Kimera Shippuden

Las lágrimas de Naruto

La tristeza y la decepción lo mantenían en la cama más de lo que él quiso estar, pero no podía negarlo, no tenía energías para hacer algo más. Una vez más, había fallado y eso lo había llevado a estar acostado todo el día.

Naruto no era alguien que se deprimía con facilidad, siempre intentaba verle el lado positivo a las cosas, pero después de recordar las palabras que compartió con Itachi y que éste último estuviera muerto, no sabía cómo sentirse y menos cuando sabía que ya no había oportunidad de encontrarse con Sasuke.

Unos golpes en la ventana hizo que Naruto reaccionara y volviera a la realidad. La mirada oscura de su sensei recibió la suya que, aunque era azulina y brillante, se veía opaca y llena de tristeza. Kakashi lo miró con incredulidad y el rubio sabía porqué, su estado era deplorable, apenas y había podido dormir en la noche, por lo que portaba unas grandes bolsas debajo de los ojos y tampoco había querido comer nada.

—La Quinta te llama. Alístate rápido.— Anunció su sensei haciendo que Naruto, en contra de sus deseos, se levantara y comenzara a vestirse.

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Sabía que algo estaba mal, desde que vio a Gamakichi y Gamabunta a un lado de la Torre Hokage, sabía que algo no iba bien. Y la cosa empeoró cuando, al entrar, se encontró con la mirada de Sakura, Sai, Shizune y Tsunade, la preocupación estaba plasmado en sus rostros y no le dio buena espina.

—¿Éste es el otro estudiante de Jiraiya-chan?— Preguntó un viejo sapo que estaba sentando en una gran silla con animales de la misma especia a su lado.

—Sí, éste es Uzumaki Naruto.— Contestó Tsunade, pues era evidente que esperaba la respuesta de ella.— El Niño de la Profecía del que hablamos, ¿verdad?

—¿Un viejo sapo? ¿En serio?— Con algo de incredulidad, Naruto preguntó al aire.

—¡Cuida tu boca, Naruto!— Advirtió Tsunade con el ceño fruncido.— Él es uno de los Dos Grandes Ermitaños del Monte Myōboku, Fukasaku-sama. Vino aquí porque tiene asuntos que tratar contigo.

—El término correcto sería: "los Dos Grandes Sapos Ermitaños".— Corrigió el sapo antes de tomar seriedad en su rostro.— Pero más importante que eso, parece que no hay duda de que eres el estudiante de Jiraiya-chan.

—¿"Jiraiya-chan"?— La molestia fue evidente en el tono de voz de Naruto, quien apuntó con un dedo al sapo. Sabía que su sensei merecía más respeto.— ¡¿"Chan"?! ¡No hables sobre el Sabio Pervertido como si fuera un niño! ¡¿Qué demonios le pasa a este viejo sapo?!

—¡Te dije que cuidaras tu boca!

—Él es quien le enseñó a Jiraiya-sama técnicas de ermitaño.— Comentó Shizune, tomando por sorpresa a Naruto.— Es el maestro de Jiraiya-sama.

Al contrario de lo que Naruto había pensado, el sapo de soltó a reír a carcajadas, sin siquiera ofenderse por las palabras despectivas del rubio.

—Sabio Pervertido, ¿eh?— Murmuró el sapo cuando diversión.— Suena como un apodo digno para Jiraiya-chan.

—¿Y qué quiere este viejo ermitaño conmigo, de todas formas?— Directo, el Uzumaki preguntó.

—Bueno, ¿por dónde empiezo?— Pareció preguntarse a sí mismo unos segundos antes de volver a mirar al chico frente a él.— Ya sé, creo que te lo diré de una vez. Jiraiya-chan murió en batalla.

—¿Ah?— Fue lo único que salió de la boca de Naruto, quien quedó estupefacto por las palabras del sapo. Su mundo pareció desmoronarse poco a poco frente a sus ojos.— ¿Qué...? ¿Qué acabas de decir?