Capítulo 8: Peluca

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—Hola... Yo soy Melanie, es un placer -le sonrío.

—El placer es mío, Melanie -pone una voz muy suave, hasta incluso seductora.

¿Qué quiere?

Claramente, quiere ligar contigo. Idiota.

Me mira, y a continuación mira mi vaso. Levanta una ceja, parece interesado. Vaya.

—Las señoritas no deberían beber cerveza —dice cogiendo mi vaso y bebiéndoselo de un trago.

Tal vez me haya hecho un favor, pero yo quería probar la cerveza. ¿Quién es él para impedírmelo?

—Disculpe —me dirijo al tabernero—, ¿me puede poner otra?

Levanta una ceja y sonríe, luego coge otra copa —un poco más grande— y me la pone delante. Le susurro un "Gracias" y bebo un sorbo.

Al beber no paro de mirar al hombre que tengo en frente. Trago otro sorbo. Sabe raro, incluso me dan ganas de escupirlo, pero al quinto sorbo ya no sabe tan mal.

—¿Y bien? —dice Liam.

—Está bueno —le respondo.

—Ven, vamos a sentarnos.

Lo miro, extrañada. ¿Sigue intentado ligar conmigo? El corazón no me ha hecho ningún extraño latido que haga que me duela.

«Cuando encontréis a lo que se supone que será una de las personas que puedan llegar a ser vuestro amor, el corazón os latirá muy fuertemente. Señal de que habéis encontrado al adecuado o la adecuada...»

¿Dónde está mi latido? Según las palabras de Colie, debería latirme.

Vamos, no seas tonta. No todos los hombres pueden ser el adecuado.

Posiblemente, miro a Matty, quién se encuentra a tres mesas a la derecha. Está hablando con una chica, tiene pinta de ir bien.

Suspiro, ¿qué hago con Liam? Claramente no es para mí.

—¿Qué haces por... Wilmington? —me pregunta, recorriendo la silla para que me siente.

Lo hago, y él se pone en frente mía y sonríe.

Me pierdo en su sonrisa.

—Oh... —¿que le digo? No quiero quedar mal con él. De un momento a otro me viene a la cabeza Valerie. ¡Valerie!— Bueno, vengo de Montpelier y, bueno, me apetecía venir a Wilmington porque... parece agradable.

Bien.

—¿Montpelier? —asiento con la cabeza—. Es bonito.

Vuelvo a menear la cabeza.

—Como tú.

Ese cumplido ha sido como un balde de agua ardiendo con varias llamas de fuegos sobresaliendo.

Me retuerzo al pensarlo.

—Esto... —¿qué le digo?—. Sí, Montpelier es muy bonito, viví en ella.

Le sonrío. Me mira como si intentara comprender mi comentario. Aparto la vista de su cara y me limito a mirar a la gente del local. Parece gente normal y corriente, pasando un buen rato con amigos o conocidos. ¿Por qué no estoy yo con ellos?

Vuelvo a mirar a Liam, que ahora tiene dos dedos en los labios y me observa con una sonrisa suave.

—¿Pasa algo? —le pregunto.

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