Quedé sorprendida con su color de piel, sí acostumbro ver gente de la misma tez, pero la de ella era inigualable.
Un costal de la harina más fina queda perdida ante ella, y con su rostro libre de cualquier imperfección, también la porcelana queda muy atrás.
Aquel resplandor que la persigue al caminar, como un aura etérea, es similar a lo brillante de un jarrón blanco recién pulido.
Su caballo, también blanco para recalcar su esencia, trotaba a su par.
En medio de aquellos extensos campos conseguimos cruzar miradas, mi sonrisa incontrolable siguió ese breve momento.
Una delicada flor blanca yacía en su cabello, aquella que yo había colocado en el lecho de su ventana esa misma mañana.
Sonrojada y con la sonrisa todavía en mi rostro, regresé a trabajar en sus tierras.
El sueño de algún día montar aquel caballo y besar aquel rostro de porcelana alimenta mi sonrisa y opaca el sudor recorriendo mi espalda.
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Una Mirada Rápida Dentro de mi Mente
Short StoryCuento cortos. Si, solo eso. Vale la pena checarlo, no tardas más de 10 minutos. Muy abstractos y bizarros. Todo lo que pienso en la madrugada.