera bien las consecuencias, el rubio estaba siendo demasiado tranquilo para algo así.

La verdad es que se sentía solo, una soledad que jamas pensó que sentiría y lo estaba haciendo sentir mal, realmente mal.

Debía escapar y buscar ayuda.

Todoroki e Izuku salieron del restaurante muy tranquilos y en un buen ambiente, cuando escucharon como sacaban a alguien de algún club privado a la fuerza.

—¡Sueltame imbécil! ¡SE ACORDARAN DE MI! ¡SE LOS ADVERTÍ!— se escuchó la voz.

Izuku conocía esa voz a la perfección, siempre siendo egocéntrico y sintiendo la seguridad, ahora solo se escuchaba ebrio.

Se acercó rápido dejando a Todoroki ahí y lo vio.

—¿Katsuki?— preguntó sin creerlo.

Izuku jamás pensó en encontrar a su amigo en condiciones tan deplorables, y menos tan temprano. (Eran las 9:00p.m.).

—Izuku...cuanto tiempo sin verte, es un placer acompa....— se detuvo y sintió lo que llegaba.

Vomitó en el piso, manchando los zapatos favoritos del peliverde.

—¿Estas bien?— preguntó Todoroki a lo lejos.

—Si, yo...llevaré a mi amigo a su casa, lamento esto en serio— dijo Izuku sonriendo para la dirección del más alto.

—Bien, espero y este todo bien, nos vemos— se despidió Todoroki subiendo a su auto.

Izuku sintió su enojo y continuó a llamar a un taxi.

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