Capítulo VIII - Mientras más duras son, más sincero es su dolor...

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Salomé durmió como bebé. Eran las seis de la tarde y seguía con Morfeo. Yo la contemplaba, casi que con curiosidad, pues, se veía roja, y una lágrima se deslizaba coqueta por la punta de su nariz. Quise retirar los mechones de cabello que cubrían su rostro, y el pánico se adueñó de mí. Estaba hirviendo.

Salí a toda prisa de la cama y busqué por toda la casa si tenía pastillas para la fiebre... no, no había algo que pudiera darle. No quería dejarla sola, pero, dudé que despertara espontáneamente, así que decidí ponerme lo primero que vi en su armario, le dejé una nota por si despertaba y salí a toda prisa a la farmacia.

¿Cómo describir lo que sentía en ese momento? ¿Angustia?, ¿desesperación?, ¿tristeza?, no lo sé, pero mi garganta estaba hecha un nudo, me faltaba el aire y no dejaba de pensar en ella. No me alejé mucho, y sentía que todo iba demasiado despacio, hasta la gorda que estaba delante de mí en la fila de la farmacia parecía moverse en cámara lenta, quería matarla.

No me sentí en paz hasta que estaba de nuevo en el apartamento. Ella seguía dormida, así que preparé manzanilla y mientras se enfriaba un poco, tuve todo listo para despertarla. Un par de pastillas, un vaso con agua y una dosis exagerada de terror, Salomé odiaba ser despertada, pero, cuando digo que estaba hirviendo, estaba hirviendo. Era necesario que tomara algo en ese momento.

Acaricié su cabello con delicadeza, haciendo que me buscara y que despertara al no sentirme. Pude escuchar que se quejó y levantó un poco la cabeza, aproveché ese momento para hablar con ella.

Bebé... toma esto, tienes fiebre.

Ella se dio la vuelta y me miró extrañada, vio hacia su alrededor, estaba desorientada. Se sentó, reclinó su espalda sobre la cabecera de la cama y se tocó a sí misma.

¿Qué hora es? —Preguntó, pasando las manos torpemente por sus ojos.
Van a ser las siete, mi amor. —Le respondí, mientras le daba las pastillas. —Te preparé manzanilla, ¿te la quieres tomar ahorita o vas a esperar?
Dámela. —Hizo un gesto de repugnancia al tomar las pastillas, no le agradaban las medicinas.

Fui tan rápido como pude a la cocina y le serví la manzanilla. La puse sobre la mesita de noche y con cuidado tomé su cabello para acomodarlo mejor, estaba hecha un desastre. Mientras recogía su cabello, se dejó caer sobre mí y me tomó de la cintura, estaba demasiado caliente, me preocupaba. La abracé y me quedé un rato así con ella, hasta que quiso tomar la manzanilla, cosa que hizo despacio. Aproveché para desarroparla, gruñó un poco, pero se dejó.
¿Mi mamá?
Hablé con tu hermano esta tarde, ha estado dormida todo el día, quedé de llamarlo como a las ocho para estar informados de ambas, le dije que dormías.
No le digas más de eso, solo que duermo, pero, pregunta siempre por mamá.
Está bien, mi amor.
¿Cuánto llevas despierta?
No dormí mucho, ya a las once y algo estaba fuera de la cama. Te preparé sopa por si sentías hambre, no creo que quieras comer pesado.
Sopa está bien, pero, no ahorita. Gracias por ser tan bella conmigo. Me miró con ternura.

Besé su frente, y ella sonrió. Cuando terminó su manzanilla, sintió un poco su propio calor y quiso quitarse la dormilona; se quedó así, desnuda, con los ojos cerrados. Quise levantarme para llevar las cosas a la cocina y me tomó con fuerza del brazo. Dio palmaditas en la cama, invitándome a estar junto a ella. Hice lo que me pidió y ella puso su cabeza en mi hombro.

No sé qué haría sin ti. La escuché decir.
Pienso igual. Tomé su mano izquierda y la entrelacé con la mía. Seguía caliente.
Recuérdame mañana llamar al abogado, necesito mover algunas teclas con lo del testamento, no puedo dejar a Simón desamparado y sé que mi papá no hizo modificaciones que lo incluyeran a él. Eso y necesito trabajar contigo en aquello que te mencioné hace dos años.
Mi amor, ¿crees que es buen momento para que hablemos de estas cosas?
Estoy en mis cinco sentidos, y tengo un enorme peso en mis hombros ahorita. Te necesito, así que vamos a hacer esto, juntas.
No se diga más entonces, prepararé todo mientras sale lo del testamento.
¿Cómo va lo de las franquicias?
Viento en popa, Rogelio es brillante. He tenido que lidiar con Ricardo porque siempre hay quejas de "acoso", relacionadas con él, pero, en cuanto a resultados, da lo que necesitamos.
¿Crees que podemos poner a Simón con alguno de ellos?, mientras estudia y se gana algo más apropiado.
Tus deseos son órdenes, arreglaré eso por ti.
Mañana después de hablar con el abogado, hablaremos de la fusión, vamos a probar durante un año, si nos va bien, buscaremos expandirnos hacia el norte.
Perfecto. Así se hará.

Por tu amor [+18 explícito]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora