Capítulo 2: Nuevas Esperanzas

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De nuevo la alarma de las 7 me despierta. No hay ni rastro de Cotade, y el leve ruido de las cámaras vuelve a oírse.

-Denare-susurro a la colcha de arriba, sin obtener respuesta. Debe de seguir dormida, no habrá oído el pitido que significa "hora de levantarse", aunque un ruido así despertaría incluso a un oso polar en hibernación.

Me levanto de la cama, la idea de que mi madre haya muerto regresa de nuevo a mi cabeza, como un rayo, y me hace caer de nuevo a la cama.

La imagen de una mujer, sin cara, corriendo, perseguida por soldados armados con todo tipo de instrumentos letales, es algo que no ha dejado de perturbarme desde que me acosté anoche.

Lágrimas pretenden salir de mis ojos, pero estos se dan cuenta de que ya no quedan, y de que sería inútil un esfuerzo así. Puede que os preguntéis como puedo apreciar tanto a una persona que casi no conozco, dolerme tanto su perdida. Dicen que tus verdaderos padres suelen ser aquellos que te han cuidado desde pequeños, que siempre han estado ahí, eso importa más que el hecho de estar emparentados. Pero mi madre no me ha cuidado durante estos últimos años,  no he recibido amor de nadie salvo de mi hermana, y aun así,  todo lo que sé de ella, todo lo que mi hermana me ha contado sobre ella, hace que la quiera, y que sienta tanto su pérdida como si yo la conociese, y como si nunca hubiese dejado mi lado.

Vuelvo a ponerme en pie, esta vez con más firmeza,  y una vez lo consigo,  miro hacia la litera de mi hermana. Se puede distinguir el bulto que crea mi hermana con las sabanas. Su pelo rubio es la única parte que puedo distinguir, el resto queda cubierto.

Le doy un pequeño empujón con la mano, para ver si esta despierta, pero al igual que al llamarla,  no he conseguido resultado alguno. Solo me queda una opción para despertarla, quitarle las sabanas de golpe, y gritarle a la oreja como cuando era pequeña.  Recuerdo que después acababa de muy mal humor, y me perseguía maldiciendo a voz en grito, pero cuando se calmaba, o la calmaban, volvía a ser la misma de siempre. Hace algún tiempo que no lo hacía,  pero creo que hoy me ha llegado esa gran oportunidad.

Hago los movimientos rápidos y mi voz resuena por toda la sala. Ni un centímetro, ni un sobresalto, nada. Me empieza a asustar esta situación. Miro a mi hermana, parece estar dormida, pero su pecho no sube ni tampoco baja, ¿Que diantres ha pasado aquí? ¿Acaso a muerto mi hermana esta noche mientras dormía?, no, es imposible, ella estaba sana, no tenía problemas de nada, por no decir que es inmune a la enfermedad. Tiene que haber otra explicación.  Busco por todo su cuerpo, una nota o algo que me indique que pasa, pero el resultado no es satisfactorio. Cansada y desesperada,  decido abrazarla. Está fría como el metal y su piel parece de plástico. Cuando la suelto oigo un sonido proveniente de mi hermana, como si mecanismos se moviesen dentro de su cuerpo, y oigo como una corta frase sale de su boca

-Estoy cansada, tápame, y déjame dormir-

Esa era su voz sin duda, pero seguía sin respirar. Espera,  tal vez no pareciera piel de goma, tal vez fuera piel de goma. Los ojos cerrados, la boca inmóvil al pronunciar las palabras, la carne fría como el metal...es una máquina, o un maniquí,  o como lo quieras llamar. Esto no es mi hermana, pero ¿cómo había llegado hasta aquí?, y lo más importante, ¿que pretendía mi hermana con esto? Es obvio que es algo relacionado con su huida, pero yo no sabía nada, tendría que haberme avisado, ¿y si lo había fastidiado todo?, habría condenado a mi hermana, nunca me perdonaría haber hecho algo así.

Tapo lentamente a mi "hermana" haciendo lo que el maniquí me ordena. Miro discretamente hacia la cámara que nos vigila. Suelen intervenir en casos así. Se supone que si no te levantas es porque estas enferma, y aquí nadie enferma, enseguida descubrirán que se ha marchado. Pero, ¿se ha ido sin mí?, no, es imposible, Denare jamás me dejaría sola, ¿verdad? Empiezo a dudar, nunca me dejaría en un sitio como este, sin protección, es mi hermana y me quiere.

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