Las heridas le escocían debajo de los vendajes, pero Samuel había hecho un buen trabajo al atenderlas. Sus manos no habían perdido el toque. Guillermo pensó que era una suerte que su compañero supiera del tema porque, de ser él, ya tendría todas las heridas infectadas. Por un momento, se imaginó pus y cosas desagradables y se asqueó él solo. Vio cómo Samuel se terminaba de vendar una mano, ya que toda la piel expuesta fue la que más daño recibió al atravesar el campo de fuerza.
-Ahora sabemos qué cojones hace esa cosa. -Guillermo revisó su rastreador; el punto ahora cerraba hacia el este, su centro estaba al norte de Pochinki, otra cuidad que no les sonaba de nada.
-Al menos nos dan tres horas de tiempo. -Samuel le echó un vistazo al cronómetro al terminar el nudo de su venda. -Tal vez, podamos registrar alguna otra casa, estamos medio en la mierda ahora mismo. -al acomodar sus pertenencias para comer y beber algo, se dieron cuenta de que les faltaban, más que nada, medicamentos y comida de reserva.
Samuel recorrió con la mirada el cuerpo de Guillermo, preocupado; el chico intentaba no apoyar todo el peso en el pie herido, una torcedura que podría costarle caro al momento de correr. Pero, ilógicamente, aquel factor sólo había aumentado su instinto protector. Cualquier otra persona seguramente interpondría su supervivencia antes que la ajena, pero Samuel, aunque tenía presente ese hecho, sintió una gran preocupación por su compañero que no podía dejar de lado. Sabía que a Guillermo aquella actitud le molestaría, porque se vería a sí mismo como una carga, pero Samuel hacía que ignoraba su preocupación y sólo le vigilaba de reojo. Parecía más frágil de lo que era y Samuel estaba seguro de que su compañero preferiría morir antes que tener dependencia de alguien. En el poco tiempo que llevaban juntos se comprendieron muy bien. Aquellos ojos rasgados se fijaron en él, sacándole del ensimismamiento.
-¿Listo?
-Listísimo. -aseguró Guille, arma en mano y ambos pies plantados firmemente en el suelo.
Samuel no pudo menos que sonreír.
Aunque era de noche todavía y a la luz de la luna y de las estrellas no se veía casi nada, incluso a campo abierto, eran tan cuidadosos como podían. Tomaban cobertura en árboles y arbustos, en cada depresión y colina del terreno, siempre alertas, codo a codo. Samuel iba un poco más lento para no tener que forzar la marcha de su compañero, pero éste notaba la lentitud y de todas maneras apresuraba el paso. Entonces, Samuel sólo se resignaba ante el orgullo de Guillermo y se limitaba a seguir su espalda mientras atravesaban unas colinas al sur de un río sin nombre. Al llegar a la cima de una de ellas, divisaron el río al norte, corriendo de este a oeste como una serpiente oscura que se arrastraba a través de la tierra; las luces de la noche se reflejaban en su tranquila superficie y revelaban un pequeño grupo de casas en la orilla y otras casas tapadas a medias por las aguas del río. Se detuvieron un momento al pensar en la misma posibilidad.
-De seguro hay gente allí. -aventuró Samuel, recostado sobre el estómago en la hierba, camuflado en un arbusto.
-Fija... -Guillermo, a su lado, usaba su mira x2, pero era la nada misma, por lo que no podía saber a ciencia cierta si el lugar tenía gente. Sus ojos estaban ocultos bajo la sombra del casco y sus pupilas a penas eran visibles cuando forzaba la vista. La luz de la luna iluminaba sus mejillas y su mentón, dándole un aspecto de porcelana a su cara al tener la piel pálida. Inconscientemente entreabría los labios al concentrarse y su respiración casi parecía detenerse.
Samuel lo miraba con atención mientras armaba la siguiente jugada. Guillermo notó esos grandes ojos pardos de su compañero fijos en él y dejó de apuntar para mirarle.
ESTÁS LEYENDO
"Compañeros" - #WIGETTA - (PUBG)
Fiksi PenggemarY en el medio del fuego del caos, dos personas encontrarán la fortaleza suficiente para sobrevivir y luchar hasta el final...y tal vez encuentren algo más.