Capítulo I - Cuando "cantan" las cigarras.

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Jamás creí que pudiera estar pasando por esto... ¿cuánto tiempo ha pasado?, ¿cuánto tiempo he disfrutado a su lado?, ¡Dios mío!, no me la quites, te lo ruego.

Sofía era la única en la capilla, estaba hincada sobre sus rodillas, lloraba. Su rostro estaba algo agotado, no había dormido, María Fernanda se había complicado, una enfermedad "oportunista", las sorprendió con la guardia baja. Desde que incrementaron la potencia de su quimioterapia debido a la metástasis, la inmunosupresión se había convertido en un enorme ventanal abierto, que dejaría colar por sus blanquecinas cortinas, una terrible neumonía que la dejó en una posición incómoda frente a la vida.

Los ojos de Sofía se aferraban a esa icónica imagen del hijo de Dios clavado en la cruz, simbolismo ambiguo de la salvación y la vida después de la muerte. Sí, resucitó y le mantienen en la cruz... algo así.

Sintió unos pasos acercarse en su dirección, cuando miró hacia sus espaldas, pudo ver a Ofelia, ella simplemente se persignó, se hincó a su lado, cerró sus ojos, y recitó un Salmo que se sabía de memoria.

Io ti istruirò e ti insegnerò la via per la quale devi camminare; io ti consiglierò e avrò gli occhi su di te. Sofía, lleva esa palabra siempre contigo, acepta su voluntad, da gracias por lo aprendido.
Ofelia...
Sé cómo te sientes, yo he perdido, he perdido mucho, y también he podido abrir los brazos para recibir cuantiosas bendiciones. Creo en los milagros, mi milagro está ahorita junto a ella, haciéndola reír un poco. No sabemos qué va a pasar, pero, ámala, hasta el último minuto, cree en ella, vívela, aún en esa cama, dale lo que no le has dado, estás aquí, rogando no perderla, y no agradeciendo haberla conocido, y haber tenido la oportunidad de amarla. Dime, tienes cinco años conociéndola, cuatro años tienen juntas, más de la mitad de ese tiempo en esta pelea. ¿Has mostrado gratitud?, ¿lo ha hecho ella?

"Algún día vas a amar tanto a una mujer, que llorarás sangre cuando la veas salir de tu vida. Vas a amarla tanto, que perderla te va a quemar por dentro, tu vida será un infierno." Esas palabras retumbaban en la mente de Sofía, una y otra vez.

Tienes razón. Sofía enjugaba sus lágrimas. —¿Quiénes vinieron?
Solo nosotras, Eva está en España, supo que su hermano murió en la cárcel y sabes que desde que su papá falleció, ella ha tomado las riendas de todo. Dejó a Zoe a cargo de la compañía y se llevó a su mamá con ella. Helena anda contrariada con lo de la campaña de la muchacha esta, cómo se llama...
Salvatierra. —El rostro de Sofía se tornó tenso al nombrarla.
Ella, y bueno, Soraya también anda metida en esas cosas, la muchacha es prima de Mía. Mundo pequeñito. Igual, ambas dijeron que pasarían más tarde.

Ofelia se puso de pie, y extendió su mano para que Sofía pudiera tomarla. Ella se levantó con dificultad, pero pudo avanzar. Ofelia la llevaba abrazada.

Antes de entrar a la habitación, Ofelia la llevó a la cafetería, la obligó a comer y a beber un poco de café, luego la haría ir al baño a lavarse la cara.

María Fernanda estaba riendo en medio de una tos que la ahogaba cuando ambas entraron, Myriam era buena para estas cosas, pero, al parecer la risa no era una buena alternativa para María Fernanda. Ofelia le dio café a Myriam, y se acercó a María Fernanda.

Ese tapabocas te hace ver tan sensual. Ofelia bromeaba un poco con ella.

Cielo, le estaba contando del montón de pelucas en la casa de la muchachita aquella.
Cierto, no nos llevamos ninguna...
¿La del caso aquel que investigaban hace tiempo? —Preguntó Sofía.
Sí, pobre criatura. Myriam recordaba con nostalgia.
Una de esas pelucas pudo haberle quedado a María Fernanda, eran de mejor calidad que estas, parecían hechas a mano.
¿En... qué... paró... todo... aquello? —Preguntó María Fernanda, con cierta dificultad.
Bueno, resulta que...

En eso, entró una enfermera con un camillero.

Debemos llevarnos a la paciente, es necesario practicarle nuevamente las placas, orden del médico tratante. —Dijo la enfermera.

Cuando el joven quiso tomar a María Fernanda, Myriam lo impidió, la alzó en brazos con sumo cuidado, y mientras Ofelia sostenía los aparejos que tenía conectados, la colocó en la silla de ruedas.

Cuando se la llevaron, Sofía rompió en llanto.

No puedo, es demasiado. Me está matando verla así.
Tienes que ser fuerte, Sofía, ella te necesita. Su familia está contando contigo, su hermana, sus padres, tienes que ver eso. Sin ti, estaría sola ahorita. —Ofelia la abrazaba. —Pronto vendrá, lávate la cara, ¡andiamo!

Sofía obedeció. Entró al baño, miró su rostro, nuevamente esas palabras se incrustaban en su cabeza, y la atormentaban...

Mariana, tu actitud no tiene razón de ser, esto es innecesario.
Sí, innecesario, pero eres incapaz de quitarte de la maldita puerta... ya tomé una decisión, esto es lo que por tanto tiempo has deseado, recuperar tu libertad, volver a ser la "Sofía despreocupada" que conocí hace dos años; sí, cuando cruce esa puerta, embriágate con tu brandy, llama a Pamela, a Teresa, a Thais, a Rudy, A SALOMÉ... a quien te dé la puta gana y te la coges en TU cama, porque sí, me quedó muy claro, solo fui una más en la lista de la "holandesa errante".
¿Qué tonterías dices?, ¿Salomé?, te pasas. Ve con tus dramas a otro lado.
Algún día vas a amar tanto a una mujer, que llorarás sangre cuando la veas salir de tu vida. Vas a amarla tanto, que perderla te va a quemar por dentro, tu vida será un infierno. Puede que no tenga el inmenso placer de verlo con mis propios ojos, pero, lo sabré, y alzaré una copa de vino en honor a la valiente que acabe con la maldición que representa caer en las garras de Sofía Sneijder. Ese día, tendré paz, y solo ese día podré rehacer mi vida...

Sofía, ¿estás bien? —Preguntó Myriam.
En un momento salgo.

"Dale lo que no le has dado...".

Ofelia es muy aguda para estas cosas. —Sofía se reprendía a sí misma al espejo.

Se armó de valor y salió. María Fernanda ya estaba en la cama, le daba palmaditas invitándola a acercarse a ella.

Nosotras nos retiramos, ustedes necesitan este tiempo juntas. Estaremos pendientes de lo más mínimo, mantennos al tanto, Sofía. Ofelia se acercaba a ambas para despedirse.

Myriam abrazó a María Fernanda como si se le fuera la vida en ello, besó su frente y sostuvo su mirada en ella unos segundos. María Fernanda pudo notar ese caudal contenido en aquellos ojos grises, podía entender lo que sentía y no quería dejar salir.

Les agradezco todo el apoyo que nos han dado, no saben cuanto. —Sofía acompañó a ambas hasta la puerta. Una vez estuvieron a solas, Sofía caminó hacia ella, acercó un poco más el sillón que estaba a la izquierda de su cama, y se sentó a contemplarla.
Mi amor, estuve pensando y... creo que no te he dicho lo importante que eres en mi vida... yo...
Sofía...
Déjame terminar... nunca he sido recíproca contigo en muchas cosas, eso me pesa ahorita. No sabes cuánto. —Sofía hizo una pausa para enjugar sus lágrimas. —Contigo he comprendido algo muy valioso, que hasta hace algunos años no tenía claro. Siempre sentí que mis relaciones no eran un mayor drama porque todo era consensuado y libre, esto a mis ojos... pero, no podía estar más equivocada. Al principio de esto que nos ha tocado enfrentar, pensaba que era la ira de Dios manifestándose en mi vida, tentándome con una prueba, una dura prueba... y aquí estoy, sigo pensando lo mismo, pero, comienzo a sentir que estoy equivocada y que no es una prueba sino una lección. Puede que para ti no tenga sentido, pero, cuando escuches lo que tengo para decir, comprenderás muchas cosas, y puede que me veas distinto luego de esto... María Fernanda, he decidido que... voy a contarte un par de cosas que debí contar hace mucho tiempo ya... como dicen por ahí, nunca es tarde, y te juro que quiero creer que no es tarde.
No... necesitas...
María Fernanda, quiero hacerlo. Déjame hacerlo.

Por tu amor [+18 explícito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora