Capítulo 8

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¿Recuerdan cuando les dije que todos los de mi familia éramos gente respetable? Bueno, no es del todo cierto.

Para empezar, soy de estatura pequeña. Lo cual me parece injusto.

Mi padre es un hombre alto y robusto, tosco y rígido y mi madre apenas es una pequeña señora, llena de dolor pero mostrando siempre una sonrisa que le podría dar esperanza a todos los distritos, o al menos yo sentía eso cuando la veía sonreír.

Como la extraño...

Pero el punto es, que Dereck heredó la estatura de papá y yo de mamá.

En el entrenamiento puedo parecer, y soy, una persona agresiva y todos lo saben pero siempre hay insultos que logran llegar a mi mente y permanecer ahí para siempre.

De tantas historias desagradables llenas de risas y burlas, la que mas me duele recordar es una que fue entre familia.

Recuerdo que una vez unas tías llegaron a nuestro hogar, mi prima Petra había sido cachada tratando de escapar del distrito y los soldados del Capitolio se la habían llevado. (Seguramente ahora es un avox o tal vez ya esté muerta). Era una pena, era la belleza del Distrito 2, porque aunque las condiciones del Distrito sean pésimas, la sociedad siempre se fija en el físico, y me incluyo, a veces deseaba ser como ella. Solo había hablado con ella unas veces y siempre hablaba de como todo sería diferente si ella fuera presidenta. Aunque su sueño era enorme, sus ideas no lo eran. Recuerdo que una vez me había dicho que cuando llegara a ser presidenta prohibiría el uso de ropa negra o de algún "color triste". ¿Ven a lo que me refiero?

Yo solo escuchaba y me quedaba callada y eso parecía agradarle porque siempre cuando era hora de marcharse me susurraba:

"Adoro hablar contigo, eres la única que me entiende."

Bueno, no la entendía, no adoraba hablar con ella y no la extraño.

Me encontraba regresando del bosque apestoso después de tener varias carreras con Brett, el único de mis amigos al cual no le daba asco adentrarse a el.

Abro la puerta y ahí están,  mis tías derramando lágrimas. Doy un silencioso paso, no quiero quiero que me escuchen pero mi mamá me nota y exclama:

"¡Clove, que horrendo hueles!"

Mi madre y mi tía se tapan la nariz  con sus dedos y se alejan un poco de mi.

"¡Salte de la casa ahora mismo, apuesto a que en unos minutos lloverá. Apúrate niña asquerosa!".

Abro la puerta y salgo. Pero las voces graves de mis tías se alcanzan a escuchar desde fuera, aunque no puedo distinguir una de la otra.

-¿Cuántos años tiene?- pregunta una tía.

-¿10?- trata de adivinar la otra.

-No, tiene 14.- mi madre dice.

-¡14! Parece una niña de 8 años.- exclama con asombro una tía.

Todas se ríen y olvidan el motivo del porque vinieron, olvidan que Petra ha sido atrapada y que nunca la volverán a ver. Todas se ríen con entusiasmo y sin piedad. Incluso mi madre.

Mamá sabía de todos mis problemas por ser pequeña, pero eso no le impidió burlarse de mi.

-

- Lindura, tienes la piel tan reseca. - exclama Leonora, una de las estilistas que se encarga en embellecerme. Su voz interrumpe mis pensamientos sobre mi estatura.

Su "lindura" me recuerda a Peppery.

Estoy sentada en una mesa. Leonora, Agatha, Rita y Esfemus me rodean. Leonora se encarga de ponerme algo para "humectarme" la piel, Agatha me depila las piernas, Rita me depila las axilas y Esfemus me depila el vello facial.

Todo me duele. No puedo decidir que duele más. No estoy acostumbrada. Pero he mostrado una actitud firme y fría. Era tiempo de ser la violenta Clove Daniels.

-¿Cómo te llamas, panqueque?- me pregunta Esfemus aunque se que en realidad no le importa mi nombre. Tiene el cabello color amarillo y un extraño bigote del mismo color. Pero tiene unos magníficos ojos verdes cristalinos, trato de no verlos pero ¿cómo no verlos si su cara esta enfrente de la mía, depilándome las cejas?

- Clove Daniels.- dijo firmemente.

- ¿Cuántos años tienes? ¿11?- pregunta Rita con su estúpida forma de hablar. Todos ríen. Parecen unos perros aullando.

-No sabía que ya se podían admitir menores de 12.- bromea Agatha. Todos ríen de nuevo.

Aprieto mis manos y los pongo en forma de puño.

Todos se callan. Cortan las risas y siguen con su trabajo.

Cuando acaban, se largan de la habitación y llaman a mi estilista oficial. 

Estoy completamente desnuda y siento vergüenza. No por estar sin ropa, sino porque no me gusta mi cuerpo. No está desarrollado. Es diferente al de cualquier chica de 16 años. Mi cuerpo aún parece de niña.

La puerta se abre y aparece un hombre. Parece ser joven, como unos 25 años. Es alto y no tiene cabello. Tiene tatuajes rosados por toda su cabeza y en su cuello. Lleva maquillaje en toda la cara. Sus ojos parecen ser púrpuras. Extiende la mano y dice:

- Hola, soy Genebrán. Tu estilista.

Sonríe y me guiña el ojo. Su apariencia es como la de cualquier habitante del Distrito: extravagante.

Me quedo quieta. No le sonrió, ni le hablo, ni extiendo la mano.

El suspira y mira mi cuerpo.

Me siento incómoda.

-¿Te han dicho que eres muy pequeña?- me pregunta mientras se sienta a lado mio.

No le respondo otra vez.

-Pues yo pienso que no eres pequeña, pienso que así estas bien. - de repente su voz no suena a los del Capitolio y sus ojos púrpuras parecen transmitirme un mensaje. Sonrio un poco y el ríe.

- No funcionará hacerte la ruda conmigo. Conozco a los del Distrito 2, he trabajado con sus tributos por años. No tienes que ser así. - sus palabras me brindan calma. Algo que nunca había sentido desde la cosecha.

- Si, lo siento.- le digo.

-Te vestiré como tu Distrito.- me dice y yo asiento. Al menos se ha portado mejor que Esfemus y Agatha.

Antes de irnos para que me vistiera me dice:

-Perdón por tardar tanto. Estaba con tu compañero. ¿Cato? Si, Cato. Es muy frío, igual que tu. Solo me dijo unas pocas palabras. Pero parece que tienen una conexión.

-¿Por qué lo dice?- pregunto.

- Porque cuando me iba, le dije que ahora era tu turno de quedar hermosa, ¿sabes que me dijo? Que era imposible, porque tu ya eras perfecta.

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⏰ Última actualización: Dec 27, 2014 ⏰

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El amor secreto del Distrito 2 (Clato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora