Sabía que aquellos sujetos a los que me había enfrentado me miraban desde la distancia, claramente estaban planeando como desquitarse, pero de eso me preocuparía más tarde:
— Eres demasiado hábil muchacho, ¿de dónde vienes? — preguntó aquel sujeto.
Lo miré, lo más sensato era pensar en algo que le gustara escuchar, entre menos sentido de respeto por las reglas y por los demás, mejor:
— ¿Hogar? ¿Lugar de origen?, eso son solo estupideces de las personas que necesitan algo a lo que apegarse para sentirse completos — contesté, luego miré hacia el patio y vi a los hombres entrenando — jamás conocí a mis padres por lo que nunca debí rendirle cuentas a nadie, decidí viajar por el mundo desde los 9 años, así que he podido vivir bajo mis propios términos; los moralismos de ancianos siempre me han aburrido, jamás quedo mucho tiempo en un lugar; pero he visto lo que hacen ustedes y quiero entrar.
Ese hombre se quedó mirándome por un rato, después sonrió:
— ¡AQUÍ VAS A DIVERTIRTE MUCHACHO! — exclamó mientras me daba un par de palmadas en mi hombro derecho, fue un fastidio, pero solo fingí sonreír.
Con una seña me indicó que lo siguiera, así que empezamos a caminar, a cada paso no podía evitar recordar mi primer día en la casa de Yusef, en su hogar me sentía seguro pero aquí, la forma en la que trataban a los demás era demasiado cruel, aquí términos como aliado o compañero no existía, era evidente que todo era una constante lucha por la supervivencia, y no sería una sorpresa que cualquiera te atacara por la espalda para tener un rival menos.
Narkam mantenía una algo que más que una regla era una ideología: o matas o te matan. No se preocupaban por la disminución de hombres en su ejército, ya que con los constantes ataques iban trayendo a más y más personas que obligaban a unirse a sus filas, además, si traían a extranjeros estos eran manipulados por ellos con el fin de quedarse con la mayor parte de los botines de guerra, en cambio los Narkanos siempre exigían más dinero por cada invasión, claramente no les convenía.
Por otro lado, me concentre en los mismos muros que protegían la guardia, noté que, si bien la fortaleza era imponente desde afuera, desde su interior, no daba la impresión de ser tan inquebrantable como querían hacer creer, los sujetos que vivían dentro de ella, eran tan descuidados y constantemente descargaban su ira contra ella y no quiero imaginarme que otro tipo de cosas hacían en esos muros, el punto era que se podía ver claramente la debilidad de los mismos, no podían resistir un ataque bien coordinado, sin embargo descubrir los lugares más convenientes en caso de un ataque sin despertar sospechas me llevaría un tiempo.
Estaba pensando en ello cuando vi que otro hombre se acercaba, a juzgar por su ropa era alguien del mismo rango del sujeto que me acompañaba:
— ¡Faraz! — Gritó, sin duda ese era el nombre del tipo que estaba conmigo — estúpido anciano, ¿dónde te habías metido? — Me miró por unos segundos — ¿y esto? dime, quien es este renacuajito que te acompaña.
Yo solo lo observaba, mi rostro no expresaba nada.
— El renacuajo tiene agallas, — contestó — no hace mucho se enfrentó a Neil y Sayer y le dio una buena lección.
— ¿Se enfrentó a esos 2? — Se acercó más a mí — Amigo te compadezco... te ganaste un buen par de dolores de cabeza, ambos se acostumbraron a no dejarse vencer de nadie y más aun en frente de todos los demás.
— ¿y eso que? — Exclamé, ya estaba fastidiado de escuchar a esos dos — vine a patear traseros y ganar dinero, no a hacer amigos — respondí mientras seguía caminando ignorando los comentarios de esos 2.
Así mi vida dentro de Narkam empezaba. Mis primeros días en ese lugar fueron una completa tortura, el entrenamiento era severo, era verdad que Elián era exigente conmigo, pero al menos conservaba esa humanidad, aquí era todo lo contrario, sin embargo terminé por, bueno... jamás la usaría la palabra "acostumbrarme" porque eso sería imposible, sobrevivir era el término correcto.
El entrenamiento era severo, ese primer día, cuando llegó la hora de lo que difícilmente podría llamarse como desayuno, caí de rodillas al patio y me negué a comer, quería aprovechar ese corto tiempo para recuperar el aliento.
Todos los días era la misma rutina: despertar a las 2 de la mañana, trotar una distancia considerable, después empezaba el entrenamiento de combate, los que colapsaban eran golpeados frente a nosotros, los retiraban de ese lugar una vez dejaban de gritar, ignoro si solo estaban inconscientes o si ya estaban muertos, lo cierto era que jamás volvíamos a verlos. A las 9 de la mañana, comíamos algo y continuábamos con más entrenamiento hasta el atardecer.
Se aseguraban de agotarte tanto física como moralmente, y los gritos eran tanto de los líderes de los escuadrones como la de aquellos a quienes entrenaban, unos eran de dolor o frustración, otros eran insultos que exigían más rendimiento de nuestra parte.
Cuando llegaba la noche, en el lugar que me habían asignado, me despojaba de mi ropa, lo único que deseaba era sentir el agua fresca recorrer mi piel, librándome del cansancio y del sudor.
Si quería llegar a moverme con más libertad dentro la fortaleza de Narkam, debía superar los obstáculos y subir de rango, no solo ser un novato que seguía órdenes, tenía que hacer lo posible por hacerme un nombre en este lugar... aunque fuera uno falso, uno de lo que ellos estuvieran satisfechos, uno con el que pudiera engañarlos y yo pudiera mantenerme fiel a la filosofía, no de la Yusef, no de la de Mako, sino a la mía.
Todo eso sin mencionar que tenía que lidiar con esos dos sujetos, los mismos con los que me enfrenté el primer día y no solo a ellos, sino a su grupo de idiotas que los acompañaban, constantemente me emboscaban o me ponían trampas, para inculparme o para hacerme más difícil la vida en ese lugar.
Había podido vivir con ello... Hasta ese día.
*IMAGEN DE CAPÍTULO*
Las insignias de las 2 aldeas principales de la historia:
Narkam: La aldea donde Sloan se infiltra,Mako: La aldea natal de Sloan.
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Recuerdos de un Guerrero #HB18
AdventureSloan, un joven proveniente de la aldea Mako vive una de las experiencias mas tristes cuando siendo solo un niño, Narkam una aldea enemiga invade su hogar y lo separa de su familia. La vida lo obligara a enfrentarse a situaciones que nunca consideró...