Capítulo 1

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Los reencuentros son ese tipo de cosas que suelo evitar. Y más si vienen de parte de mi hermana, Grace.

Entiendo lo de "Se reencuentran después de diez años" o algo similar, pero no cuando "Hermana se reencuentra con su familia por quincuagésima vez en el año".

Lo peor es el drama que se forma cuando se ven tras un largo período de dos o tres semanas. Grace empieza a gritar, y su marido siempre la apoya. Es algo que me irrita.

Mi familia está emocionada por la llegada de mi hermana del pasado. No toda, eso sí. Papá y mamá se mueven de un lado hacia otro sin dejar de mirar al horizonte, por donde supongo que vendrá ella.

—Papá, ¿cuánto queda? —suspira y me mira, cansado.

Venga di algo, por favor, pienso, le habré preguntado nueve o diez veces esta misma pregunta.

—Te he dicho mil veces que ya viene, no preguntes más.

—¡Eres una pesada! —dice mi hermano, Aki—. Ya vendrá o si no nos podemos ir.

Sin duda, mi hermano era, es y será la persona más tranquila y desinteresada de todo Amor. A veces envidio eso de él. Yo también quiero que todo me de igual como para dejar a mi hermana tirada en el aeropuerto.

—¡De aquí no se mueve nadie hasta que vengan Grace y Robert! —esta vez habla mamá.

—¡Pero Flora! Tengo hambre y seguro que van a tardar más.

—¡Te he dicho que no! También te he dicho que no me llames Flora, soy tu mami querida —coge de los morros a Aki, apretujándolo.

Vuelvo a suspirar, estoy cansada. Hoy nos hemos levantado a las seis de la mañana para venir aquí, al aeropuerto. (Aunque sigo sin entender por qué se llama aeropuerto, por lo que tengo entendido aero —de aeropuerto— viene de la palabra aérea, que significa que circula por el aire y aquí no hay ningún objeto volador). 

Mi hermana Grace —o mejor dicho, la triunfadora de la familia—, viene con su flamante marido, Robert, quién también es muy... "triunfador". Según mi padre; es por conseguir a Grace, según mi madre; por quedarse en su época con ella.

Entonces la veo venir, viene caminado lento cogiéndole la mano a su marido, mientras que con la otra va arrastrando una pequeña maleta azul ya gastada, por los brillantes suelos del aeropuerto.

Está un poco... más grande de lo común, casi tanto como su marido.  Quién va sonriendo a todas las personas que pasan por su lado. Es muy agradable, pero me cae mal.

Algo que jamás me perdonaría si lo dijera en alto, ya que aquí que alguien te caiga mal es algo muy extraño. Y no me gustaría ver cómo la gente me mira con lástima mientras piensan que tengo algún tipo de retraso o defecto.

Mi madre va a abrazarla, mientras mi padre saluda a Robert con un amistoso abrazo.

Es muy extraño que no empiecen a gritar y que yo tenga que pedir permiso para ir al baño, como tantas veces había hecho antes.

Aki y yo nos quedamos mirándolos. Sin a penas mover un sólo dedo y respirando tranquilamente, observando este bonito cuadro tan pintoresco. Nuestras personalidades no son muy... amorosas. Algo que al vivir en la ciudad del Amor —aunque ahora todas lo sean, exceptuando, claro—, es algo complicado.

Grace se acerca a mi, mientras Robert levanta a Aki entre sus brazos y lo sacude. Como si fuera la mantita que usaba para dormir cuando llevaba pañales.

—¡Melanie! —siento sus dedos en mis omoplatos—. Bueno... ya veo que sigues igual de delgada.

Lo último no es un cumplido, para nada. Incluso creo que me ha sentado un poco mal.

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