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Desde los dieciséis observaba a las parejas, analizaba su comportamiento con la persona contraria, ponía atención a cada demostración de afecto que se daban mutuamente; desde una mirada la cual demostraba todo hasta un beso apasionado.
Me parecía maravilloso el echo de compartir un pedazo de vida a una persona ajena, entregarle amor incondicional y todo ello. Podía ver como se formaban más y más parejas a lo largo del tiempo.
Lastimosamente a mi no, era algo que me decepcionaba, con esto no quiero decir que fui una solterona, no, claro que tuve novios pero no me hacían sentir todos aquellos sentimientos que mis amigas me contaban.
Hubo un tiempo en el cual mis ganas de encontrar a alguien incrementaron a tal grado de exasperarme e ilusionarme tan rápido con tan solo el "hola" de la primera persona que me lo decía. Así pase unos cuantos meses hasta que me rendí, mi abuela decía: Elamornotocapuertasperotampocolotienesquecorretear, esacosallegacuandotienequellegar. Y así paso, un año después, exactamente en tercer año de bachillerato llego él, la persona que conocí de una manera muy extraña y que por azares del destino resulto estar inscrito en la misma escuela que yo, conectamos bastante bien y nos hicimos tan unidos que no podíamos estar uno lejos del otro.
Shawn me demostró y enseño tantas cosas, me hizo vivir momentos maravillosos, saco una parte de mi de la cual ahora estoy orgullosa.
Puedo decir que aquel castaño llego en el momento justo y para hacerme un bien, con él me sentía de una manera inexplicable, pude comprender todas esas leyendas de amor, me demostró que aún existen caballeros, gracias a él pude descifrar y sentir todo aquello que me contaban, sé que por él daría todo.
No por algo ahora esto comprometida con aquel pizpireto.
