Capítulo 8

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A la mañana siguiente, Joan despierta con el ruido del helicóptero sobrevolando la isla.

Levantó la cabeza de la almohada y no vio a su esposa por ningún lado. Eso le enfado un poco. Por lo tanto, se levantó de la cama y fue a buscar a su esposa. Que suponía que estaba recibiendo a Miryam con él bebe.

A la sorpresa de Joan cuando llegó a donde está el helicóptero en pocos minutos, Taylor no estaba. Pero tampoco el niño. Solamente esta Miryam hablando con el piloto para hacerle pasar a la casa porque le había invitado a un café.

―¿Dónde está mi hijo, Miryam? ―le preguntó Joan.

―Con su esposa. Supongo que habrá ido a llevarlo a la cuna.

―Gracias.

Joan se marchó a la habitación del niño. Quería saber qué diablos estaba pasando para que su esposa se hubiera marchado de su lado.

Cuando llegó a la habitación del niño, observó que su esposa se había sentado en la mecedora con él. Parecía que todo lo que estaba sucediendo desde las últimas horas, le había echo quedarse a solas con el bebe para pensar.

―¿Qué haces aquí sola? ―le preguntó él.

Ella miró a Joan y le dijo:

―Cuidando a nuestro hijo.

―Ya veo.

Hicieron una pequeña pausa.

Joan se acercó a ella, pensando en si había hecho bien en castigarla por haber estado con James. Él se decía que Taylor tenía razón. Ella misma también creía que su peor enemigo estaba muerto. No tenía que haberle castigado por algo que no sabía.

―Perdona cielo ―dijo él pronto.

―¿Por qué? ―preguntó ella.

―Porque tenías razón. Tu sabias que James estaba muerto. Verle me tomó por sorpresa y actué sin pensar.

―Joan, ver a Joan también me tomó por sorpresa. Pero aun así no tomo la medida de desnudar a mi esposo en el avión y ponerle film transparente como también castigarle por ello.

Joan se arrodillo ante su esposa y le cogió una de las manos. Besándola, le dijo seriamente:

―Prometo compensarte mejor esta noche con una cena.

―¿La prepararas tú?

―Si me lo pides tu, si. ¿Qué quieres cenar?

―Quiero que me sorprendas.

―Está bien. Lo hare.

Hicieron una breve pausa. A lo que Joan se vio obligado preguntarle a su esposa:

―Ahora que James está vivo, ¿qué piensas hacer con respecto a nuestro matrimonio y que sabes lo que siento por ti?

―Si te refieres a si voy a dejarte, no lo sé. Porque ahora que está vivo, tus amenazas siguen ahí en contra de los que quiero.

―Mis amenazas dejaron de existir desde el día en que supiste que te amaba, Taylor. Te amo y quiero nadie lo cambia. Solo la muerte.

―La cual has librado una vez.

―Error de tu parte. Casi libro a la muerte más de una vez. Recuerda mis heridas.

―Bueno, yo he sobrevivido a una y no me arrepiento de que lo hicieran.

Hicieron una pausa:

―Ahora que tu sabes que James está vivo Joan, ¿que harás con lo nuestro cada vez que me veas ante él como uno de mis socios? O, ¿con la muerte de ese hombre que intentó matarme?

Cuarenta Días de Redención (Una Noche en Verona III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora