Capítulo 2

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Días después...

―Bien señora Thompson ―dijo el doctor―, ya puede marcharse a casa. La herida de bala esta cerrándose poco a poco y con que venga una vez al mes para revisarle, no habrá problema.

―¿Tiene que seguir alguna recomendación doctor? ―preguntó Joan.

―Solo que haga reposo y que no se exceda de trabajo.

―De acuerdo.

―Les dejo, voy a hacer los informes del alta para que puedan marcharse cuanto antes.

―Gracias doctor ―dijo Taylor.

Después el doctor se marchó de la habitación y Taylor comenzó a vestirse para cuando fuese a salir del hospital.

Joan recordó que era demasiado pronto para que le dieran de alta a su esposa. Pues antes de que el médico fuera a pasarle la última revisión, Taylor estuvo vomitando. Pero le dejo de dar importancia al asunto, cuando vio ponerse delante de la cama a su mujer y observó algo que hacía días que no miraba.

Cuando ella se desnudó completamente para vestirse con su ropa de calle, Joan se acercó a ella.

Él comenzó a recorrer su cuerpo, mientras que ella se encender. Pero se percató de que no estaban en su casa, para hacer lo que su marido tenía en mente hacer.

―Joan ―dijo ella―, aquí no por favor ―dijo suavemente―. Prometo que lo haremos en casa.

Él se acercó al odio de Taylor y le dijo:

―Eres una aguafiestas. Pero en fin. En la isla puedo poseerte a mi modo. Y sabes lo que me pone poseerte a mi manera.

―Vale.

La respuesta de Taylor, hizo que Joan se extrañase.

Ella cogió un vestido y comenzó a ponérselo mientras que Joan solo la observaba.

―¡Joan!

―Dime Taylor ―respondió él.

―¿Qué ha pasado con el hombre que me disparó? ―le preguntó ella.

―Eso es un asunto que pienso resolver mas tarde.

―¿Cómo? Si salió corriendo después de dispararme.

―Yo me entiendo querida.

―¡Vas a matarlo!

―Sí ―le respondió mientras él se sentaba―. Quien se mete con lo que quiero o tengo, acaba castigado o muerto.

―¿Qué eres un juez y un verdugo al mismo tiempo?

―Algo así.

―Y lo haces porque me amas, ¡no!

―Lo hago porque eres mi esposa.

―Ya.

Ella terminó de ponerse el vestido y en breve, le dijo de nuevo a Joan:

―Tengo que pasarme por la empresa de mi padre para hablar con Allan. ¿Te importa llevarme?

―De acuerdo.

―No sé qué es lo que tiene que decirme, pero espero que el se encargue de ese hotel. Ya que volveremos a la isla y no sé si tardaremos mucho o poco en regresar de nuevo a la ciudad.

―Podemos venir dos veces al mes a ver a tu madre.

―¡En serio me lo estas proponiendo!

―Sí. James ya no está y no hay nada que te impida venir a la ciudad. Mi enemigo está muerto.

Cuarenta Días de Redención (Una Noche en Verona III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora