Capítulo 8

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La noche había llegado y en una de las habitaciones de la mansión se encontraban Steve y Peter, el mayor acomodaba la corbata en el cuello de la camisa del menor, mientras sostenían una plática:

—No quiero verlo más en casa.

—Papá, no seas absurdo, ¿Por qué quieres echarlo así de repente?

—Tengo mis razones —terminando con su tarea y caminando hacia el armario—, y se acabó la discusión.

—¿Cómo que se acabó la discusión? —siguiendo a su padre—. ¿Qué te ha hecho? —viendo cómo se sentaba en la cama.

—Es...muy raro —negándose a mirar a su hijo a los ojos.

—Papá, ser raro no es ningún crimen o tú estarías a cadena perpetua —el rubio que en esos momentos se ponía los zapatos alzó la vista hacia su hijo.

—Peter, no lo conocemos, lo hemos recogido de la calle, podría ser cualquier...

—Licenciado por Yale —mirando serio a su padre—. Oye, una vez más vuelves a oponerte a la persona que me gusta por razones que son inexplicables y personales —alterándose un poco—. ¡Lo expulsas como si fueras el dictador de una república bananera! —Steve lo miró serio, pero no dijo nada—. ¿Y mi vida? que pinta en todo esto, ¡Ya estoy harto de buscar una chica o chico que coincida con tu concepto de perfección!, Él no es mamá —Steve tensó la mandíbula al oír aquello—, nadie puede serlo —terminó de decir Peter, sintiendo un peso menos sobre sus hombros.

—Se va de aquí y se acabó, así que baja ahora mismo y díselo —con sus ojos azules gélidos, no cambiaría de opinión.

—No, díselo tú —derrotado.

—De acuerdo —tratando de anudarse la corbata, si tener éxito, votándola al piso— ¡Iré yo!

Cuando Steve bajó las escaleras pudo ver a Tony sentado en el piano, tocando las teclas, se acercó a él con la firme intención de echarlo.

—Anthony —habló el rubio desde la distancia, acercándose a él, Peter bajó detrás llegando al mismo tiempo que su padre al piano, donde se encontraba el causante de sus problemas— Anthony.

—Papá, por favor —suplicó Peter.

Tony se levantó de su lugar y miró a Steve, se veía guapísimo en su traje negro, aunque ahora tenía un cuerpo más trabajado a como lo recordaba seguía conservando sus hermosas facciones, y esos hermosos ojos azules seguían siendo igual de hipnóticos, sintió como Peter tocaba su brazo.

—Estas fabuloso con el esmoquin de Papá —observándolo de pies a cabeza, aquel saco blanco, moño y pantalón negro le quedaban divinos.

Tony, que no había dejado de mirar ni por un momento a Steve con sus brillantes ojos avellana, tocó las primeras teclas de su melodía, aquella que había escrito para su esposo hace años, le sonrió al rubio con coquetería, quien aún lo miraba con furia en sus ojos, pero al reconocer aquella melodía se sintió confundido ¿Cómo podía saber ese muchacho aquello?

La fiesta de inauguración estaba en pleno apogeo, en la pista se podían apreciar parejas de toda clase, Peter bailaba con Bucky al son de la música, se estaban divirtiendo bastante, alrededor de la pista se podían apreciar los maniquíes de las Primeras Damas de EE. UU.

Steve se encontraba "exprimiendo" a la Sra. Potts.

—Todas las primeras damas fueron personajes fascinantes —decía el rubio— Lou Hoover fue campeona de lanzamiento de peso además de directora en geología por Standford y una lingüista erudita, creo que hablaba en chino con Herbert.

CHANCES AREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora