Capítulo 2

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Me desperté muy temprano, aunque realmente no había dormido mucho. Entré al baño y abrí el grifo. Unos minutos más tarde salí envuelta en una toalla del cuarto de baño. Me vestí y maquillé. Tomé mi mochila, las llaves del auto, mi celular y salí de casa.

Al llegar a la escuela estacioné mi auto en un espacio vacío. Entre al edificio y noté que muchas personas me miraban, supuse que era normal ya que yo era nueva en esa escuela; pronto me acostumbraría. Saqué mi horario de mi mochila y en la parte baja dé este venía el número de casillero que se me había asignado. 12A. Levante la vista buscando ayuda de alguien que pudiera ayudarme a encontrar mi casillero y justamente en ese momento iban pasando dos chicos. Ambos altos pero ahí terminaban las cosas en común. Uno tenía el cabello negro, barba de tres días y ojos cafés. Y el otro de cabello castaño, y ojos verdes.

-¿Disculpen? -dije tocando el brazo de uno de ellos.
-Ah, hola -respondió el de cabello negro.
-Me podrían ayudar a encontrar mi casillero? -dije algo apenada.
-Claro déjame ver tu horario -me dijo el de ojos claros, para después quitarme el horario de las manos -Sígueme está cerca del mío -los tres caminamos juntos hasta un casillero donde se paró aquel chico -este es tu casillero -me dijo señalandolo.
-Gracias -dije realmente agradecida -una cosa más ¿Saben dónde están el salón de matemáticas? -uno de ellos soltó una leve risa.
-Está justo detrás de ti... Nunca te había visto por aquí.  ¿Eres nueva?
-Si, lo soy.
-Pues bienvenida. Soy Sebastián pero me puedes decir Sebas y el es Juanpa o Juan Pablo, como quieras decirle.
-Hola yo soy Daniela Calle y gracias por todo.
-Sebastián tenemos que ver a Jessica en la entrada ¿Recuerdas?
-Claro, se me estaba olvidando, nos vemos Daniela -dijo Sebastián mientras se despedía con la mano.

La verdad es que no venía a la escuela con intención de hacer amigos pero ellos se habían portado buena onda conmigo. Abrí el casillero y metí unas cuantas cosas y pegué una foto. Como era de esperarse era mía y de Poché, las lágrimas amenazaron con salir. Cerré el casillero azotando la pequeña puerta y me gire para adentrarse en el salón de clases.

Una vez adentro tomé un lugar en las primeras filas. Y entonces escuché unas voces un poco familiares. Mi vista fue directo a la puerta y me encontré con Juanpa y Sebastián pero lo que más llamó mi atención fue aquella chica con una máscara de esas que ocupaban las personas que habían sufrido quemaduras graves. Sebastián cargaba su mochila mientras Juanpa la acompañaba hasta su lugar que era un par de asientos atrás de mi. Sin darme cuánta los seguí con la mirada y luego me topé con los ojos de Juanpa, él me regaló una sonrisa un poco triste. ¿Qué le habrá ocurrido a aquella chica? Sebastián dejó su mochila a un lado de su silla. Juanpa se despidió de ella con un beso en la mejilla y Sebastián con un beso en la frente. Momentos después salieron del salón y el profesor entró.

-Buenos días jóvenes emprendedores-dijo con una sonrisa -veo que tenemos una nueva compañera -dijo mirándome fijamente -¿Nos puede hacer el favor de presentarse?
Me puse de pie y comencé a decir - Me llamo Daniela Calle Soto y soy de Bogotá Colombia - me volví a sentar.
-Bienvenida -dijo todo el grupo en coro.

Instantes después el profesor comenzó a dar la clase mientras yo tomaba notas. Al finalizar tomé mis cosas y estaba a punto de salir cuando choqué con Sebastián. 

-Lo siento yo...
-¿Tan pronto te vas? -dijo él interrumpiendome.
-Si, tengo que tomar otra clase.
-Pero si aún faltan veinte minutos -dijo algo extrañado.
-Lo sé, me gusta llegar temprano - era mentira, sólo no tenía ganas de hablar con nadie.
-Bueno, pero antes de que te vayas déjame presentarte a una amiga -me arrastró hasta el lugar de aquella chica -oye Jessica -dijo Sebastián llamando su atención, ella levantó la vista y le regaló una sonrisa.
-¿Qué pasa Sebas?
-Quería presentarte a Daniela -dijo señalandome.
-Hola mucho gusto me llamo Jessica Turnner -me dijo extendiendo una mano.
-Hola Daniela, Daniela Calle -dije torpemente.

Sebastián tomó la mochila de Jessica y se la colocó en el hombro y le extendió una mano para ayudarle a levantarse de la silla. -Si, eso he oído en clase, Sebas ya te dije que yo puedo llevar mi mochila -dijo mirando a este.
-Me gusta ayudarte, ya lo sabes. Eres como mi hermana menor -dijo mirándola con ternura.
-Y por eso te adoro -respondió ella.
Yo me sentía un poco incómoda ahí.
-Oye Daniela ¿Qué te parece si te acompañamos a tu próximo salón? 
-De hecho creo que me ayudaría demasiado -dije

Empezamos a caminar por los pasillos y muchas personas se acercaban a saludar a Jessica, al parecer a todo mundo le agradaba ella.

-¡Aquí es! -me dijo Sebastián.
-Gracias -me despedí con la mano y entré al salón.

Durante la clase no pude dejar de pensar en aquella chica, no porque me gustara o algo parecido, sino en que le había ocurrido. Si acaso solo eran visibles sus ojos, la nariz y su boca. Su rostro era un total misterio.

Necesitaba dejar de pensar y salir a tomar un poco de aire. Salí del salón y en el pasillo había una banca. Caminé hasta ella y me senté, deje caer mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Pasaron unos minutos cuando escuché una voz. Era ella.

-¿No deberías estar en clase?
-Eso se supone -dije algo seca.
-¿Puedo sentarme?
-Como quieras.
Después de un largo silencio termino por hablar.
-Y bien ¿Qué tanto piensas? -dijo con una voz extraña.
-En nada -dije tratando de que no hiciera más preguntas.
-Si sales a mitad de una clase para sentarte en una banca debes estar pensando en algo importante.
-Creo que no nos conocemos, ni somos amigas para hablar como tales -dije comenzando a enojarme. Extendió su mano hacía mi.
-Hola Jessica Turnner -me dijo mientras una sonrisa tímida se extendía por sus labios. Me quedé un rato observando su mano y finalmente cedí.
-Daniela Calle -dije estrechando su mano.
-Y ahora dime ¿En qué piensas? -me dijo. Esta chica realmente no se cansaba.
-En la inmortalidad del cangrejo.
-¿Sabias que en el fondo o sea debajo de ese caparazón tan duro hay una suave piel? Ese caparazón es como una protección. Al mínimo síntoma de amenaza entran en el caparazón para protegerse -me miró fijamente -creo que lo mismo pasa contigo has sufrido lo veo en tus ojos -hizo una pausa -debajo de esa actitud tan dura que aparentas tener hay una persona tierna, amable, amorosa, pero tranquila toma tu tiempo para salir de ahí -acabado de decir eso se levantó y entró al que supuse sería su salón.

-Que chica tan rara -dije en un susurro.

Era extraño como había usado esa referencia del cangrejo a la situación como la mía pero en el fondo sabía que había acertado con todo lo que había dicho.

EN TODAS MIS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora