Capítulo 6

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Tres días más tarde, Taylor, Joan y el bebe se marcharon del hospital.

Cuando llegaron al departamento de Joan, Taylor se marchó para dejar al bebe dormir en la habitación que le habían preparado, mientras que su esposo se quedaba a solas con Miryam.

Después de que se tomara un café decidió ir a trabajar al estudio con algunos asuntos privados.

Miryam en cambio, fue hasta la habitación de Taylor y esta le pidió que se quedase unos minutos con el bebe hasta que se duchase. Pues también quería salir a dar un paseo. Y Miryam no dijo nada, cuando le ordenó que se quedase con el bebe. Pues iría al cementerio para ver a su padre, sin decirle nada.

Clare vestía al bebe para llevarlo a dar un paseo, mientras que observaba como Allan se ponía la corbata para después marcharse a trabajar.

Después de vestirlo, le dio de comer, mientras que su padre le distraía con juegos y cosquillas.

De pronto, él recordó que Clare y él tenían que ponerle fecha a su matrimonio. Pero aun así quedaba casi tres meses para inaugurar el hotel en Verona. Por lo tanto, se daría ese tiempo para pensar un poco más en los planes de vida que tenia con Clare.

Después de que Allan desayunara tranquilamente, le dio un beso al bebe y a Clare; yéndose en breve a trabajar a la empresa. La cual, James compró la mitad de las accione y la cual este dejó a su cargo, tras fallecer.

Joan paseaba por el departamento, mientras buscaba a su esposa. Pero no la encontró por ningún lado. Entonces pensó que estaría con el bebe en la habitación.

Fue hasta ahí y una vez ante la puerta de la habitación en unos segundos, escuchó una canción que hacía años que no escuchaba.

Entró en breve, cuando entró en la habitación; vio a Miryam cantándole al bebe, la canción que le cantaba a él cuando era un niño.

―Hacía años que no escuchaba esa canción ―dijo Joan.

―Desde que eras un niño. Cuando solías caerte y llorabas.

―Cierto.

Hicieron una pequeña pausa:

―¿Dónde está mi mujer? ―le preguntó.

―Salió, señor. Supongo que iría a la empresa de su padre o a ver a su madre.

―Pero no iría a la casa de su madre sin el pequeño.

―No lo sé Joan. Pero si se marchó sin el bebe, seria a algún lugar en el cual ella sabía que un bebe no podía estar.

―Vale.

Hicieron otra pausa:

―Llévate al bebe a tu cuarto esta noche Miryam ―dijo Joan de nuevo.

―¿Por qué? ―preguntó ella.

―Quiero tener una noche larga con mi mujer. Quiero desquitarme estos meses sin…

―Vale. No me des más explicaciones ―dijo ella―. Me quedaré con el bebe.

―Gracias.

―No hay de qué. Pero quiero que hagas algo a cambio.

―¿Qué cosa, Miryam?

―Que por una vez seas sincero con tu esposa y que le hables de tus sentimientos. Quizás ella te comprenda y logre quererte algún día.

―Creo que ella conoce mis sentimientos desde el día en que le dispararon hace meses.

―Se lo dijiste.

―No. Lo escucho cuando se debatía entre la vida y la muerte. Supongo que lo escuchó cuando se lo decía al médico.

Cuarenta Días de Redención (Una Noche en Verona III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora