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Me había dado cuenta que llevaría un nudo en la garganta por un largo tiempo, no podía hacer más, tenía que superar ese vacío.

Incluso llegué a querer olvidarlo con otras personas, fue inútil, me gustaba sentir que hacía el mismo daño que me hicieron, un cigarrillo por las tardes y mi canción favorita acompañaban un melancólico recuerdo.
El tiempo pasó y aunque fue difícil pude sacarlo de mi mente, aunque no de mi patético corazón.
Me volví la chica fría que soy ahora, cínica y algo pesimista.

¡Beeeep, Beeeep!

-Suena el móvil sacandome completamente de mis pensamientos-

Rayos, me asusté.

-¿Bueno, quién habla?

Creo que algún idiota se equivocó de número. En fin, por fin llego casa.

Abrí la puerta y me recibe un peculiar olor a estofado, éste sólo lo pudo haber preparado una persona.
Mamá no fue a trabajar, ¡Dios! esto me hace realmente feliz.
Pues bien débido a que mi madre trabaja no puedo verla parte del día como quisiera, papá y ella son dueños de una empresa de diseño gráfico así que se la pasan fuera todo el día y sólo podemos estar juntos a la hora de la cena.

-¿Cómo le fue a la princesa más gruñona de esta casa?
-Mamá me dice acercándose a mí-

Inusualmente sonrió de oreja a oreja abrasandola con todas mis fuerzas

-Muy bien mamá, estoy tan feliz de verte aquí, Subiré a cambiarme y ahora bajo a comer.

Voy subiendo las escaleras cuando me topo a Yeiner.  Chocamos de lo rápido que el bajaba, se detuvo y alzó la mirada hacia la mía,  limpió su nariz de una forma sospechosa y evadiendome completamente baja con prisa. Me quedo parada sin poder pensar nada, eso que acaba de pasar me ha dejado confusa, no quiero hacer ningún escándalo sin saber bien antes qué es lo que pasa.

No hay ni una jodida manera que trate de lo que estoy pensando,
calma Samanta no puede ser eso.
-Sigo subiendo hasta llegar a mi habitación-.

¿Por qué Yeiner bajó lo más pronto posible evadiendome apenas me vio?
¿Qué estaba haciendo en el baño?

La intriga empezó a atacar mi cabeza haciendo que me inquietara un poco.

Estábamos todos comiendo en la mesa y Yeiner ni siquiera me dirigió la mirada, se miraba nervioso.

-¿Y bien como te va en la escuela mi amor?
-Preguntó mamá haciendo que elevara la mirada hacia ella-

- Mmuy bien madre
-apenas puedo responder-

-¿Cómo está Katerinne, Yeiner? No la has traído a la casa.
- Pregunta volteando la mirada hacía él-.

Yeiner de inmediato volteó a ver a mamá fulminandola con la mirada.
Sabía que algo no andaba bien, miraba desesperación en sus ojos.

-No quiero hablar ¿Está bien? Madre.
-Respondió en un tono fuerte levantándose de la mesa-.

Volteo a ver a mi madre a la cara y tomo su mano para darle seguridad

-No te preocupes mamá, él a veces suele ser un idiota, algo debe estar poniéndolo así.

-Hicieron presente las lágrimas mientras hablaba entrecortada-
-No quiero sentir que no estoy lo suficiente con ustedes Samanta, perdón por no estar el mayor tiempo con ustedes, por no estar al pendiente de lo que les pueda pasar.

Me duele tanto ver así a las personas que quiero, Mierda.

-No mamá, tu eres la mejor mamá que podríamos tener, hablaré con él te lo prometo.
-Le digo mientras me levanto a abrazarla-

No quiero olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora