Capítulo 2

1.1K 40 0
                                    

( Unos días antes de la cosecha)

-Perfecta puntería.- me dijo mi amiga Elena después de lanzar los cuchillos a un muñeco de tela que se encontraba en frente de mi.

Muchos dirían que he cambiado, pero está en mi ADN ser una persona con orgullo, respetable y sin duda con un ego enorme. Sólo maduré, por así decirlo.

Ahora tengo 16 años. Soy una persona muy "agresiva" como siempre me dice mi padre con una sonrisa enorme cada vez que le gritó o cuando me ve practicar. Si, soy agresiva y me gusta.

-Oye violenta, mira esto.- me dijo mi otra amiga Deyna. Elena, Deyna y Brett son mis mejores amigos y los únicos.

No soy una persona sociable y mucho menos una que busca tener un millón de amigos. En realidad, no me importaría estar sola en la academia.

Primero conocí a Brett, cuando aún llevaba dos coletas y una especie de moños que nos envía el Capitolio cada que empieza un nuevo ciclo escolar. Practicaba apenas a trepar sogas, y cada día me ponían a correr hasta vomitar. Trataba de acostumbrarme y varias veces me adentraba un poco al horrible bosque, usando una máscara para evitar el mal y tóxico olor. Terminaba siempre oliendo a basura ya podrida y mi madre me dejaba fuera de la casa y no dejaba que entrara antes de que lloviera. En el distrito 2 siempre llueve y mucho. Así que la lluvia era un especie de baño para mi.

En ese entonces aún era amiga de Cato o mejor dicho, era su mejor amiga. Cuando Brett entró traía una sonrisa chueca y miraba el lugar como si quisiera memorizarlo. Me llamó la atención ese niño pelirrojo de 10 años desde que lo vi entrar. Recuerdo que Cato siempre decía que "se veía débil" pero era todo menos débil.

El primer día levantó una bolsa muy pesada llena de ladrillos tirados que se encuentran en cualquier rincón del distrito. Claro, no era una bolsa muy grande y tal vez sólo tendría 3 ladrillos pero ni Cato que era el más fuerte de la categoría de los pequeños podía cargarla. Recuerdo haber tenido una discusión con Cato porque yo quería hacerme su amiga, más por su fuerza que para conocerlo pero Cato insistía que era un inútil. Pero al final Cato,Brett y yo nos hicimos amigos y éramos el famoso "trío". Los tres agresivos, violentos y sin un poco de piedad. Pero cuando Cato me dejó de hablar, también a Brett. Y desde entonces Brett ha sido mi mejor amigo.

A Elena la conocí a los 14 y ella tenía 12. Era una niña asustadiza que en cuanto la vi me recordó a mi hermano Dereck. No paraba de temblar y nos miraba como si fuéramos los propios soldados del Capitolio. Pero ella si que era buena con el arco, sólo que ella no lo notaba. Tenía una puntería casi perfecta y para ser una niña de 12 años y nueva era excelente. Brett y yo, obviamente nos interesamos y después de pasar varias semanas con nosotros su personalidad cambió dramáticamente y ya era una de nosotros.

Y a la dulce Deyna la conocí a los 15, ósea hace un año. Ella entró y nos miró de un modo odioso. Nos quemó con la mirada. Los instructores le preguntaron que porque se había inscrito ya tan tarde y lo único que ella dijo fue que era tan violenta y sangrienta que sus padres pensaban que inscribirla aquí aumentaría sus problemas de ira. Pero ahora ya se controla un poco más.

Deyna se aventó rápidamente a otro de los muñecos de tela y con una maniobra rápida y precisa le cortó en pedacitos la cabeza. Todos le aplaudimos y ella hizo una reverencia.

- Oye ricitos de oro, has mejorado- le dijo Brett con su apodo gracias a los prefectos rizos dorados de Deyna.

- Lo se- respondió ella con una sonrisa satisfactoria.

- Quisiera que mi nombre apareciera.- nos dijo Elena antes de disparar justo en el pecho al muñeco que minutos antes Deyna le había arrancado la cabeza.

El Capitolio, por ser uno de su distritos favoritos cuando se trataba de Los Juegos siempre nos apoyaba tratando de comprarnos armas y cosas para practicar. Casi todas las veces el Distrito 2 era vencedor, nuestro mayor rival era el Distrito 1, que también al ser el favorito del Capitolio también les prestaban armas.

- Pero Elena, eres pésima, ¿cómo piensas ganar?- le preguntó Brett retador y cruzando los brazos y haciendo su típica sonrisa chueca.

- Así.- le respondió Elena desafiante. Elena sacó una flecha y la disparó a Brett. Brett con un movimiento rápido la esquivó y Elena siguió lanzándole muchas más y el las esquivaba con audacia. Al acabarse las flechas Elena se le lanzó a Brett, quedándose encima de el y con ambos pues recargados en su estómago.

-¿Qué piensas ahora niño?- le escupió Elena en la cara. Pero repentinamente Brett logro tirar a Elena y ahora el quedaba encima de ella enterrándole las uñas en los brazos y poniendo su pies en sus piernas.

- Sigue practicando.- le susurró en el oído. Elena sonrió y ambos se levantaron riéndose. Era normal que entre nosotros peleáramos de esta manera. Usando las armas y sin siquiera pensar en que tal vez si los pudiéramos lastimar o incluso matar.

La instructora Gabriela nos lanzó una mirada asesina, estaba prohibido "jugar" con las armas sin protección. Todos nos hechamos a reír hasta que las puertas se abrieron. Era el chico rubio, Cato.

Si creían que yo había cambiado mucho, el enserio era totalmente diferente. Era tan fuerte y musculoso, de 17 años y unos ojos amenazantes y azules profundos. Dominaba cualquier arma, en especial el cuchillo. Todos hablaban de el, los instructores estaban fascinados y había más de unos que decía que el iba ser el ganador de los juegos.

Apenas y nos mirábamos y nunca cruzábamos palabras. Tampoco las cruzaba con Brett, aunque cada vez que se encontraba con su grupo de amigos se burlaban de el. Lo odio tanto. El también, como Deyna, tiene problemas de ira, aunque el no ha ido mejorando y no los controla.

Camina lentamente, dando pisadas firmes y fuertes y por unos segundos nos mira a Brett y a mi, ambos cruzamos los brazos y lo vemos con disgusto. El aleja la mirada y se dirige a recoger un cuchillo.

- Lo odio- susurra Brett aún mirándolo fijamente.

- Yo también.- le digo. Me volteo a Elena, ya no quiero ver a ese estúpido.- Muy bien para una niña de 14.

- No lo suficiente.- suspira cansada.

- Aún no entiendo por que nos ignora.- dice Brett secándose el sudor.

- ¿Cato Duncan?- pregunta Deyna. El asiente.

- Eramos mejores amigos y ahora hace como si no nos conociera.

- Ya, tranquilo.- le digo poniendo mi mano en su hombro.- No vale la pena, ese imbécil.

- Tal vez ya no te habla porque eres pésimo.- bromea Elena.

- ¡Cállate estúpida! Que te he derrotado- le grita Brett señalándola.

- Fue un golpe de suerte- contesta ella sin importancia.

- La suerte no existe cuando estas en la arena,- recuerda Deyna y todos nos quedamos callados.

Es cierto, la suerte no existe cuando estas en la arena.

El amor secreto del Distrito 2 (Clato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora