Roma
Después de diez minutos paramos en un supermercado ya que según Paulo tenía que comprar un par de cosas que faltaban.
—¿Querés algo?—preguntó cuando salió del auto, se agachó a la altura de la ventanilla para ver mí respuesta, negué—¿Nada?
—No, estoy bien—sonreí, el asintió y empezo a caminar hacia el supermercado.
Mientras lo esperaba agarre mí celular y empece a hablar con Bea, mí amiga desde la secundaria.
Le había estado informando tanto de Paulo cómo de Cristian, quien no me paraba de llamar hace tres días.
Antes de poder enviarle el último mensaje a mí amiga volvió a aparecer en la pantalla el número de Cristian, el cual no tenía agendado pero me sabía de memoria.
Respire ondo mientras cerré los ojos para tener paciencia suficiente cuando le atendiera, cuando la tuve deslicé le pantalla y me lleve el celular a la oreja.
—¿Qué querés?—pregunté con un tono bastante neutro.
Estaba cansada de sus llamadas y sus mensajes y todo esto por los comentarios del futbolista.
Nuestra relación había acabado hace casi un año y justo ahora que empezaba a conocer a Paulo aparece.
—¡Por fin me contestas Fenati!—exclamo, alce una ceja al escuchar como me llamo. Sabía que odiaba que me llamarán por mí apellido, pero un poco más de bronca de la que le tenía no hacía nada mal—¿Estás con Paulo?
Lo sabía.
—Queti—respondí con autosuficiencia, escuché un bufido de su parte y no pude evitar sonreír.
—Dale Roma, no te hagas la graciosa. ¿Están o no?—volvió a preguntar con tono cansado.
—Te vuelvo a responder lo mismo, que te importa—intenté soltar tranquila porque se me acaba la paciencia con Cristian.
—Si me importa—acotó—Me importás vos.
Me empecé a reír exageradamente, esto era mejor que un chiste.
—¿Posta te importo?—pregunté sarcástica—Bien que no te importo cuando me cuerneaste y me dejaste hecha mierda. No me hagas reír Pavón.
—Dale Roma, ya cambié.
—Eso me dijiste la primera vez que te deje y volví con vos pero déjame decirte que yo no soy la misma boluda de hace un año atrás Cristian, así que lola.
—Ro dale, por favor.
Alcé la viste y pude ver al futbolista con dos bolsas en la mano, me miro y sonreí contagiandolo a él también.
—Cortala, andate con la gringa y déjame de joder, chau—corté y guarde el celular en mí bolso.
La puerta del baúl se abrió y Paulo dejo las cosas ahi para después cerrar y abrir la puerta del piloto.
—¿Está todo bien?—preguntó el ojiverde, lo mire y quería decir que no porque Cristian me había llamado y me sentía mal. Me intentaba hacer la dura pero me afectaban muy rápido las cosas—Eu Ro, ¿que pasa?
—Nada nada, está todo bien—negué y le intenté sonreír.
—¿Segura?—cuestionó preocupado y acarició mí cachete. Asentí, se acerco a mí y me dio un casto beso—Bueno, cualquier cosa me decís ¿si?
—Sí tranqui—asentí segura haciéndolo sonreír.
—Tomá—me extendió un paquete de gomitas, sonreí y esta vez me acerque yo para darle un beso—Linda que sos.
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Ocho días más tarde actualizo 🤦🏻♀️❤️