Capítulo 5

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-De acuerdo – dice, de repente, Tyler, rompiendo el silencio –. Estaréis aquí mucho tiempo. Bueno, solo algunos de vosotros. Porque los que no superen las pruebas que os diré próximamente, verán las consecuencias.

>>Antes de empezar, os voy a contar la historia de nuestra ciudad. Estamos divididos en estados. Siete en total. Nosotros estamos en el primero. Se llama P. El segundo, se llama D. El tercero I. El cuarto, A. El quinto, E. El sexto, S y el séptimo R. No me preguntéis porqué se llaman así. Ni lo sé, ni me importa. ¿De acuerdo? Vale. Seguimos. Se os entrenará para que seáis buscadores de piedras. Las piedras son unos objetos que ayudan a que los estados funcionen. Si no hay piedras, no hay funcionamiento de los estados. Si los estados no funcionan, las personas se van a la mierda. Si las personas se van a la mierda, pues estamos en la mierda. Ya me entendéis. Así que es IMPRESCINDIBLE – dijo, remarcando cada una de las sílabas – que tengamos las piedras. Si no tenemos piedras, bueno, ya sabéis lo que pasa.

>>Para ser buscadores, necesitáis pasar diferentes pruebas: la primera consta de superar la aspiración a buscadores. Ya sabréis lo que tendréis que hacer mañana. La segunda prueba se basa en que, si pasas la primera prueba, eres buscador principiante. La tercera prueba hace que os podáis convertir en buscadores. Si no pasáis las pruebas, veréis lo que os pasará. De hecho, yo no sé lo que os puede pasar al no superar una prueba, ya que nunca he sido descalificado de una. No hay preguntas, ¿verdad? Si las hay, os jodéis. Lo siento mucho.

>>Ahora, os vais a ir a dormir. Necesitaréis dormir bastante si no queréis que os descalifique en cuanto piséis el descampado.

Acompañamos a Tyler a las habitaciones y al llegar nos separamos como nos han dicho antes. Una vez estamos todas las chicas en la habitación, los murmuros invaden mis oídos. Al ver que estoy sola en mi cama, Abby se acerca. Es eso o quiere preguntarme sobre lo que he estado hablando con Justin en esa habitación.

-Tranquila, no voy a preguntarte sobre lo que has hecho y has dejado de hacer con Justin – me tranquiliza –. Eso es cosa tuya y tú debes de ser la persona que lo maneje. Aunque, si algún día necesitas mi ayuda, sabes que puedes confiar en mí.

-Gracias – es lo único que sale de mi boca en estos momentos. No reacciono mucho, pero me acerco a darle un abrazo.

Ve lo incómoda que estoy y me deja sola con mis pensamientos.

Acabo durmiéndome pronto y me sumerjo en un sueño profundo.

- ¿Mamá? – dice una niña pequeña.

-Tranquila. Mamá llegará pronto. No te preocupes – dice una voz de un hombre mayor. Tiene unos cincuenta años. No más.

-Pero yo quiero ir con mi madre – replica la niña.

De repente, el hombre coge a la niña en brazos y se la lleva a una furgoneta en la cual hay muchos más niños. Muchos. Y muchos. Y muchos. Y la sientan al lado de un niño con los ojos verdes. Un tono de verde muy profundo como para ser de un niño de esa edad.

Me despierto de golpe y no descubro qué le pasa a la niña después de sentarse junto a ese chico. Le doy unas cuantas vueltas más en la cabeza hasta que aparto la idea de mi mente. Simplemente es remplazada por el hecho de que nos dijeron que nos castigarían al llegar al establecimiento en el que estamos ahora. No sé cómo llamarlo; no se me hace familiar.

Me levanto y me visto, con la idea aún en mente. Encuentro ropa blanca perfectamente doblada en un cajón de mi armario, y me la pongo. Es una camiseta de manga corta que me llega por las rodillas y un pantalón corto. Decido meterme la camiseta por dentro del pantalón, ya que es demasiado larga. Quizá, cuando lleve más tiempo aquí, pueda cortar la camiseta a mi gusto. Quizá. Y luego añado una chaqueta fina.

Me peino y decido hacerme un moño, ya que lo encuentro muy cómodo. Simplemente lo recuerdo. A veces, vienen flashes a mi mente sobre cosas que me gustan – o que me gustaban, más bien dicho – y les hago caso.

Así que, una vez vestida, me espero a que la campana suene y bajamos todos al comedor de la planta -1.

Desayunamos. Me siento al lado de Justin – como había acordado Tyler. No nos dirigimos la palabra en toda la comida, aunque noto su mirada fija en mí. En mi cara. En mis ojos. Aunque a veces baja su mirada, pero no mucho. Me incomoda el hecho de que esté a mi lado y me esté mirando durante todo el desayuno y no diga ni una palabra. Es decir, ayer se sinceró conmigo y simplemente está sentado ahí, sin decir nada. Absolutamente nada. Es increíble. Aunque no me sorprende.

Cuando acabamos de desayunar, nos levantamos y dejamos las cosas en su sitio para que el trabajo de las personas que limpian los platos y los vasos y los cubiertos sea mucho más fácil y eficiente.

Nos dirigimos al descampado y vemos que Tyler está ahí con las demás personas de mi 'grupo'. Somos los últimos en llegar y eso se debe a que somos los últimos en salir de la mesa, ya que se debe hacer en orden. Liam y Abby están hablando sobre algo, pero paran al vernos a Justin y a mí. Supongo que paran de hablar porque al llegar nosotros, Tyler puede empezar a hablar. 


*NOTA DE LA AUTORA*

¡Holaaa!

Here I am... 

He vuelto con un capítulo corto, pero intenso. Aquí tenéis la historia del sitio donde se encuentran Abby, Lydia, Justin, Liam y todos los demás. También un poco de información sobre las piedras. Sé que os quedásteis así: *WTF*, y lo entiendo. 

Realmente no sé de dónde vino la idea de que unas piedras fueran esenciales para la existencia de una ciudad, pero así es. 

Y aunque no haya pasado mucha cosa entre los personajes, creo que este capítulo os puede ayudar a entender más la historia, ya que eso es fundamental.

¡Y ahora las preguntas....!

¿Desde dónde me leéis? Tengo curiosidad, jejej. 

¿Qué preferís, pizza o hamburguesa, leer en digital (PDF, EBook, ePub, etc.) o en papel, el trap/reggaetón o el pop, las novelas de misterio o las de romance?

¿Cuál es vuestra fiesta favorita (Navidad, Halloween, Semana Santa, Verano (si se puede incluir), etc.)?

En fin...

Me estoy enrollando mucho...

Así que...

Byeeee, 

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Cerebros DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora