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Dear Rosemary...

De vez en cuando pasaba a la cafetería y la veía trabajando. El mundo jugaba con él al parecer. Si no se topaba en los horarios de trabajo se la topaba en la calle y así sucesivamente. Un día de aquellos Castiel iba caminando con rapidez y para desgracia (o más bien suerte) de él se la topó.

—¿Me estás siguiendo? -preguntó él algo perseguido.

—No tengo tiempo para perseguir a la gente y menos a ti.

Se miraron desafiantes como si se odiaran pero últimamente para Rosemary los encuentros casuales le habían hecho sentir nuevamente esa sensación en su estómago. Como si la vida la estuviese guiando a enamorarse nuevamente del pelirrojo.

Pasó de largo luego de unos minutos para ir a trabajar con Hyun. Aunque a la joven le hubiese gustado ver un pequeño rato más las facciones del pelirrojo.

El día en su jornada de trabajo fue algo torpe debido a que Rosemary estaba volando en cierta forma. La joven pensaba que si la vida los hacía toparse frecuentemente era por algo. Era como una premonición.

Mientras tanto el pelirrojo se encontraba tocando guitarra con las canciones, en modo aleatorio. Aunque jamás esperó que la canción dedicada a su ex saliera. Dear Rosemary... Por alguna razón no podía sacar el rostro de ella, los momentos vividos a flor de piel mientras de forma inconsciente tocaba la canción.

Como había gozado tantas cosas con ella... Y ahora que no la tenía y la había vuelto a ver se daba cuenta que estaba bastante vacío. Que el logro que tenía parecía no llenarlo al 100% ni que las mujeres que de vez en cuando le acompañaban en la cama cuando la luna dominaba no le llenaban ni una pizca. Y es que Rosemary lo había dejado muy marcado.

Demasiado para su gusto.

Es que a ella le daba lo mismo su pasado. Porque a ella le encantaba vivir el presente y planear el futuro con lujo y detalle. Rosemary era una mujer única en la tierra. Tenía ciertas cosas que no podía hallar sólo en una mujer.

Y cuando la veía patinar, cuando la veía danzar... Era como contemplar a una diosa. En si ella para él fue una diosa.

No lo decía por su cuerpo exactamente (aunque claro, la contextura de ella era como en las esculturas que hacían los griegos o romanos. Ya ni idea tenía)

Era la forma de expresarse, esa sabiduría única y la forma en que podía llevarlo a tener un orgasmo tranquilo sin sentirse vacío. Como ella le hacía sentir infinito.

Y lo que él deseaba en el pasado era ver aquellos ojos cada día, por el resto de su vida.

But Honestly → CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora