Capítulo 2

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Intentaba lo menos posible acordarme de Erick, no se me venían cosas muy agradable a la mente cuando lo hacía. Él marcó un antes y un después en mi vida, la última vez que lo busqué me dejó las cosas más que claras pero él quería ser feliz.

Algo que se me hacía imposible borrar de mi mente era ese "yo también te quiero" siempre me sacaba una sonrisa y debo admitir que algo de nerviosismo.

- ¿En que piensas Christopher? - la voz de Annie me sacó de mis pensamientos - estás muy distraído desde que llegaste.

- Nada, solo estaba recordando unas cosas...del trabajo.

- No te estreses - comenzó a desabrochar mi camisa - ¿vamos a la habitación?

- Claro ¿por qué no?

- A la de arriba.

- No, nuestra habitación es la de abajo - me negué de inmediato. Ese cuarto estaba lleno de recuerdos, momentos y cosas que quería reservar para mi, era mi espacio personal y desde que empezamos se lo dejé en claro.

- ¿Por qué no? Que tiene esa habitación para que no me dejes entrar.

- Ya lo hemos hablado, es un espacio muy mío y no dejo que nadie se meta - tomé su mano - no es nada contra ti, solo que las parejas igual tienen sus cosas personales ¿no?

- Creo que me iré, mañana tengo un día muy duro y tengo que avanzar en algunas cosas - tomó su bolsa con algo de seriedad en el rostro.

- ¿Es enserio que te vas a enojar por eso?

- Sí, es enserio.

- Me desagrada que seas tan - no encontraba una palabra exacta - llevada a tus ideas, por estupideces te enojas.

- Estupideces que son importantes para ti y me lo ocultas. Soy tu novia, mínimo un poco de confianza.

- No te voy a rogar ¿te ibas verdad? ahí está la puerta.

Salió más furiosa aún, no éramos de discutir mucho pero habían momentos en los que de verdad se ponía exagerada por todo.

Desde que Erick se fue de mi lado jamás he dejado que nadie se meta a esa habitación, sus cosas seguían ahí, los recuerdos, los malos momentos, todo. Muchas veces ni yo era capaz de entrar, era tanta la culpa que tenía por todo el daño que le hice.

Recuerdo perfectamente que dijo que me perdonaba pero a pesar de eso me seguía sintiendo culpable, porque ni siquiera fui capaz de hacer algo por ganarmelo.

Me armé de fuerza y subí hasta la habitación, me encargué de dejar en ella todo lo que utilicé con él, juegos sexuales.

Tomé asiento en la cama que ocupabamos cada noche, fui tan malo con él que pareciera como si estuviera en estos precisos momentos escuchando sus gritos de dolor, sus llantos y sus palabras pidiendo que pare.

Con celular en mano marqué al número de uno de mis trabajadores.

- Señor.

- ¿Estás ocupado?

- No, dígame en que puedo ayudarlo.

- Necesito que me averigües algo, con urgencia.

- De que se trata.

- Necesito que investigues lo que puedas de una persona. Erick Brian Colón Arista, así se llama.

- Oh el señor Colón.

- Sí él, discreción en esto.

- Claro señor.

No sé si estaba haciendo bien en querer saber de él ahora que ya tengo novia, pero me sentía en la necesidad de hacerlo, de buscarlo.

Siénteme - Chriserick (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora