—Debiste haberme dicho, Belmont. No sé cómo te permitiste eso. No sabes cómo me rompió el corazón saber que estuviste durmiendo en el bosque todas estas noches.
—No es tan grave. Soy mucho más resistente que los humanos. No siento el mismo frío y tampoco me incomoda dormir en la tierra.
—Eso no representa ningún consuelo para mí —aseguró April. Iba con la mano de Belmont entre la suya, estaba de alguna forma intentando proveerle el calor que había perdido en las noches. Últimamente siempre que iban juntos solían tomarse la mano —. ¿Y qué hacías en las noches lluviosas?
—Bueno, esas noches no me quedaba otra opción más que mojarme...
—Ay, Belmont, sabes que nosotros no dudarías en hospedarte.
—No quería causarles más problemas, ya tienen muchos.
—La verdad me sorprende. ¿Dónde te bañas, con qué te vistes? No lo entiendo.
—Me baño en los ríos y me visto con ropa que roba de algunas tiendas o de las casas de ciertas personas.
—Amor —dijo April, deteniéndose y observando al elfo a los ojos. Aún no se acostumbraba a llamarlo así, pero lo hacía porque a él le agradaba aquella palabra —. Eres increíble.
—No más que tú —dijo Belmont y April sonrió.
Caminaban por Wanderlust, en medio de los framboyanes y las alumbradas calles que estaban a rebosar de luces navideñas que colgaban de todo lado, las farolas, las casas, los jardines, los árboles. El último mes del año había llegado y con él toda la alegría y la emoción de las fiestas y celebraciones.
April había pasado un día entero tratando de explicarle a Belmont qué eran y por qué existían la navidad, el año nuevo, el día de las velitas y otras tantas tradiciones. Él había quedado impactado con tanta información y no podía esperar a la navidad para abrir los regalos y al año nuevo para ver los fuegos pirotécnicos.
—¿Crees que Konrad me recibirá en su casa?
—Estoy muy segura de ello. Yo desearía tenerte en la villa, pero mis padres sospechan que tenemos algo y no creo que te vayan a aceptar así de fácil. Además, Egea ya ocupa bastante atención, mentiras y espacio.
—Pero Verónica dijo que la madre de Konrad no era muy buena persona.
—Zelinda Brunner es algo... seria, pero no diría que mala persona. Verónica discute con todo el mundo, ya sabes. Cuando te diga que hay alguien buena persona, ahí es cuando debes creerle.
—Espero me reciban sin problema, de lo contrario me iré de vuelta al bosque.
—Lo harán. Necesitas un lugar para vivir, además de ropa nueva. De eso nos encargaremos después. Por el momento tendrás que usar la de Konrad. Te va a quedar un poco pequeña, pero servirá.
—Siento que ustedes me empiezan a dar demasiado. En este punto ya no estoy muy seguro sobre quién es el protector de quien. Hace dos noches Verónica logró aplastar a ese naga ella sola, y también protegió a Elio, y él ni siquiera se dio cuenta de lo que había pasado. Dentro de poco ustedes deberán protegerme a mí.
—Tonterías. Somos un grupo y todo nos complementamos de alguna forma. Así es como lo veo yo. Todos tenemos aptitudes y falencias, y cuando nos unimos se potencian las primeras y casi que desaparecen las últimas.
Unos pasos más y estuvieron frente a la casa de los Brunner que estaba oscura y parecía muerta y hasta embrujada. Todo alrededor brillaba con luces navideñas y miles de adornos, pero aquella casa no. Tan solo había una luz encendida, la del desván.
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Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)
FantasyLa segunda parte de Las Gemas De Uspiam. Sídney, Konrad, April y Verónica regresan para descubrir más misterios, aprender más de sí mismos y combatir todo lo que desea hacerles daño.