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Había dejado al castaño en su habitación, aún no podía siquiera verlo del todo y no, no es que lo odiara realmente y aunque sí le tenía cierto rencor por haberlo derrotado en más de una ocasión no era eso lo que le molestaba.

Cuando se dió cuenta de su alrededor noto que estaba junto a su estatua, una risita poco característica de su persona salió de sus labios, se sentía bien estar nuevamente libre y tener su forma humana pero si algo no le gustaba era sentir nuevamente aquellas emociones que cualquier humano solía tener, para él su cuerpo humano era débil y siempre fue su maldición. Tras sentarse en el verde pasto miro a la nada, tenía tanto en que pensar aunque realmente no le interesaba si llegaba o no a un acuerdo consigo mismo; los recuerdos le afectaban en su propio cuerpo, eso siempre le aterraba y por ello prefería mil veces su forma de demonio.

—soy como la niebla, escondo la verdad en una mentira y la mentira en la verdad. —sonriendo de lado. —digo mentiras pero anhelo la verdad.

Suspiro mientras se acostaba, odiaba andar de filósofo pero necesitaba desahogarse, llevaba años desde la última vez que tuvo su cuerpo y ahora necesitaba hablar aunque sea consigo mismo, lo pedía a gritos aunque no lo pareciera.

Veía el cielo, las nubes flotaban libremente en el aire mientras a su mente llegaba los recuerdos de uno de sus tantos pasados; aún lo recordaba, claro que jamás podría olvidarlo después de todo esa era su forma de pagar su pecado.

—iría por ti mil veces al infierno si fuese necesario.

Y es que en su memoria aún podía escuchar los gritos por todo el lugar, podía sentir aún el olor de la sangre mezclada con el fuego que quemaba todo a su paso hasta en lo profundo de su ser, recordaba perfectamente la silueta de aquel ángel traspasando con una espada el corazón de aquella humana y eso le calaba el alma aún pero esos solo eran sus recuerdos.

—malditos recuerdos, solo deberían ser olvidados.

Recordaba perfectamente otra escena que no podía creer y no quería hacerlo, en su memoria estaba el recuerdo de esas lágrimas que comenzaron a escapar, no tenía miedo de morir pero sentía como todo su cuerpo temblaba, el sabor de la sangre como sí de óxido se tratará en su boca, su color y olor eran realmente repugnante; en su memoria aún estaba en perfecto estado el último momento de su vida; ese magnífico y glorioso momento donde el sonido de sus latidos se debilitaban lentamente indicando así su muerte, aquello que le gritaba que ya no podría estar a su lado y eso le tenía asustado más que su propia muerte, no quería perder aquello a lo que alguna vez se aferró con todo lo que tuvo de existencia y que a pesar de ello ahora llegarán a ese final; lo admitía ese final era su culpa y no era el final que estaba escrito para ambos, él pudo evitarlo pero no lo hizo porque siempre había tenido miedo, porque confío más de lo que debía en aquel ser que era el ángel más hermoso para él ¡Qué ironía! Se enamoró de la perfección que solo se había creado, felicitaciones a su persona fue estupendo hasta el final.

«Mata a la oscuridad, mata al actor.»

Es lo que solía decir aquel ser, su ángel se lo contó pero jamás le prestó real atención y al final termino como todo debía terminar pero no lo pudo odiar y jamás llegó a hacerlo realmente así como jamás llegó a sostener su mano para siempre, le falló a todos y sobretodo a si mismo, si aquel amor no le hubiera tocado por un momento, si el amor jamás hubiera nacido entre ellos todo sería diferente pero ya era demasiado tarde para ambos y ahora se daba cuenta de ello.

—y aún así... —viendo como unas mariposas jugaban en el aire. —quiero que lo sepas. —pausando su declaración, se sentía como una colegiala. —te amo.

Error. [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora