CAPITULO XXXIII

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Mo GuanShan estaba tirado en la cama junto al castaño viendo el techo, hacía un año que habían empezado a vivir juntos. Exactamente un año después que su madre muriera...

Zhan Zheng Xi había sido un gran apoyo para él cuando más lo necesito, en ese entonces se sintió devastado, el mundo se le vino encima, sus planes y su vida se habían ido a la basura. No tenía ganas de seguir adelante, se la pasaba llorando y aún ahora en sus momentos de soledad el pelirrojo llora por aquella mujer cálida y amorosa que se fue para no volver jamás.

Estaba tan cansado, acababa de volver del trabajo junto con el castaño. Hacía seis meses habían puesto un pequeño restaurante familiar, misteriosamente el pelirrojo recibió el dinero de una cuenta de ahorros que jamás supo que su mamá llevaba. El dinero cayó de la noda y no muy seguro, después de un año lo acepto y así el sueño imposible de Mo se estaba haciendo realidad y aunque se sentía feliz por ello, una parte de su corazón siempre estaría en duelo.

El día de la muerte de su madre todo pasó tan rápido, ella estaba bien como todas las mañanas, había estado tomando sus medicamentos en regla y seguía siendo tan cuidadosa con lo que comía. Sin embargo un paró respiratorio acabaría con la lucha que hace tantos años llevaba la pelirroja con su enfermedad.

Cuando Mo la encontró tirada en medio de la cocina, quiso morirse ahí mismo. Con manos temblorosas marco el número de emergencias con la esperanza de que la ambulancia llegará lo más pronto posible pero el tiempo se le hizo eterno, estaba solo como siempre, su única compañía era la mujer que jacía tirada en el piso sin aparentes signos vitales.

En ese momento quiso marcar aquel número que hacía un año atrás no había respondido, él merecía saberlo. La pelirroja era la única figura materna que He Tian conoció y tenía que estar con ella en estos momentos, pero no lo hizo. Su decepción y sus ganas de comenzar una vida nueva fueron más egoístas que los probables deseos de una moribunda.

Por meses se atormento con eso, la culpa le comía las entrañas y el alma.

Si tan solo le hubiera avisado.

Pero no lo hizo y sería un remordimiento que no lo dejaría jamás, en esos momentos necesitaba que el moreno estuviera con él más que nunca, pero no lo estuvo. Sólo Zhan se encontraba con él, nadie más que él.

Con el tiempo el pelirrojo comenzó a odiar estar en su casa, se le hacía enorme y fría. Un año después, en el primer aniversario de la muerte de su madre, el castaño le propuso vivir juntos y Mo aceptó.

Los recuerdos de aquellos días de oscuridad fueron dispersados por los labios de Zhan sobre el cuello del pelirrojo. Se posicionó frente a él y le sacó la camisa, comenzó a besarle suavemente el torso mientras Mo suspiraba y cerraba los ojos con los brazos abiertos a sus costados, se sentía tan bien. El castaño siempre fue tan tierno cuando se trataba del sexo, desde un principio se estableció que nadie tomaría roles en la intimidad y de vez en cuando era Mo quién llevaba las riendas del acto, como hoy.

Mo tomó de la cabeza al mayor y atrajo su boca a la suya, comenzó a besarle con ansias locas, con necesidad de tapar ese hueco en el corazón que últimamente se sentía cada vez más grande. No tenía ganas de sexo lento y delicado, quería ser brusco, quería recordar viejos tiempos.

Al separarse de Zhan lo giró y ahora fue él quien se posicionó arriba, comenzó a quitarle los pantalones mientras el castaño se quitaba la camiseta. Cuando estuvo completamente desnudo Mo comenzó a repartir besos por todos lados, comenzó por el cuello y de apoco empezó a bajar en dirección al miembro del castaño. Cuando llegó al punto deseado empezó su trabajo, subía y bajaba despacio, torturando a Zhan.

HOPE (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora