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[ + ] Epílogo : Un Final Opcional [ + ]

VideoLlamada a: Dr. Slug, en proceso.

– A ver si adivino...– Slug viró los ojos e hizo una mueca de frustración en cuanto la imagen se estabilizó.– ¿¡Otra condenada carta!?– elevó la voz, con la ira hasta la coronilla.– ¡No! ¡Pinshes! ¡Mames!– las palabras se le agolpaban en la garganta.– Pero si pregunto en todas las florerías, en todos los malditos correos de HatsVille... ¡Y hasta en la put— – el científico de bata oscura ahora cayó en cuenta del aspecto de su colega de ciencias.– ¿¡Qué mierdas te pasó!?

Y no era para menos, el Doctor Flug tenía marcas de lágrimas en su rostro, su ojos brillaban y su bolsa se arrugaba en compañía del gesto bajo ésta.

– Yo... Yo... Yo...– su voz era un hilillo apenas audible, por el nudo en su garganta.– Ya... Ya... Ya...

– ¡Habla como corresponde!– lo apremió Slug, ahora preocupado por la deplorable condición ajena.– ¿¡Qué eres!? ¿Hombre o Marica?– lo insultó, tratando de que sacara valor y seguridad para hilar una respuesta coherente.

– Pues... C-como va la cosa, soy marica...– sonrió bobamente, la bolsa dejó entrever un poco del sonrojo.

– Eso ya lo veía ven— – nuevamente Slug se interrumpió. – Espera ¿¡QUÉ!?– gritó incrédulo, saturando el micrófono de su laptop y el parlante de la de Flug.

El grito fue tan fuerte que pronto se oyeron pasos retumbando por las escaleras del laboratorio de Slug y ahí, junto con un portazo, apareció un agitado y defensivo White Hat.

– ¡¡NADIE SE MUEVA!! ¡Tocan a Slug y juro que— – el de blanco notó que el laboratorio estaba vacío.– ¿Ah?– fijó su vista en el de bata negra.– ¡No me asuste así, Doctorcito!– lo regañó.

– ¡Silencio, White!– pidió Slug, ahora haciéndole gestos a Flug de que le explicara qué le pasaba.

– ¡Tú a mi no me callas!– trató de imponerse el más alto.

Pero logró el efecto contrario, Slug se giró y le dedicó una mirada de "éstate".

– Ándale, síguele... ¡Pero después no preguntes porque no te doy cariño!– ladró, amenazante.

– Sí, mi amor.– White se encogió en su lugar y se retiró a una silla lejana para esperar el final de la videoconferencia.

– Ahora ¡Explícate, Flug!– exigió en el mismo tono autoritario, pero ahora a la pantalla.

Flug observaba hasta entonces la escena en silencio, de forma que tardó unos segundos en procesar la pregunta de su contra parte.

– ¡Era Black Hat!– exclamó, y las lágrimas de alegría y su sonrisa gay volvieron a su semblante cubierto de papel.

– ¡Claro! ¿Cómo no lo pensé antes?– se auto recriminó, golpeando la mesa con fuerza moderada.– Bueno, pues... Bendiciones.– deseó, dudoso.

El de bata blanca reprimió un risa y continuó.

– Pero necesito tu ayuda con otra cosa...– desvío la vista, incómodo de tener que pedirle ese favor a su colega de ciencias, lo más cercano que tenía a un amigo.