5.

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No había nadie que pudiese ver con claridad lo que pasaba adentro del dormitorio de Sol, ya que era un edificio muy alto y los que estaban de frente, tenían en el medio al puerto, por lo que estaban lejanos a identificar algo.
Cuando ella se levantó, yo la seguí con la mirada y la vi entrar a una de las puerta del extremo de la habitación, asumí que era el baño y sentándome en la cama, miré a mi alrededor cuando la elegante mujer desapareció dentro. Era inferior a la inmensidad del lugar, y contrario a sentirme desolado, estaba completo.
Solía tener sexo frecuente, pero no pasaba de algo más que sacarme las ganas con alguien de mutuo acuerdo, sin embargo con Sol, si bien eran demasiadas las ganas que tenía de estar con ella, hubo tanta piel entre nosotros que me dejó idiotizado con su contacto, quería más y si era mi única oportunidad debía aprovecharla al máximo, por lo que me levanté y crucé la habitación para entrar al baño que era el conjunto de mi sala, comedor y cocina en tamaño.
— ¿Me puedo meter con vos?
—Sí, podés. —dijo y no pude mirar otra cosa que no fuera su cuerpo hermoso y desnudo entrando al jacuzzi, intentando taparlo con sus brazos hasta que el agua la cubrió. Caminé por el porcelanato blanco y entré para sentarme de frente a ella en el otro extremo. 
Nuestras miradas eran fijas y estudiándola desde mi lugar no pude controlar mis ganas de estar cerca, por lo que me aproximé por debajo del agua y agarrando sus piernas me metí entre ellas, sin ninguna queja de su parte.
— ¿Hay algo más con lo que pueda ayudarte para catarme?
—Si, pero nada que no puedas seguir superando. —dijo juntando un poco de agua en su mano para llevarla a mi hombro y dejarla caer, ya que el jacuzzi no nos llegaba a cubrir. —tenés mucho potencial para las mujeres que te van a querer conocer, las señoras grandes son las que mejor pagan por un amante como vos, pero dudo que logren seguirte.
—Me quedaré con las ganas, a menos que conozca a alguien como vos y un potencial que se iguale al tuyo.
Una sonrisa con suficiencia se esbozó en sus labios rosados, el labial se había desparramado pero ella consiguió limpiarse y que no pareciera desalineada.
— ¿Sabías que soy tu árbitro no?
— ¿Qué significa eso?
—Yo controlo quién te toca, quién puede conocerte, y quién nunca te va a poder tener. —determinó con la mano en mi nuca, acariciándome e impulsando mi cercanía a su boca. —no cualquiera va a poder saber lo que sos en la cama.
— ¿Y eso, por qué lo impedirías? —pregunté agarrando su labio con mis dientes para estirarlo. — ¿no querés que otras puedan conocer lo que vos probaste hoy?
—No.
— ¿Hay alguna razón? 
—Ahora me perteneces. —habló sobre mi boca y sonreí mirándola para apartarla cuando me quiso besar.
— ¿Ah sí?
—Tu servicio me pertenece. —determinó y estuve de acuerdo, le seguí el beso enloqueciéndome con su lengua, acomodándola más encima de mí para seguir sintiéndonos entre medio de caricias para atravesar la tensión sexual que nuestros cuerpos emanaban, aún estando en remojo. 
Lo que siguió de la noche, fue una mezcla de vino, provocación, sudor y mucho placer que nos proporcionamos hasta que quedamos agotados. Sol me permitió quedarme a dormir con la única condición de despertarla y despedirme, así que yo tomé eso como parte de mi suerte. 
Y cuando sonó la alarma que me había puesto para irme a un horario considerable, cumplí con mi parte dándonos un último placer que no sabía si se volvería a repetir, pero ante la duda, me permití sentir la gloria de escuchar a mi jefa, gemir mi nombre.

Los exámenes clínicos confirmaban que todo estaba bien en mí, no existía enfermedad alguna y mis niveles sacados de los estudios de sangre, no daban indicio de revisión. El martes a la tarde, Fausto me llamó para confirmarme que mi servicio estaba disponible, y quince minutos después, Sol me avisó que tenía tres candidatas, pero contrario a dejarme elegir a mí, ella me dijo con quién empezaría a trabajar.
Se trataba de Carmela Müler de treinta y ocho años, recientemente divorciada y concejal de la provincia de Mendoza, por lo que tenía que viajar y presenciar un evento de beneficio del municipio al que pertenecía junto a su ex marido, otro concejal. Sol me contó que solían prestarle servicio pero era la primera vez que lo hacían de manera presencial, por lo que asumí que no tenía que tener sexo con ella. 
Me tocaba viajar el sábado a la noche, así que ese mismo día a la mañana, tenía una cita con la asistente de imagen, pero mi jefa relevó a su staff sin dejarme conocerla y se ofreció a ir personalmente, así que volví a verla en su puesto después de haber pasado la madrugada del viernes probandonos minuciosamente cada centimentro de piel hasta que nos cansamos, catalogándolo yo, como una de las mejores noches de sexo que pude haber tenido con una mujer.
Acordamos encontrarnos en el shopping y llegué primero para esperarla en el primer piso, no tardó mucho más y cuando la vi llegar, hubo un trabajo de equilibrio mental en mí muy grande. Su vestido estaba dividido en dos, en composé blanco la parte de arriba tenía un escote sutil y dejaba ver la piel de su abdomen hasta la cintura, donde comenzaba la pollera ajustada al cuerpo, finalizando por encima del muslo, encima de sus tacos como siempre llevando una cartera de sobre. Se sacó los anteojos al llegar a mí y sin poder retenerme, pasé mi mano por su espalda para saludarla con un beso en la mejilla y sentir su piel entre las prendas.
—Qué hermosa que estás.
—Gracias, vos también ¿ya viste algo?
—No, te estaba esperando. —le dije y con mi mano le hice una reverencia para que empezara a caminar, llevándome a donde no me importaba, lo único que pude hacer fue seguirla. — ¿Por qué quisiste venir en lugar de la asistente?
—Ya te dije, soy minuciosa y quiero supervisarte de cerca, viniendo yo me aseguro que vas a tener todo para dar lo mejor. 
— ¿Y qué imagen querés dar de mí?
—No necesito tunearte demasiado, tu cara es suficiente para vender lo que vale tu cuerpo.
—Gracias, espero que no lo confundas con la experiencia de conocer mi cuerpo.
—Soy profesional Bautista, eso me lo guardo para mí… te contraté porque la mayoría de las personas tienen ojos marrones, pero los tuyos tienen algo que me hizo verte diferente. —dijo y yo levanté una ceja incrédulo, mis ojos no tenían nada de original al lado de las demás personas, pero si ella decía que podía ver la diferencia no me interesaba contradecirla. —además va a seguir siendo mía la exclusividad de saber cómo sos en la cama.
Eso era revelador, no me había confirmado si podíamos vernos de nuevo pronto, pero fue muy clara al especificar que solo tendría sexo con ella, por lo que me quedaba esperar la invitación que con mucho gusto aceptaría sin dudar.
— ¿No querés compartirme?
—Por el momento no.
—Qué mezquina. —la acusé y sonrió entrando al primer local de ropa de hombres, muy fino para mi estilo pero no dejaba de prestar un servicio, y con ello mi imagen.
Los desfiles a los que estaba acostumbrados, se trataban de mostrar alguna prenda diseñada por un profesional, muchas personas los veían y por eso mismo, quien llevaba la ropa no significaba nada, porque lo importante era mostrar cómo quedaba cual o tal cosa, pero siendo modelo de Sol, el término de desfile se volvió mucho más personal, y a ella sí yo le interesaba más, que lo que me ponía, porque aseguró que podía ser mi estilo cualquier cosa siendo lo superficial de mí, lo que llamaba la atención.
Pasamos por varios locales y compramos mucha ropa, desde zapatillas, ropa interior, accesorios y hasta un perfume que me eligió en base a sus gustos, no me desagradó pero no era accesible para mí y como todo era parte del trabajo, cambié el mío por el que ella quiso pagarme. 
Después de ver pasar alrededor de tres horas, con muchas bolsas en las manos la invité a merendar y aceptó para darnos más tiempo de convivencia, su compañía me gustaba de la misma forma en la que me atraía, eran dos cosas que no siempre se lograban combinar y con Sol, se logró con facilidad.
—Por ser tu primer servicio voy a enviarte un asistente, me gustaría poder acompañarte pero tengo trabajo.
—Tampoco podés trabajar por los demás sólo por ser yo. —le dije tomando mi café y ella negó como si no fuese por eso, dejando la taza de té con suma delicadeza encima del plato. — teniendo la reunión con el coach, voy a sentirme más seguro de enfrentar el primer servicio.
—Sí lo sé, pero quiero ayudarte, lo principal lo tenés superado… siendo vos mismo podés hacer un trabajo excelente, lo demás es cuestión de enfrentarlo, ella misma te va a ir guiando.
—Sí, me dijo Fausto que vamos a tener un encuentro antes del evento.
—Una cena, así se conocen y establecen los términos, de todos modos ya envié la aceptación y los puse por escrito, pero está bueno para romper el hielo.
— ¿Qué pusiste por escrito?
—Tus términos.—dijo con obviedad y yo fruncí ligeramente el ceño.
—Pero no me los consultaste.
—Es más protocolar Bau, nada importante.
— ¿Ahí le dijiste que no podíamos tener sexo? —pregunté y ella asintió tomando un poco más de su té. Aproveché el momento de información para excavar en su límite. — ¿Y qué pasa si tenemos química y quiero tenerlo?
—No podés revertir los acuerdos, perdemos seriedad con los clientes, si pactamos algo y después de su parte, no quiere respetarlo, cancelamos el contrato y no volvemos a tener contacto, y vos estarías suspendido por faltar a tu trabajo y lo que se te asignó.
—Me parece un poco exagerado, cuando Fausto me mostró a la señora, no me hubiese negado a tener sexo, no es lo que ella busca al contratarme y está bien, pero creo que puede pasar…
—No Bautista no puede pasar, esto es un trabajo como cualquier otro, a vos se te asignan obligaciones y no podés hacer lo que querés sólo porque crees que surgiría. —dijo enseriándose y poniéndose más rígida de lo que solía estar, yo rodé los ojos terminando mi café. —si empezas haciendo lo que se te da la gana no vas a llegar a ningún lado, te aviso desde ya… y te lo digo como tu jefa, no lo intentes.
— ¿Y si de entrada pongo que puedo tener sexo y después no se da, ella no quiere y arrepiente… la tengo que obligar a respetar el contrato?
—Obviamente no, no podés obligarla a tener sexo.—me dijo horrorizada y yo aludí aquello para mi ejemplo, llevándolo al extremo solo para indagar en mis posibilidades.
—Exacto, y tiene la misma importancia que si no lo tengo concedido y después lo acepto.
—No, no la tiene…
—Sol es lo mismo para los dos casos, debería ser igual porque es un tema personal, un contrato no puede decirte lo que vos querés hacer o sentir en el momento de poder tener sexo o no, sea la causa que sea.
—No es lo mismo Bautista, no se obliga a tener sexo, no teniéndolo no se perjudica a nadie, y si tienen intención de romper las reglas entonces que esa persona vuelva a firmar otro contrato donde a vos se te conceda el permiso de poder tocarla.
— ¿Quién controla lo que pasa dentro de la habitación con esa persona? —redoblé y ella bufó empujando la mesa para amagar levantarse, pero la retuve antes que lo hiciera. —no voy a romper las reglas Sol, solamente estoy aclarando mis dudas.
—Estás cuestionando las reglas, no aclarándolas. —dijo molesta y comprobé que la paciencia no era su virtud, lo que en parte me causaba gracia. — ¿a vos te parece que, con la seriedad que trabajo voy a permitir que algo de lo que estás proponiendo pase? Es un servicio de compañía, si no podés entender las reglas entonces no deberías haber firmado desde un inicio.
— ¿Por qué te molesta tanto que lo pregunte? Después de todo ni siquiera me consultaste si quería o no habilitar mi servicio sexual, lo negaste.
—Es parte de la imagen que te estoy construyendo, si dejo que te metas con la primera que te contrata, demostras facilidad, y me tomo muy en serio mi trabajo de llevarte a la cima con los codiciados ¿tenés alguna duda de eso o te queda claro? —preguntó con firmeza en su voz y negué soltándole la mano para que se levantara. No quise profundizar más o podía empeorar su humor, pero su trabajo era sacarme dudas y enojarse por una tontería me parecía muy curioso, a tal punto de dudar si estaba diciendo la verdad con lo que quería hacer conmigo. 
Con su notable molestia, me dijo que su chofer nos llevaría a la empresa, para que yo tuviera mi reunión con el coach y me prepararan para viajar por la noche, así que acepté ir con ella en su auto de alta gama y sin dirigirnos la palabra, nos llevaron de vuelta a Puerto Madero. Ella no habló más que para indicarme que bajara en el piso que  correspondía y dejándola en el ascensor con la tensión entre los dos, salí con todas las bolsas que habíamos comprado durante la tarde. 
— ¿Vos sos Bautista? —me preguntó mi compañera de piso al abrirme la puerta y asentí riéndome de su sonrisa pícara. —ay por favor quiero que me toquen más modelos, soy Tania.
—Un gusto.
—Decime por favor que no sos gay.
—No, no lo soy.
—Buenísimo, voy a contratar tu servicio.
—Te va a costar dos meses de sueldo una noche con él, ya lo escuché. —dijo el otro chico que estaba durmiendo cuando conocí el camarín, fruncí el ceño y correspondí a su apretón de manos cuando pude dejar algunas bolsas en el suelo. —bienvenido, soy Joni.
—Gracias, ¿cómo sabés cuánto vale mi servicio?
—Sos modelo y es obvio, pero algo escuché que a Sol le encantaste.
—Sol siempre tiene buen ojo para los codiciados, no soy lesbiana y hasta yo quiero besar a Mara. —dijo Tania revisando las bolsas del shopping. — ¿Ya tenés un cliente, Mecha te armó los cambios?
—Eh sí, salgo esta noche a Mendoza ¿quién es Mecha?
—La asistente de imagen, ella nos arma los looks acorde al servicio y después nos regala algunas cosas ¿quién te eligió todo esto?
—Sol, fuimos hoy a comprar todo.
— ¿De verdad? —preguntó sorprendida ella y se miró con Joni, quién hizo un gesto con las manos indicando que era obvio.
—Te dije, lo va a volver un codiciado y seguro todo esto se lo regaló.
—Lo que es nacer lindo eh. —suspiró ella resignada, pero yo creía que era muy linda, su pelo era negro corto y su tés muy blanca, estatura baja pero con un cuerpo bien formado, tenía linda sonrisa y consideré ofrecerle mi servicio gratuito, pero la cara de Sol enojada de la tarde, me recordó que la jefa no podía aceptar que cuestionara sus reglas, y además, Tania sería mi compañera de piso por lo que dejé la idea muy atrás y me encaminé a mi camarín.
Lisandro era el coach encargado de presentarme el perfil de mi clienta, contarme cosas de ella y lo que yo podía usar para tener buena relación, con charlas de su interés y hasta dónde mostrarle el mío. Fingir estaba permitido en todos los aspectos, siempre y cuando lo hiciera sonar creíble, podía decirle que tenía aspiración a ser voluntario en la nasa hasta profesor de teatro, cualquier cosa que fomentara su interés en mí. Además me explicó cómo manejarme en todo momento contándome cómo iban a suceder las cosas, para que yo estuviera listo y pudiera afrontar mi primer trabajo. Él tenía un equipo que trabajaba con los empleados y Ana era parte de ellos, por lo que sería mi asistente en el viaje y me ayudaría en cualquier cosa que necesitara, por la cantidad de tiempo que debía prestar servicio.
 Conocí a Mecha después de la reunión con el equipo de coach y trajo con ella, una valija negra con las letras de Aucapan en el frente, donde me preparó todo lo necesario para llevarme de viaje y además, me indicó cuáles eran los vestuarios que tenía que usar para cada oportunidad.
 Me dieron tiempo de prepararme antes que un chofer me llevara al aeropuerto y me bañé y cambié con la ropa que compramos con Sol por la tarde, la vestimenta era normal porque una vez que llegara al hotel, debía volver a cambiarme para cenar con mi clienta, y al día siguiente tener el evento. 
—Salimos en quince minutos Bau, podés ir bajando. —me dijo Ana golpeando mi puerta, se fue antes que pudiera contestarle y saqué el teléfono del cargador. Era lo único que tenía en la mano porque mi valija ya se la habían llevado.
—Suerte, ojalá la pases bien, siempre da nervios el primer servicio pero vas a ver que te va a gustar.
—Sí, creo que me voy a ir acostumbrando, gracias. —le dije a Joni apretando su mano. — ¿Dónde está Gaby?
—De presencia.
—Ah ya me parecía.
—Ay ya te vas, qué poco nos vimos ¿vas a venir a vivir acá? —preguntó Tania saliendo de su camarín para acercarse a despedirse. — ¿cuándo volves?
—No creo todavía venir a vivir, pero supongo que volveré enseguida termine, hay una hora de diferencia en avión.
—Sí es re poquito, bueno te deseo lo mejor, tranquilo que con esa carita seguro podés todo.
—Gracias. —le sonreí dándole un beso en la mejilla. —nos vemos chicos.
Salí del departamento y respiré hondo, era el trabajo más extraño que alguna vez imaginé tener, no estaba nervioso, era mucha más la ansiedad por conocer ese mundo que cualquier cosa, por lo que encaré el ascensor con la determinación de dar lo mejor de mí una vez que bajara para irme a mi primer servicio.
El ascensor se detuvo frente a mí y al abrirse las puertas, Sol salió al mismo tiempo que yo quise entrar, no llegamos a chocarnos pero estuvimos indecisos de quién reaccionar primero, y fue ella volviendo a entrar para dejarme hacerlo también.
—Estaba yendo a saludarte, quería desearte suerte.
—Sí ya me estoy yendo, gracias. —asentí y entré apretando el botón para que las puertas se cerraran. —pensé que estabas enojada.
—No, es cuestión de acostumbrarme a que me provoques hasta con tus actitudes.
— ¿Yo te provoco?
—Sí, lo haces. —dijo y apretó un botón para que el ascensor frenara, lo que me llenó de valor y comenzó a excitarme desde ese preciso instante. —vos no te das cuenta pero cuando me miras como si me quisieras comer, no me das opción más que a dejarte.
—Es verdad, no me doy cuenta que soy tan evidente ¿cómo te estoy mirando ahora?
—Así, como si me quisieras besar.
—Quizá porque es lo que quiero. —le dije y me acerqué acunando su mejilla con mi mano para guiarla a mi boca y besarla. 
Ella me empujó hacia la pared espejada y siguiendo mi beso de lenguas entremezcladas y profundidad en cada caricia de labios, permitió que mi mano recorriera su espalda, mientras que las suyas se mantenía agarrada a mis brazos. Sentía electricidad por todo el cuerpo y quería poder calmar mi excitación con algo más, pero recordé que había cámaras y maldije aquel que ponía cámaras en los ascensores, como si eso fuese necesario.
—Te están esperando. —dijo agitada y yo asentí igual pero volví a abrir mi boca encima de la de ella, así ingresar salvajemente mi lengua en busca de la suya para que se acariciaran en un baile sensual y tentador. Era tan dulce y exquisita que me podía considerar adicto a su sabor, de su boca, su piel, su centro y todo lo que conformaba la perfección de su persona. Me mordió el labio inferior y lo estiró hasta soltarme, volvió a hacer que el ascensor bajara y nos apartamos para respirar, ella tomó una bocanada y me habló. —Cumplí con tu trabajo y volvé, te voy a estar esperando por si te quedaste con las ganas.

Novela disponible hasta este capítulo.

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