Paulo
Entré después de Roma cargado con las bolsas donde se encontraban las cosas que necesitaba mí mamá.
Mí progenitora salió de la cocina con una amplia sonrisa y con los brazos abiertos para abrazar a Roma, está frunció un poco el ceño pero acepto el abrazo.
—Que linda que estás. ¿Todo bien?—pregunto simpática mí mamá, ella asintió. Estaba un poco nerviosa y quería caerle bien a mí mamá por lo que me comentó en el camino.
—Sí, gracias señora ¿usted?—interrogó la ojiverde, miré a mí mamá y no pude evitar empezar a reírme contagiandola a ella también—Ay no, ¿que hice ahora? ¿dije algo malo?
—No, está todo bien Ro—me acerque a ella después de dejar las bolsas arriba de la mesa y pase mí brazo por sus hombros—Solo que a mí mamá no le gusta que la traten de vieja.
—Ay yo...perdón—se puso una mano en la boca haciéndome reir—No te rías tonto.
—Esta bien Roma, por lo menos tenés modales no como uno que yo conozco—contestó riendo contagiandola a ella.
—Tenés razón Alicia, es un desubicado—concordó la cordobesa.
—¿Y este complot hacia a mí?—entrecerré los ojos haciéndolas reír.
—Voy a revisar la comida, ahora vengo—avisó mí progenitora dándose la vuelta para volver a la cocina.
Cuando cruzó la puerta me aparte de Roma haciendo que me miré con el ceño fruncido, me crucé de brazos.
—¿Que te pasa?—preguntó mirándome confundida.
—Nada—me limité a responder.
—¿Estás enojado?—esbozó una sonrisa y se volvió a acercar a mí, negué—Sí, estás enojado.
—No lo estoy, salí—la empujé despacio aunque fue en vano porque ella volvió a acercarse y paso sus brazos por mí cuello afianzando su agarré—Dale Roma.
—No seas tonto, dale. Te estábamos jodiendo—me miró fijamente y se acerco a mí para cortar la distancia, lo cual no respondí—Dame un beso bien Exequiel.
—No—negue repetidas veces, hizo un mini puchero y me acerque para morderle el labio inferior fuerte, provocándole un poco sangre.
—Stronzo—se quejó, y no pude evitar reírme cuando lo hizo en italiano.
—Apa, con ese italiano conquistas a cualquiera—la jodí y bese su cachete.
—Con tal de no conquistarte a vos me vale—respondió con enojo mientras se pasaba una servilleta por el labio sacándose la sangre que provenía de este.
—Non essere cativa—hable e hice un puchero, alzó una ceja y guardo la servilleta en el bolsillo de su jean.
—Te lo mereces, déjame—acotó y empezo a caminar hacia la cocina, reí y negué varias veces. Apresuré el paso y la agarre del brazo.
—Daleee Roma—insistí abrazándola por los hombros y llenándole el cachete de sonoros besos haciéndola reír.
—Salí nenito—contestó asqueada, no le gustaba que sean cargosos con ella pero a mí me encantaba y más porque se enojaba—¡Paulo!
Seguí dándole besos mientras oía sus quejidos y no podía evitar reírme, en un rápido movimiento le di la vuelta y acuné su cara con mis manos para acortar la distancia.
—Te quiero.
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Ya dije que amo la actitud de Paulo?