Después de tres años de entrenamiento con uno de los Tres Legendarios Sannin, Hyūga Kimera y Uzumaki Naruto vuelven a su hogar, Konoha, con el único objetivo de rescatar a su amado amigo, Uchiha Sasuke.
Estaban divididos. Pain y Konan se habían encargado de mantenerlos alejados el uno de otro, Konan combatiendo con Kimera y Pain con Jiraiya. Estos últimos se habían escapado del rango de visión de la peliazul y cada vez que intentaba encontrarlos con su Byakugan, Konan lanzaba papeles explosivos y la obligaba a concentrarse en la batalla.
Los papeles iban y venían, eran evadidos con las Palmas Suaves de los Hyūga y, cuando eran papeles explosivos, Kimera usaba cualquier jutsu de agua para desarmar a la kunoichi de la Lluvia, pero la pelimorada no tenía planeado rendirse, tenía que capturar a la menor, era su deber para con su dios. Fue entonces que los recuerdos la invadieron, la ferocidad de la chica al luchar, la intención de querer proteger a su sensei, todo le recordó a... él.
—¡Estilo de Agua: Jutsu Trompeta de Agua!— Aquellas palabras la hicieron reaccionar, pero bastante tarde. El agua la golpeó con fuerza y empapó todos los papeles que tenía, la obligó a retroceder mientras la menor mandaba una gran cantidad de chakra a sus ojos para ubicar a su sensei.
Shikoku, su lobo invocado, estaba en el suelo casi sin poder moverse, eso la alertó, pues él se había ido al lado de Jiraiya-sensei para ayudarlo, al igual que el sapo invocado por el propio peliblanco, Gamaken. Pronto siguió buscando hasta que se topó con una escena que le paralizó el corazón, le robó el aliento y nubló sus sentidos. Sus piernas comenzaron a correr a una velocidad que ni ella sabía que tenía, su respiración cada vez más rápida, comenzaba a quemarle los pulmones y el mundo le daba vueltas.
La situación empeoró rápidamente en cuanto llegó al punto donde su sensei estaba. 5 sombras pasaron a gran velocidad frente a ella y pronto se reunieron en un solo punto, donde Jiraiya había estado intentando levantarse. El tiempo se detuvo frente a ella al momento en que unas extrañas barras negras atravesaban el cuerpo de su sensei, su cuerpo se encorvó, sus ojos se llenaron de lágrimas y su boca se abrió, pero nada salió de ella, sus cuerdas vocales no parecieron reaccionar a sus órdenes de gritar el nombre de su sensei con todas las fuerzas que tenía.
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La visión frente a ella la paralizó por completo, su estado le impidió moverse cuando las figuras comenzaron a acercarse a ella, preparando una barra cada uno.
—¡Jiraiya-chan!— Se escuchó un grito que hizo a la joven reaccionar y hacer que mirara en dirección a donde el cuerpo inerte de su sensei estaba. Sólo entonces fue que se percató de un pequeño sapo verde con barba blanca, llevaba una capucha café y estaba sobre el hombro del Sannin, quien comenzaba a levantarse lentamente y con mucho esfuerzo.
—Estaba seguro que su corazón se había detenido.— Comentó un sujeto con cabello anaranjado, tenía un peinado muy peculiar y parecía ser el líder de todos aquellos sujetos.
Pronto el animal se paró frente al shinobi de la Hoja y se retiró la capa para que, con el dedo índice cargado de chakra, su sensei comenzara escribir algo en su espalda mientras los recuerdos de sus estudiantes hacían acto de presencia.
