Capítulo 6: Olvidos

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Siento cómo todas las células de mi cuerpo arden y se trituran lentamente. Mi respiración es rápida pero intento calmarla. Los dientes me empiezan a rechinar y tengo los ojos cerrados tan fuerte que me duelen los párpados.

    Y lo peor es que no sé cuánto tiempo llevo así. Sólo sé que la mitad del grupo se ha dormido o se han desmayado por el dolor.

    Sin embargo yo no pienso perderme nada del transcurso del viaje. Es algo que no volveré a vivir jamás y quiero recordar lo doloroso que es.

    Algo, que al parecer coincidimos mi compañero y yo. Y no, Matty se ha desmayado. Es tan débil y pequeño, me pregunto cómo le habrán convencido para venir aquí.

    —¿Te cuesta?

    —¿El qué? —me asusto. Mi voz suena rota y desgarrada.

    —Esto.

    —No, claro que no —dudo un poco en mi respuesta—, estoy bien.

    —No te he preguntado si... si estás bien —dice casi gruñendo, me estremezco por el cambio de su voz—. Te he preguntado si esto te cuesta, si te es difícil. ¿No te duele la médula?

    Pienso en la respuesta. No me perdonaría nunca que ahora mismo le dijera que estoy muerta de dolor y que preferiría que me tiren por la Torre sin cuerda.

    —Estoy bien.

    Recapacito a su petición. ¿No ha dicho que no me ha preguntado por si estoy bien? Yo creo que lo acaba de hacer, pero de una manera más sutil.

    Pero decido no recriminárselo. No me gustaría que se enfadara. El otro día me asusté cuando vino hasta casa por mi.

    Aunque en realidad no fue por mi, fue por su orgullo de a-mi-nadie-me-pisa. No quiero que se acuerde del "favor" que le debo.

    —No hay que ser un gran observador (que en mi caso lo soy) para darse cuenta de que odias esto.

    —En realidad no eres un gran observador —ahogo un grito—. Si lo fueras sabrías que no me gusta hablar contigo.

    ¿Qué me pasa? ¿Acaso quiero morir ahora?

    —Supongo que me gustan los riesgos.

    —¿Crees que hablar conmigo es un riesgo?

    ¿Yo un riesgo? Tal vez si te pones a bailar conmigo sí. Tendrías un dedo del pie menos, pero aparte de eso no hay riesgo que te pueda ocasionar.

    —Podrías darme una patada en mis partes masculinas.

    Ouch, eso me recuerda a Louis. ¿No iba a venir con su enamorada para presentármela y despedirse? Supongo que no quiere que nos conozcamos.

    Bueno, da igual.

    —Según tú, yo no hago daño.

    —Yo nunca he dicho eso —siento su voz aún más grave.

    —El día de la pelea diste a entender algo parecido.

    Recuerdo ese día. ¿Qué habrá sido de Zayn y su chica? ¿Y de Patty, la amable mujer que me pegó hasta dejarme inconsciente?

    —Déjalo —decimos al unísono.

    Suspiro y me tenso. No me gusta coincidir con él. Tengo que admitir que me sigue intimidando. No sé ni como puedo hablarle en este tono de voz.

    —No has respondido mi pregunta.

    —No me has hecho ninguna pregunta —le susurro.

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