Esas últimas palabras me sorprenden. Tanto que ni siquiera puedo pensar bien. Hasta que me doy cuenta de que el barro ya me ha llegado a la cadera y que no tardará en llegar a la cintura.
- ¡Justin, te agradezco que te preocupes por mí, pero es que necesito que me hagas caso! Me voy a hundir, si no lo haces. Y no quieres que me hunda, ¿verdad? – niega con la cabeza –. Pues ayúdame a salir.
Justin anuda las ramas y hace lo mismo con las siguientes. Tenemos suerte de que esta mañana he decidido ponerme dos gomas de pelo en la muñeca derecha, dos en la izquierda y una en el pelo.
Para las últimas ramas necesita otra goma, así que me quito la del pelo, dejando que mi melena caiga casi encima del barro. Intento hacerme una coleta con el pelo, utilizando el mechón más pegado a la nuca como coletero, aunque es en vano, ya que se deshace.
Veo que Justin intenta cogerme el pelo para que no se ensucie, aunque cojo su mano y, notando otra vez la suavidad de sus manos, la aparto.
-Justin, si toca el barro se hidrata, ¿no crees? – le digo, intentando ponerle un poco de humor al asunto.
-Sí – dice bajito, casi en un susurro. No parece divertirse. Está serio. Sin expresión.
Se nota que la tierra en la que está él no está blanda, ya que no se hunde. Si lo hubiera estado, o si lo estuviera ahora mismo, quizá Justin estuviera como estoy yo ahora.
-De acuerdo, ¿ves esa palmera? – pregunto, sorprendiéndome de que en un bosque haya palmeras, aunque lo dejo correr. Justin asiente.
Todavía no ha quitado su mirada de la mía, aunque ya no estoy incómoda. Ahora el sentimiento es de agradecimiento. No ha podido sacarme de aquí, pero podría haberse ido. Aunque si se hubiera ido, no habríamos ganado. Así que ahora estoy confundida. Sí, me ha dicho que no se perdonaría que me hundiera, pero, con todo lo que llevo vivido con Justin, que no es mucho, lo que ha hecho ha sido portarse como un imbécil conmigo y me extraña que ahora diga que no se perdonaría que me ahogara.
Las personas no cambian.
Lo aprendí antes de llegar aquí, por alguna razón que desconozco.
-Vale – digo, intentando expulsar esos pensamientos de mi cabeza, aunque lo único que consigo es dejarlos a un lado –, ¿sabes escalar verdad? – asiente –. De acuerdo, pues sube y coge unas cuantas hojas. Las que puedas. Aunque intenta coger las máximas.
Justin vuelve a obedecer y sube a la palmera. Estira de las hojas y hace que caigan al suelo, muy cerca de donde estoy. Hago lo posible por estirarme y coger alguna hoja. Lo consigo mientras Justin baja del árbol y también consigo coger las diferentes estructuras que Justin ha creado. Con la hoja consigo, de alguna manera, juntar dos piezas. Cuando Justin está en el suelo, ve lo que hago e intenta hacer lo mismo, solo que mejor. Sus nudos son mucho más fuertes, más tensos.
Unos segundos después, casi un minuto más tarde, conseguimos atar todas las ramas que habíamos juntado anteriormente. Justin parece pensar lo mismo que yo, o simplemente utiliza el sentido común, ya que coge la estructura y me da un lado. Él coge la estructura por el otro lado y con una hoja de palmera que hay por el suelo me ata la muñeca a las ramas. Hace lo mismo con otra hoja del mismo árbol y con su muñeca.
-Vale – susurra –, voy a tirar de ti. Prepárate – me mira a los ojos y asiento.
Está serio, mucho más que cuando nos metieron en la habitación durante diez jodidas horas. Mucho más de lo que lo había visto nunca.
Pensando esto, Justin tira de mí, y sin darme cuenta, estoy encima de él. Nuestras respiraciones se chocan, cual cosa respondo levantándome. No puedo ir muy lejos, ya que estamos unidos por unas ramas.
-Gracias – susurro, en el mismo tono que él ha utilizado hace unos momentos –. Podrías haber pasado de mi cara y seguir, pero te has parado.
-No hay de qué – me responde, moviendo los hombros de arriba hacia abajo, repitiendo el movimiento, como si no tuviera importancia.
En realidad, no sé cómo una persona puede ser tan amable en un momento, pero al segundo es la persona más borde del mundo. No lo entiendo. No creo que lo entienda nunca.
Estoy cubierta de barro hasta la cintura, y las puntas de mi pelo tienen un poco de barro. Nada que no se pueda quitar con una buena ducha. Nada que no se pueda arreglar.
Justin me acerca a él con intención de soltar nuestras muñecas, aunque no sabe con qué hacerlo. Se le ve en los ojos.
Me meto la mano libre en el bolsillo izquierdo del pantalón, donde guardo la piedra que he encontrado hace unos minutos. Porque no creo que hayan pasado horas. No llevo reloj, pero tengo noción del tiempo.
Saco la piedra del bolsillo y se la tiendo a Justin, quien la coge con su mano izquierda e intenta cortar el agarre. Aunque solo lo intenta, porque no lo consigue. Acerco mi mano hacia la suya y cojo la piedra. Intento cortar la hoja, y lo consigo. Me mira, de repente, y luego vuelve a bajar la mirada.
Corto la hoja de la muñeca de Justin con mi mano buena, ahora que la tengo libre, y me doy cuenta de que tengo las marcas de la hoja.
-Yo también las tengo – dice, leyéndome el pensamiento. Seguramente se ha dado cuenta de que me he quedado mirando mi muñeca –. Supongo que es nada por lo que preocuparse – me sonríe vagamente.
-Deberíamos correr y alcanzar a Abby y a Liam, ¿no crees? – pregunto, sin esperar respuesta.
Se pone a correr y mira atrás, para ver si lo sigo, aunque el barro no me permite moverme mucho. Se me han llenado las bambas de barro y no puedo moverme, apenas. Cojo la piedra con la que he cortado las hojas y Justin se da cuenta de que no puedo moverme y vuelve, hacia donde estoy yo, y me coge en brazos, poniendo un brazo bajo mis rodillas y otro detrás de la espalda, haciendo que rodee su cuello con mis brazos.
-Justin no hace... - empiezo a decir.
-Sí que hace falta, o sino no llegaremos ni mañana – me interrumpe. Asiento y sonrío.
-Vale, pero coge eso – le replico, señalando a la rara estructura que hemos creado –. Por si acaso – añado.
Me lleva, casi corriendo, hacia el río. No sé cómo se habrán orientado Abby y Liam, porque Justin es el que tiene el mapa. A no ser que sean unos expertos en orientación y tengan memoria fotográfica, cual cosa les ayudaría muchísimo.
Me río cada vez que hace un comentario en plan "Lydia, no pesas nada.", "Lydia, no te rías que me río yo y te caes." o simplemente "Lydia, eres más divertida de lo que pensaba.".
No sé cómo tomarme eso último, porque realmente no sé si es un cumplido o algo malo. Supongo que no lo ha hecho con mala intención, ya que se ríe. Se ríe y se ríe. No para de reírse, mostrando sus blancos y rectos dientes.
*NOTA DE AUTORA*
HHHHHEEEEEEEEEEEY!
He vueltoooo!
Hace más de dos meses que no publico partes, pero here I am.
Anyway, hubo un comentario diciendo que la historia había perdido la esencia y se basaba mucho más en los problemas juveniles. Voy a aclararlo, JAJAJ
Yo escribo la historia en Word, y los capítulos son mucho más largos, y es por eso que esto es solo un fragmento del capítulo.
Por eso mismo, la esencia se pierde. Y claro, tampoco quiero hacerlo, y estoy escribiendo muy lentamente lo que ocurre en la historia.
En fin. Debido a las reclamaciones de publicar y al decírmelo @Tumather en clase, aquí va el capítulo.
Y esoooo, que espero que os guste.
En fin....
Me estoy enrollando mucho...
Así que...
Byeeee,
X
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Cerebros Desconocidos
Science Fiction"Aunque no todo dura para siempre. *1 año antes* Me encuentro en un espacio supuestamente cerrado. Paredes, sofás, ni una ventana, dos puertas automáticas, y todo es blanco. Supongo que aquí dentro somos unas veinte personas, las cuales estamos sent...