Los despertadores suenan justo a tiempo. Cuatro y cinco de la mañana. No pude pegar ni un solo ojo en la noche. Desde que me acosté las lágrimas no han vuelto a salir. Eso es un gran inicio en realidad. Con todo mi cuerpo pesado, me quito las sabanas del cuerpo para incorporarme en la cama. Un quejido de dolor se escapa de mi boca. Una punzada fuerte de dolor me invade en la entrepierna, provocando un leve dolor en la parte baja de mi abdomen. Restregó con mi cara con las manos para ponerme de pie, jadeando por el dolor. Nunca me había entregado a un hombre en mi vida. Creo que es una de las razones por las cuales siento mi cuerpo tan adolorido. Me quito el pijama con cuidado de lastimarme por alguna parte, y camino en ropa interior al baño, sorprendiéndome por ver las marcas, totalmente diferentes. En la noche, todas estaban rojas, ahora un leve color morado ligado con un verde opaco aparece en todo mi cuerpo. Con cuidado, toco uno de los moretones debajo de mi pecho, apretándolo levemente, sintiendo una punzada de dolor, haciendo que retire la mano rápidamente de la zona.
Dejo de mirarme cuando siento las lágrimas picando en mis ojos. Abro las cortinas y dejo que el agua relaje todo mi cuerpo, aunque cada gota de agua que me cae en la piel, es como si un dedo estuviera punchando cada lugar colorado. Me paso el jabón por todas partes con mucho cuidado, cuando intento lavar mi entrepierna un jadeo de dolor escapa de mis labios. Está todo hinchado. Miro la zona, encontrándomela toda roja y más grande. Toco con delicadeza sintiendo la hinchazón. Trato de relajarme, así que suspiro profundamente sacando el aire después de unos segundos manteniéndolo en los pulmones.
Salgo del baño enrollada en la toalla, me seco el cuerpo y me coloco la ropa interior con cuidado de no lastimarme. Tengo moretones por todas partes. Ese extraño tenía demasiada fuerza. Sacudo la cabeza alejando los pensamientos turbios, y concentrarme en buscar algo que me cubra completamente. Me decido por unos jeans negros que me quedan un poco ajustados, un suéter de algodón negro con cuello y con mangas largas, unas botas de combate algo viejas color negro, una chaqueta de cuero negra también y mi gorro de lana que siempre uso. Me pongo algo de crema en la cara y las manos para ocultar algunos moretones visibles. Salgo de mi habitación despacio y bajo a la cocina a preparar panqueques para mis padres. No tengo mucho apetito esta mañana. Con la mochila en la espalda salgo de casa para ir directamente a donde siempre voy antes de ir a cualquier parte. Son las cinco de la mañana, así que tengo bastante tiempo de ir al bosque y después ir a la escuela. Las calles están solitarias, como siempre a esta hora, camino tranquilamente, con los aparatos de mis oídos subidos al límite, para escuchar hasta los mismos pasos de las cucarachas.
A los veinte minutos llego al bosque, adentrándome para caminar unos diez minutos más hasta llegar al lugar en donde siempre me siento. Pego la espalda al mismo tronco de siempre y me deslizo dejándome caer en este. Observo las hermosas flores, sintiéndome más que triste; sintiéndome sola. Lágrimas silenciosas bajan por mis mejillas, mientras que los sollozos no tardan en llegar. Me hago una bolita en el árbol, pegando las rodillas en mi pecho, rodeando mis piernas con los brazos, dándome consuelo a mí misma. Los dolores que sabes que sentirás una vez, se pueden ir, pero estos dolores, que sabes que te perseguirán hasta el último de tus días, quizás más, son los que más pesan al principio. Y ahora ¿Cómo poder entregarme a un hombre? ¿Cómo me voy a enamorar? ¿Qué haré con este recuerdo tatuado en mi memoria, en mi cuerpo? De verdad que me siento más que perdida.
Unos sonidos provenientes del árbol, en donde estoy recostada hace que me separe rápidamente de él para observar a una pequeña ardilla tratando de hacer un agujero en está, seguramente para refugiarse de aquellas criaturas que piensan hacerle mucho daño. Ojalá fuera como ella, tener esa oportunidad de esconderme dentro de un árbol para no salir jamás, quedarme ahí para siempre para que nadie me vea de esta forma. La pequeña vibración en mi muñeca hace que levante la muñeca para observar la hora. Me pongo de pie con cuidado de no hacerme daño a mí misma, para tomar mi mochila y acomodarla en mi hombro. Comienzo a caminar fuera de ese bosque, a los pocos minutos me encuentro saliendo de aquellos árboles pisando el concreto del estacionamiento de la escuela.

ESTÁS LEYENDO
Amores Pasados ©
Teen FictionUn amor del pasado. Dos hermanos. Un amor. Centrada esta historia en Elena Laskowic, una chica renegada con una enfermedad audiovisual es hostigada por todos en las escuela, más por Charlie Bothman, uno de los chicos más popular de toda la esc...