8. Volviendo.

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Las primeras tomas de la película no aparecerán en la versión final, pero han servido para que os deis cuenta de la interacción entre actores, técnicos y el departamento de FX. Parecen simplemente una versión muy elaborada de los storyboard.

—Tenemos buen aspecto juntas, ¿verdad? —te pregunta D.Va. Tú asientes. La notas mejor que ayer. Una sensación acaramelada se apodera de tu pecho cuando vuestras miradas se cruzan; algo cosquillea tu estómago y corta tu respiración cuando Hana sonríe al darse cuenta de que os estáis contemplando mutuamente.

—Haremos las últimas pruebas de vídeo con las escenas nocturnas a partir de que anochezca. Tenéis tiempo libre hasta entonces, chicas.

D.Va te dedica una expresión enigmática. Te parece que está deseando decir algo, pero no lo hace hasta que no os quedáis solas.

—Hoy ha llegado mi moto. La tenía en mi hogar de Busan pero ha habido un problema con el papeleo y han tardado la vida en traerla... ¿Querrías dar una vuelta?

—¡Claro!

* * * * *

D.Va te ha dejado un casco para que vayas más segura y te ha llevado hasta Venice Beach para pasear por el Ocean Front Walk. Se pone unas gafas de sol, se quita los zapatos y pasea descalza a tu lado. Hay un montón de espectáculos callejeros y el recorrido es ameno. A veces interrumpís vuestra charla para mirar algo particularmente sorprendente, pero siempre lográis retomar la conversación con una naturalidad fascinante. Hablar con ella te resulta fácil... sencillo... No tienes que pensar mucho y en ningún momento te arrepientes de nada de lo que le dices.

¡Si todo fuese igual de cómodo en esta vida...!

Os detenéis en una terraza para contemplar un espectáculo. Ella pide un batido de frutas, tú tardas un buen rato en decidirte. Finalmente veis la mesa cubierta por algunas copas de colores, unas muestras de helado que os han dado antes de que decidieseis cuál queríais y algún que otro dulce que se os ha encaprichado. Tal y como ya te han comentado otros miembros del reparto «el mundo del espectáculo requiere tanta energía que prácticamente podrías estar comiendo todo el día y no aumentar de talla». Tú incluso notas tus músculos algo más fuertes... «Y espera a trabajar en un teatro», recuerdas que te señaló un actor que ha participado en muchísimos musicales y tiene los músculos desarrollados por el baile.

De repente te das cuenta de que sucede algo en la mesa: tus dedos sujetaban una servilleta de papel y han terminado rozándose con los de Hana. Tu corazón se acelera... Quizá si no levantas la vista y no la miras a la cara... Quizá si finges que no te has dado cuenta... Quizá... quizá puedas...

... seguir así un ratito. ¿Cómo puede ser tan suave, tan delicada? ¿Cómo puede una sensación tan ligera afectarte tanto...?

Recuerdas todos esos rubores en sus mejillas, y recuerdas haberte preguntado en alguna ocasión si las tuyas estaban igual de sonrojadas. Por fin sabes la respuesta: sí.

—Hana... —la llamas. Ladeas tu mirada hacia ella con lentitud, como si su mano fuese un pajarillo asustadizo y temieses espantarlo con un movimiento brusco. Pero ahí sigue... no se aleja, y jurarías que sus dedos juguetean con los tuyos, que busca acariciarte con el mismo ahínco que tú empleas en hacer que el momento se prolongue.

—Dime.

—¿Te sientes mejor... que anoche?

—Mucho mejor —asegura. Parece alegrarse de que te preocupes por ella... tanto que sus dedos rodean por fin los tuyos y te da la mano con ternura, dejando que te sueltes si quieres...

Pero no lo haces. Nada más lejos de tus intenciones. La aprietas suavemente: quieres transmitirle que para ti está bien así. Necesitas que lo sepa.

—¿Has pensado en lo que harás con Sombra?

—Voy a salir del armario públicamente. ¡Vaya! Qué raro suena, ¿no crees? —Ríe con nerviosismo—. Será en unos días, en un programa de televisión. No podrá chantajearme con una información que es pública... Con un poco de suerte me libraré de ella.

—Ojalá...

* * * * *

A media tarde se pone a llover. Al principio parece que sólo serán unas cuantas gotas de agua, pero luego resulta que hay una tormenta bastante fuerte. El tráfico queda cortado en muchos sitios, y vosotras os dais cuenta de que no vais a tener opción de volver al estudio si la tormenta sigue empeorando.

D.Va te da el mismo casco que te dio por la mañana y te insta a subir a su moto rápidamente.

—Será mejor que nos demos prisa... antes de que sea peligroso conducir.

Tú asientes. La lluvia desdibuja levemente las zonas más alejadas, pero las luces de la carretera son perfectamente visibles. Montas en la moto y te agarras a las sujeciones auxiliares.

—Estoy lista —dices.

—Creo que... deberías agarrarte a mí —señala ella. Colocas tus manos en su cintura.

—¿Así?

—Más cerca... —Tú sigues sus instrucciones—. Hm, más fuerte.

—¿Hana...?

—Más —insiste.

Estás tan cerca de ella que podrías señalar el lugar exacto donde se encuentran las costuras de su ropa. Notas incluso el modo en que se tensan sus músculos mientras va arrancando el motor.

—No puedo estar más cerca.

—Pero yo necesito que estés más cerca —declara.

—Me metería dentro de tu casco, dentro de tu piel... —murmuras en tono de broma.

Hana por fin arranca la moto.

—Ojalá lo hicieras —susurra bajo el rugido del motor. ¿O has entendido mal?

Hana Song y tú [D.VaxLectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora