Capítulo 9

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En la soledad de su habitación, sentado en el colchón, Steve se quitaba la corbata y el esmoquin mientras pensaba en todo lo que había sucedido en esa fiesta, ¿Por qué debía seguir pensando en Tony?, aquel muchacho era raro hasta la medula, diciendo que era su Toni reencarnada, ¡Menuda mentira más cruel!

Por una parte estaba furioso por aquello, pues creía que era una burla a la memoria de su amada esposa, pero otra parte, una muy pequeña, quería creer en sus palabras, si él castaño fuera de verdad Toni, eso lo haría muy feliz, aunque el hecho de que fuera hombre no ayudaba mucho a que le creyera, no es que Tony fuera feo, la verdad era un joven muy atractivo, su cabello castaño undulado, sus largas y risadas pestañas, sus labios rosados, un momento, ¿Por qué estaba pensando en él de esa forma?

Le levantó de la cama para despejar su mente de sus pensamientos indebidos hacia Tony, fue hacia el closet a sacar un gancho para colgar su chaqueta y casi le da un infarto al abrirlo, Tony apareció de dentro del armario abalanzándose sobre él, Steve no pudo evitar pegar un grito de terror.

—¡Quiero hablar contigo! —dijo el castaño, mientras lo aventaba a la cama.

—¡No, déjame! —dijo el rubio, tratando de zafarse del agarre del menor, podía ser que su cuerpo estuviera un poco más trabajado que cuando era joven, pero aún seguía siendo el mismo debilucho de siempre.

—Prométeme que escucharas lo que quiera decirte —dijo Tony, sujetando fuerte las manos del rubio, haciendo que Steve dejara de forcejear.

—De acuerdo —empujando al castaño al ver que aligeraba su agarre y así salir de ahí.

Tony fue a parar al piso, pero rápidamente se levantó, Steve aprovechó en lo que el joven se recuperaba, para saltar del otro lado de la cama, vio como de un solo brinco Tony saltó del otro lado, así que corrió al otro extremo, imposibilitándole el acercamiento.

—¡Ah! —soltó un grito de frustración el más joven.

Steve que ya no sabía qué hacer, tomó un caballo de porcelana que se encontraba en el buró para lanzárselo a Tony.

—¡No lo rompas era de mi Madre! —dijo Tony señalando el objeto, Steve miró perplejo al caballo en su mano y después a él, para volver a tomar el valor para lanzárselo.

—No, no, de acuerdo, de acuerdo —tratando de que Steve se calmara—, tu ganas, si, buenas noches —rodeando la cama con cautela, dirigiéndose hacia la puerta—, tranquilo, ya me voy.

Confiado de que el joven lo dejaría en paz, Steve bajó la guardia, no contó con que Tony aprovecharía ese momento para lanzarse sobre él y sujetarlo con todo su cuerpo a la cama, con ambas piernas a cada lado de sus caderas.

—Lo siento, pero es muy importante —sujetando las manos del rubio, quien no dejaba de moverse, lo sujetó por los hombros y lo miró directamente a los ojos—. El día de mi muerte compre una cadena de oro para ti, por nuestro aniversario.

Steve aprovechando que el castaño había aflojado su agarre y le dio la vuelta para quedar ahora él encima.

—¿Como sabes tú eso? —tomándolo por los hombros, Tony solo se deleitaba con la vista de su amado esposo sobre él.

—Se la compre al Sr. Phillips.

—Phillips —dijo perplejo Steve, liberando a Tony, era imposible que el joven lo conociera porque el amable señor había fallecido años atras— ¿Cómo sabes tu eso?

—Como no voy a saberlo, de ti lo sé todo amor mío —acomodándose en el colchón—. Te encantan las paletas de hielo, dibujar y los gatos con ojos amarillos —Steve lo escuchaba asombrado.

CHANCES AREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora