¿Alguna vez han sentido que todo lo que aman desaparece de un momento a otro?
Eso fue lo que le paso a Nadeshiko Hatare quien desde muy pequeña fue despojada de todo lo que amaba y sufrió en carne propia la perversidad de los villanos.
Lo único que...
"Estate lista, pasaré por tí a las 7, y hay de tí que te demores siquiera por un minuto"
(...)
Me alisté y estuve lista a las 7:00 como decía en la carta, y me conduje hacia el auto que me esperaba afuera, donde estaba su despreciable presencia.
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—Buena elección al ser puntual, no creo que te hubiera gustado que subiera yo personalmente a buscarte -dijo mientras cerraba la puerta del carro y comenzaba el camino— y... ¿a que le debo la mirada que traes hoy?
La miré con total y absoluto desprecio y luego concentré mi mirada en la oscura calle de Tokyo, ella no preguntó nada más en el camino.
—Aún no puedo hacer nada, aún no es el momento indicado...
—Llegamos, ¡bájate!— ordenó mientras esperaba que el chofer le abriera la puerta a ella.
Me bajé y azoté fuertemente la puerta para quedarme observando al hombre que desprendía un horrible olor a cigarro que tanto odiaba.
—Al fin llegaron —musitó con indiferencia— síganme
Era un hombre de las o menos 40 años, cabellos grises acompañados con unos lentes, tenía un diente de oro y no dejaba de fumar en ningún momento. Tenía una sonrisa que le daba un aire de seguridad e indiferencia. En conclusión, era un tipo despreciable.
—Y... ¿De dónde la sacaste Miyori? —preguntó mientras me lanzaba una mirada
—Mmm... —dijo burlona— ¿Que pasa Giran? ¿Tú preocupado por algo que no sea dinero?
—Que te puedo decir, yo también tengo curiosidad— dijo levantando los hombros y prendiendo otro cigarrillo— Además quería saber qué tenía de especial esta niña para que hayan pagado tanto por ella. Acá es—dijo abriendo la puerta de un edificio.
—Eso no te importa —respondió burlonamente causando que el hombre sonriera ladinamente— ¿Aún sigues con ese ridículo estuche de conejo? ¡Que ridículo! —sonrió triunfante y entró, yo hice lo mismo.
—Sigues siendo tan despreciable como siempre— respondió sonriente
—Y tu sigues siendo el mismo estúpido... Ahora a lo que viniste
—Tsk —lanzó una mirada de desprecio a Miyori para luego abrir la última puerta y dejarnos ver el interior del bar con cuatro personas dentro.
Un tipo raro de pelos celestes y con una mano pegada a la cara que se encontraba sentado cerca a la barra y otro que no tenía cuerpo alguno, era como una sombra negra que se encontraba atrás de la barra de licores. Los mismos del ataque a la UA.
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